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Nuevos hallazgos del GIEI en la muerte del normalista Julio César Mondragón
 
Periódico La Jornada
Miércoles 26 de julio de 2023, p. 6

La atroz tortura y muerte de Julio César Mondragón Fontes, uno de los tres normalistas de Ayotzinapa ultimados durante los hechos de la noche de Iguala el 26 de septiembre de 2014, también ha sido objeto de versiones engañosas, ocultamiento y omisión de la justicia, como los de los 43 desaparecidos.

La versión oficial que se sostuvo en el expediente armado por la ex Procuraduría General de la República sostuvo que el cuerpo fue encontrado a las 8:30 de la mañana del día 27 por personal del 41 Batallón de Infantería en la zona industrial conocida como El Andariego. La unidad fue alertada por una llamada anónima.

Pero a lo largo de la investigación del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) surgieron otras dos versiones, todas contradictorias. Una, que fue el Batallón 27 el que hizo el hallazgo a las 10:20 de la mañana. Una fuerza de reacción se movilizó por una llamada recibida en el C4.

Y hay un tercer documento que contradice los dos anteriores, generado por la 35 Zona Militar, identificado como GAOI 27 de septiembre, que informa el descubrimiento de un cuerpo sin vida del sexo masculino en inmediaciones del poblado de Mexcaltepec, por Taxco. La información forma parte de un reporte realizado por el responsable de derechos humanos de la Sedena, acompañado por la fotografía del muchacho, ya sin rostro, que circuló profusamente desde esa madrugada.

Estas contradicciones en documentos oficiales del Ejército sobre dónde, a qué hora y quién encontró el cadáver de Mondragón Fontes, así como cuáles autoridades hicieron las diligencias iniciales y levantamiento del cuerpo, no han sido aclaradas a lo largo de casi nueve años.

Mondragón Fontes, oriundo de Tenancingo, estado de México, había ingresado recientemente a la Normal. Estaba recién casado con una normalista de Tlaxcala, Marisa Mondragón, y 15 días antes había nacido la pequeña hija de ambos, Melisa Sayuri.

Junto con sus compañeros, acudió a la toma de autobuses a Iguala para la marcha del 2 de octubre. Él iba en uno de los tres autobuses que fueron detenidos y atacados en la calle Juan N. Álvarez de Iguala. Estaba entre ese grupo cuando llegaron periodistas de Chilpancingo a ese punto y se organizó una improvisada rueda de prensa. Cerca de las 10:30 de la noche se produjo un nuevo ataque. Según testigos protegidos, Julio César salió corriendo para huir y se internó en un sitio solitario.

Ante la falta de una investigación seria sobre este homicidio, las autoridades filtraron a la prensa la versión de que este chico era infiltrado de Los Rojos, el cártel rival de Guerreros Unidos. Columnistas de renombre nacional compraron acríticamente esta calumnia revictimizante. El GIEI también investigó esta línea a fondo y no encontró una sola evidencia al respecto.

Otra omisión en la averiguación se refiere al celular de Julio César, pues a pesar de múltiples solicitudes, el GIEI nunca obtuvo la sábana de la línea telefónica.