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Argentina, entre la democracia y la ultraderecha neofascista
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l próximo fin de semana, el domingo 19 de noviembre, Argentina, la segunda economía de América del Sur y tercera del subcontinente latinoamericano elegirá entre la democracia con todas sus imperfecciones y una opción disruptiva, de claros tintes neofascistas, clasistas, misóginos y regresivos. Elegirá entre Sergio Massa, candidato del peronismo y otras organizaciones progresistas, y Javier Milei, de la llamada eufemísticamente Libertad Avanza.

Milei, como hemos señalado ya en este espacio de reflexión y análisis, es el representante de un movimiento neofascista, ultraderechista, abiertamente hostil a las causas populares, que raya en la esquizofrenia, el desapego total a la realidad de nuestro tiempo.

Vayamos por partes. De acuerdo con las peculiaridades del sistema electoral argentino, esta será la tercera vez que los electores de ese país acudirán a las urnas para decidir quién encabezará su gobierno del 10 de diciembre próximo a diciembre de 2027. Acudieron el 13 agosto para señalar, en una elección primaria, quienes adquirían el derecho a ser candidatos, en la cual, sorpresivamente el primer lugar, con 30 por ciento de la votación, lo ocupó el ultraderechista Milei; asistieron el 22 de octubre, en una primera vuelta electoral, en donde el triunfador fue el peronista Sergio Massa, con 36.6 por ciento de la votación; la cita con las urnas ahora será el siguiente domingo.

Con 10 por ciento de los votantes aún indecisos, el promedio de 11 casas encuestadoras locales marca un empate técnico entre los contendientes. En la numeraria contundente de los datos, ya dos de cada tres sufragantes argentinos se pronunciaron por alguno de los dos contendientes en la primera vuelta. Ahora el reto es la conquista del tercer elector que se inclinó por otras opciones. Ganará el que mejores alianzas suscriba con el resto de los contendientes y, sobre todo, el que genere mayores esperanzas y suscite menores temores entre la población indecisa.

A propósito de temores, el radicalismo fundamentalista de Milei fue el factor que, a juicio de muchos analistas nacionales e internacionales, generó que pasara del primero al segundo sitio entre la primera votación y la segunda. Veremos qué ocurre en la tercera.

En efecto, pretendiendo erigirse como liberal a ultranza, más allá incluso de lo que postulaban Milton Friedman y la escuela de Chicago en la década de los 80, prácticamente plantea la desaparición del Estado y dejar la conducción de la economía y el destino de la sociedad a las ciegas fuerzas del mercado. Estaría dispuesto, afirma, incluso a eliminar el Banco Central Argentino y renunciar a la soberanía monetaria, desaparecer el peso y adoptar el dólar.

Un video distribuido masivamente, sobre todo durante su precampaña, ilustra su concepción neoliberal y arcaica: “Esta es la foto del Estado que tenemos hoy: el primer Ministerio, el de Turismo y Deporte… afuera. Ministerio de Cultura… afuera”. La misma suerte, afirma, correrían el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible; el de Mujeres, Género y Diversidad; el de Obras Públicas; el de Ciencias, Tecnología e Innovación; el de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, y el de Educación, que etiqueta de simple adoctrinamiento. Igualmente, quedarían proscritos el Ministerio de Transporte, el de Salud y el de Desarrollo Social. Ni siquiera la educación pública y obligatoria de los niños sería responsabilidad del Estado, sino una atribución y potestad soberana de cada padre de familia.

El potencial gobierno de Milei no sólo eliminaría subsidios, becas y otros derechos adquiridos paulatinamente por la población argentina. También acabaría con el otro derecho social fundamental de los estados democráticos con un mínimo de responsabilidad social, el derecho a la salud, pues se opone a que esté garantizado por el Estado, sino que cada quien pague por su salud. Lo más que tutelaría el Estado sería un esquema todavía a revisión, un seguro nacional para enfermedades de alto costo. También, en su misoginia y belicismo, propone la abrogación del derecho de las mujeres al aborto y la libre portación de armas.

La moneda está en el aire y sólo quedan los estudios de opinión de hoy y los referentes estadísticos del pasado. Los analistas Daniel Zovatto y Nicolás Liendo, en un ilustrativo estudio regional electoral, denominado Camino al balotaje: Tendencias y paralelismos en América Latina, hacen, entre otras, dos interesantes observaciones:

Quienes han liderado en primera vuelta con una votación similar a la de Sergio Massa (36 por ciento), sólo en 172 por ciento experimentaron la derrota en segunda vuelta.

De 25 balotajes que combinan una distancia entre primero y segundo, de entre 6.7 por ciento o más y además alcanzan un porcentaje de votos similar al que obtuvo Massa en la primera vuelta (36 por ciento), sólo en cuatro (16 por ciento) segundas vueltas el que quedó segundo en la primera vuelta logró revertir el resultado (Perú 2016, República Dominicana 1996, Uruguay 1999 y 2019).

En suma, nada está decidido en Argentina, sólo se tiene el empate técnico en los sondeos y las lecciones de los precedentes históricos del subcontinente. Lo único cierto es que ese importante país hermano decidirá entre una opción democrática, con innegables pasivos en la economía, pero comprometida con los intereses populares, y un salto al vacío, la desaparición de los derechos sociales, el neofascismo clasista y el fundamentalismo de mercado.

*Presidente de la Fundación Colosio