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De la otra ciudad

El apoyo oficial impulsó al grupo

Cooperativa une talento de cientos para crear y vender artesanía local

Todo empezó con una Catrina y las ganas de promover a artistas de todo el país convocados por redes sociales

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▲ Tania Morales y Lázaro Trujillo, integrantes de Artezanía Raíces Mexicanas, impregnan mucha pasión a su labor en la que resaltan la herencia cultural.Foto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Domingo 3 de septiembre de 2023, p. 25

La experiencia de Tania Martínez Aguilar en la capacitación de artesanos para la mejora de sus diseños, la de Lázaro Trujillo Ramos como gerente de tiendas de recuerdos en museos, más el interés mutuo por preservar y difundir el arte popular mexicano, gestaron un negocio que, con sus creaciones, se afianzó como empresa cooperativa, en particular catrinas y calaveras policromadas de barro y cartonería. La sociedad provee a locales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Castillo de Chapultepec y el Templo Mayor.

La historia de Artezanía Raíces Mexicanas inició hace 13 años, con una catrina de Capula, Michoacán, que Tania obsequió a Lázaro, entonces gerente de la tienda del Museo Nacional de Arte, quien la tenía en su escritorio; siempre que le preguntaban por su precio decía que no estaba en venta, hasta que una vez le propuso a su amiga: “tráete catrinas”.

Al principio Tania se resistió, soy malísima para las ventas, pero él no y arrancaron con cinco, se dieron de alta como proveedores para comenzar con alfarería de Michoacán y las catrinas que introdujeron en las tiendas de museos.

Ella explica que fue desde esa entidad porque allá trabajó impartiendo cursos a artesanos para mejorar y crear nuevos diseños; primero realizó su servicio social de la licenciatura en diseño industrial de la Universidad Autónoma Metropolitana y luego fue contratada por el gobierno del estado.

Al dejar de prestar sus servicios en Michoacán, laboró con artesanos de Morelos, tenía que capacitar a ocho y los que sacaran mejores diseños representarían a México en la Feria Internacional de Milán, Italia. Así fue como conocieron a Rubén Flores Apáez y Gastón Aguilar Flores, de Arte Plumario Kozamalotl (arcoíris, en náhuatl) expertos en esa técnica con la que realizaban cuadros de aves, peces, mariposas o paisajes más elaborados, joyería y otras piezas decorativas, para luego volverse socios fundadores de la cooperativa.

También viajaron a ese país como expositoras Pamela Munro y Silvia Juárez, de quienes Tania y Lázaro aprenderían el arte de la cartonería. Recuerdan algunas peripecias para sufragar los gastos de la travesía: ambas recuperaron unas piezas de Frida y Diego que estaban arrumbadas en el Museo Frida Kahlo y que Tania y Lázaro restauraron para exponerlas en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, en 2013, donde invitaban a la gente a tomarse fotos con ellas y hacer un donativo –luego recorrieron otros lugares como la Casa Estudio Diego Rivera y la Torre Latinoamericana–.

Reunimos como 7 mil pesos y surgió la propuesta de montar allí mismo, en Minería, una exposición de catrinas en noviembre; aceptaron el reto y recorrieron varios estados del país para invitar a artesanos, convocaron a estudiantes de la Escuela de Artesanías del Instituto Nacional de Bellas Artes a elaborar piezas de las que seleccionaron las mejores e hicieron, además, una invitación pública en redes sociales para los que quisieran llegar con sus piezas.

La Internet, su gran aliada

Fue una labor extenuante, pero reunieron alrededor de 250 catrinas de distintos materiales y técnicas y en la exposición tuvieron más de 18 mil visitantes; la actividad se repitió el siguiente año, con alrededor de 20 mil asistentes. En 2016, con unas 300 piezas, montaron una tercera muestra en el Museo Regional Mixquic, en Tláhuac, que fue visitada por más de 40 mil personas.

Ese año, para asegurar su producción, además de sus propias creaciones de catrinas y cráneos de cartonería, comenzaron a decorar piezas de barro que les proveían artesanos alfareros de diferentes entidades; también distribuyeron las creaciones de Rubén y Gastón, ampliaron su oferta con otras actividades como la encuadernación, los objetos de madera tallada y con arte huichol.

Al año siguiente, por sugerencia de una artesana cooperativista de Tláhuac, Tania, Lázaro, Rubén y Gastón se constituyeron como empresa cooperativa, a la que se sumó Celina, hermana de la primera. Eso les permitió acceder a apoyos del programa de constitución y fortalecimiento de empresas sociales solidarias de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo del gobierno capitalino, con los cuales adquirieron herramientas, maquinaria, mobiliario, equipo, materiales y otros insumos que les facilitaron cumplir compromisos, como la intervención de tres motonetas de un fabricante francés a quien también le hicieron 90 cráneos decorados con el logotipo de su marca.

Con eso sobrellevaron la pandemia, cuando los museos cerraron, al incursionar en la venta en línea por sus redes sociales en Facebook e Instagram, donde están como @artezania.raicesmexicanas y en WhatsApp en el +52 55 2759 0673, realizamos 23 ediciones de venta en vivo y nos fue superbién, recuerda Tania.

Mientras encuentran otros lugares para la exhibición y comercialización de sus artículos, como el museo Franz Mayer –donde entrarán próximamente–, comparten su meta de llegar a tener su propia tienda, Lázaro cuenta su aspiración de tener un museo andante, un autobús adaptado en el que además de mostrar y vender sus productos impartan talleres que contribuyan a preservar las técnicas tradicionales y que la gente no sólo valore nuestro trabajo, sino el de otros artesanos que hacen cosas maravillosas.