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Baborigame: vivir (y morir) en el Triángulo Dorado
D

olor, incertidumbre y terror. Así puede resumirse el ánimo en Baborigame, vasta sección municipal de Guadalupe y Calvo, en la sierra de Chihuahua.

La ubicación del pueblo, que debería ser fuente de su fortuna, es causa de su infortunio. Enclavada donde se juntan Chihuahua, Sinaloa y Durango, esta población fue por mucho tiempo un importante centro de producción de mariguana y amapola. El aislamiento, la falta de infraestructura, el olvido de los gobiernos hizo que muchos de sus habitantes se dedicaran al cultivo y procesamiento de enervantes para sobrevivir. Baborigame, toponímico ódame (tepehuán) lo empezaron a llamar Baborigoma.

La mariguana y la chutama cuando menos le daban a la gente qué comer. Empleaban a los jóvenes, que no tenían que emigrar. Era una actividad heredada por generaciones. Un solo cártel dominaba el territorio y no había ­enfrentamientos.

Sin embargo, la legalización de la mariguana y el auge de las drogas sintéticas tumbaron el precio de la mariguana y la amapola. La goma de ésta, que antes se pagaba a 40 pesos el gramo, ahora se paga a cuatro pesos. Esto acarreó la crisis económica y mucha gente tuvo que desplazarse por la falta de empleo y de ingreso. El hambre y la desnutrición empezaron a hacer presa de quienes se quedan.

Otros factores vulneran terriblemente a las familias de la región: la tala clandestina, a la que los grupos criminales acuden para resarcir lo que pierden con la baja de precio de los enervantes. Se están devastando los últimos bosques primigenios de la Sierra Tarahumara. Las comunidades no pueden oponerse porque están amenazadas por los cárteles. Amenazas que incluso llegan a través de los radios de banda civil.

Por si fuera poco, hace dos años empezaron a llegar a algunas poblaciones sicarios del cártel Jalisco Nueva Generación, y siembran la violencia contra las poblaciones que ellos piensan que alguna vez apoyaron al cártel de Sinaloa.

El desplazamiento se ha hecho recurrente, la gente tiene que dejar sus casas, sus ranchos, sus poblaciones, por el terror a los malandros, por las amenazas, porque le arrebatan su bosque, porque no hay posibilidad de cultivar la tierra. Y recientemente, por la cada vez más severa sequía, generada y agravada por la tala masiva de los bosques. Es el caso de la comunidad de Mala Noche. Tienen que dejar la población, porque los criminales los corren, les piden que trabajen para ellos o los matan.

¿Por qué si esta zona ya no es rentable para el cultivo de enervantes llegan nuevos cárteles a disputarse el territorio? La respuesta la da el maestro en desarrollo rural Álvaro Salgado, con muchos años de experiencia en el acompañamiento a comunidades indígenas: porque el Triángulo Dorado, tiene un subsuelo rico en oro, por eso se le ha denominado así. De hecho, hay varias compañías canadienses haciendo labores de exploración y de explotación minera en las localidades vecinas. Para Álvaro, el crimen organizado está en una etapa de control territorial y de la población, condición necesaria para implementar nuevos usos de suelo, la imposición de proyectos extractivos como minería, o la implementación del mercado especulativo de bonos de carbono, o la extracción criminal del bosque. Para preparar el terreno a las mineras y luego para cobrarles derecho de piso, protección, participación en las ganancias.

Para las organizaciones criminales y para las mineras trasnacionales entre menos población haya que se oponga al extractivismo forestal o minero, mejor. La sierra es fuente esencial del agua para la minería a cielo abierto, la agricultura comercial de los valles de Sinaloa, Sonora y Chihuahua y la industria embotelladora. Estos intereses se enfrentan a los usuarios autóctonos de agua en una guerra territorial aguaje por aguaje, bosque por bosque, parcela por parcela.

El Estado se hace muy poco presente acá donde el Estado es ellos, los sicarios. El Ejército no interviene eficazmente para detener la tala y el terror. El programa Sembrando Vida, si bien sirve para que haya algo de circulante y haya menos migración, ha favorecido también el alcoholismo. En Baborigame desde las 8 de la mañana se ve por las calles a hombres y mujeres bebiendo cerveza, sin que nadie ponga un alto.

Si el Estado se decidiera podría revertir las cosas en favor de la gente de esta región. Es una zona fértil, con muchas posibilidades de producción agrícola, frutícola, ganadera y forestal, si se explota adecuadamente el bosque. Además, sería muy viable promover la minería en pequeña escala que beneficia principalmente al gran número de gambusinos locales, sin dañar el ambiente ni contaminar las corrientes de agua, como las explotaciones a cielo abierto.

El triángulo ha sido dorado y tal vez lo siga siendo para todos: narcos, talamontes, mineras, cerveceras; menos para los pueblos originarios y los mestizos de por acá. En este municipio, de los más pobres de México, ya es tiempo que el Estado se decida y emprenda junto con la gente, desde abajo, un proyecto de desarrollo como ella lo conciba, aunque no sea dorado, pero cuando menos digno.