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Centros Colibrí: un ejemplo de atención al consumo de drogas
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l domingo 10 de septiembre, Clara Brugada presentó su último informe de gobierno en la Utopía Meyehualco. En su informe, Clara enlistó numerosos logros de sus dos periodos como alcaldesa de Iztapalapa. No obstante, hay uno en particular que merece ser destacado: los Centros Colibrí.

Durante su periodo, Clara Brugada inauguró doce Centros Colibrí, situando a la alcaldía Iztapalapa a la vanguardia de las políticas de atención al consumo de drogas en el país. Los Centros Colibrí son unidades de atención integral al consumo de sustancias sicoactivas que brindan servicios dirigidos a personas usuarias de drogas y a sus familias.

Estos centros son un ejemplo de políticas públicas para la atención al consumo de sustancias sicoactivas basadas en evidencia científica, experiencias internacionales exitosas y el reconocimiento de que las personas no pierden sus derechos por usar drogas. Dentro de ellos se ofrecen asesorías y atención terapéutica individual y grupal. Asimismo, organizan ferias, jornadas y talleres, en conjunto con universidades públicas y organizaciones de la sociedad civil. Cabe destacar que todos los servicios brindados en los Centros Colibrí son absolutamente gratuitos.

En México los servicios públicos para la atención del consumo de sustancias sicoactivas son insuficientes. La alcaldía Iztapalapa cuenta únicamente con cinco Centros Comunitarios de Salud Mental y Adicciones (antes UNEME-CAPA) para atender a una población de más de un millón 800 mil personas. Con la instalación de los 12 Centros Colibrí, la disponibilidad y accesibilidad a estos servicios aumentó significativamente.

No obstante, este aumento no fue únicamente cualitativo. Los Centros Colibrí están diseñados desde una perspectiva que ha revolucionado la atención del consumo de sustancias sicoactivas a nivel internacional llamada reducción de riesgos y daños. Esta perspectiva ha guiado la implementación de políticas de salud pública en distintos países de Norteamérica, América Latina y Europa que han buscado dejar atrás la estigmatización y discriminación de las personas usuarias de drogas y transitar a modelos respetuosos de los derechos humanos.

La reducción de riesgos y daños parte del reconocimiento de que no todo uso de sustancias sicoactivas equivale o termina en una adicción. Los datos del Informe Mundial sobre Drogas de la ONU confirman año con año que sólo una décima parte de la población que consume drogas en todo el mundo presenta un uso problemático. Trabajar desde este enfoque ha permitido a los Centros Colibrí construir una oferta de servicios que atiendan a una población que históricamente ha sido relegada de los servicios de salud: las personas usuarias de drogas que no presentan un uso problemático o una adicción. Estos servicios son claves para prevenir el desarrollo de adicciones, así como para ayudar a las personas a identificar cuándo necesitan ayuda y dónde pueden obtenerla.

Por otro lado, la reducción de riesgos y daños plantea que lo contrario a las adicciones no es la abstinencia, sino la conexión social y la garantía de derechos. Por esto, el personal de los Centros Colibrí ayuda a las personas a vincularse con distintos servicios públicos para mejorar su salud y su calidad de vida. Adicionalmente, la ubicación de la mayoría de los Centros Colibrí dentro de las Utopías plantea reconocer a las personas usuarias de sus servicios como personas dignas de gozar la demás oferta pública de la alcaldía.

Finalmente, la propuesta de los Centros Colibrí plantea reconocer que quienes usan sustancias sicoactivas no son delincuentes, sino personas con derechos. Desde esta mirada, ha diseñado sus actividades para no replicar los mitos y estigmas que prevalecen, así como para informar a la población en general, con el objetivo de sustituirlos por información sobre sustancias sicoactivas basada en evidencia.

Los Centros Colibrí son un ejemplo de que es posible implementar políticas públicas para la atención integral del consumo con un enfoque comunitario y desde la perspectiva de reducción de riesgos y daños. Sin duda, sería deseable que este modelo pudiera extenderse hacia el resto de la Ciudad de México y el país.