Opinión
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Aprender a morir

El Buen Fin rechazado

E

n algún sitio leo esta alucinada información: El Buen Fin busca reactivar la economía fomentando el consumo, pero sobre todo mejorar la calidad de vida de todas las familias mexicanas, con increíbles descuentos en electrónicos, ropa, moda y mucho más, del 17 al 20 de noviembre. Me asombra el sesgado manejo de las palabras. ¿Qué economía se reactiva cuando se fomenta el consumismo? Siendo optimistas, por lo menos la de los equipos anticontaminantes, luego del monumental basurero dejado por cajas, envolturas, empaques y bolsas, todo contra robo, de los productos adquiridos con el gancho de los increíbles descuentos. Y allá acudió la manada a intentar mejorar la calidad de vida, si no de todas las familias mexicanas, por lo menos de la propia, y a seguir acumulando cosas que ya tiene, que no necesita, que pagará en cómodas mensualidades sin intereses o que buscará dónde poner en una vivienda sobresaturada de prendas y aparatos.

Si lo que acaba de adquirir no le quedó, ya no le gusta o de plano se arrepintió contagiado por los compradores compulsivos, ármese de paciencia si quiere volver a ver su dinero –en unos preciosos y prolongados días para jinetearlo por honorables instituciones y prestigiadas marcas– o frústrese sin violencia cuando quienes antes lo atendieron solícitos le aclaran enérgicos que en rebajas no hay cambios ni devoluciones, o desembolse más dinero para alcanzar el precio de lo que le ofrezcan o, perturbado por la vorágine, intente la Procuraduría Federal del Consumidor. Por inconfesados motivos, no razones, son ya varios sexenios –escoja partido– en que deliberadamente se oculta a posibilidad del otro buen fin, ese que debería ser la digna culminación de una vida vivida, no como imposición, sino como alternativa legal al alcance de cuantos así lo decidieran. Pero entre paternalismos añejos de políticos y religiones, tenaz moralina parroquial, un conservadurismo colectivo y respectivos remilgos del sector salud, la academia y los medios, la sociedad continúa sin opciones para tener un buen fin, no por rechazado menos urgente. Le queda la clandestinidad con el apoyo solidario de personal médico con criterio y empatía, no con objeciones de conciencia, pero el grueso de la población seguirá a merced de un concepto estrecho de buen fin porque al final, no le beneficia. A otros sí.