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Batalla de satélites tiene lugar 40 años después del proyecto la guerra de las galaxias de Reagan

Cientos de esos aparatos son utilizados con fines militares y de inteligencia, según oficina de la ONU

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▲ El Pentágono afirma que China dispone de estaciones láser terrestres que pueden interferir los satélites o inutilizarlos. Es de suponer que Estados Unidos y Rusia tienen o están desarrollando capacidades similares.Foto archivo
 
Periódico La Jornada
Viernes 24 de marzo de 2023, p. 5

Washington. Una nueva batalla de satélites se desarrolla en la estratosfera, 40 años después de que el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan (1981-1989) sorprendiera al mundo con su proyecto de la guerra de las galaxias con el que buscaba llevar la competencia nuclear al espacio.

En buena medida porque superaba por mucho la tecnología de la época, la declaración de Reagan del 23 de marzo de 1983 sobre la carrera espacial emprendida por Estados Unidos para superar a la Unión Soviética, en el marco de la guerra fría, tuvo pocas consecuencias.

Pero recientemente, el espacio se ha convertido en epicentro de una competencia diferente de aquella que imaginó Reagan. En lugar de misiles lanzados desde una órbita para atacar rivales, miles de satélites están ahora en el centro de una dinámica a veces tensa entre Estados Unidos, Rusia y China.

Y EU parece no tener una clara ventaja: China, en particular, exhibe una capacidad para competir e incluso superar a su rival.

El nombre oficial del programa de Reagan era la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI, en inglés).

Pero inmediatamente se le conoció como la guerra de las galaxias, por la película de ciencia ficción en la que naves batallan en el espacio con armamento futurista.

Allí es donde Estados Unidos debía dominar, según Reagan.

He tomado una decisión que ofrece una nueva esperanza para nuestros hijos en el siglo XXI, dijo, evocando el filme Star Wars: Una nueva esperanza, de 1977.

La seguridad mundial ya no se basaría en el principio de que Estados Unidos y los soviéticos podrían sobrevivir a un intercambio nuclear: la llamada doctrina de Destrucción Mutua Asegurada (MAD, en inglés), señaló.

En cambio, Estados Unidos produciría armas espaciales para pulverizar de manera instantánea cualquier misil nuclear soviético lanzado contra su territorio.

A pesar de que se invirtieron miles de millones de dólares en la SDI para desarrollar armas láser espaciales o de haces de partículas, la idea no pudo llevarse a cabo, debido a la falta de una tecnología que lo permitiera.

Defensa terrestre antimisiles

Una década después, la guerra de las galaxias desapareció para dar lugar a un programa más convencional de disuasión nuclear: Defensa terrestre antimisiles.

Aún hoy, cuando Rusia amenaza a Ucrania con armas nucleares y China acelera la producción de misiles y ojivas atómicas, la doctrina MAD sigue siendo la principal razón por la cual no ha estallado una guerra nuclear.

Hoy los satélites en órbita son herramientas de guerra cruciales y, como columna vertebral electrónica de los conflictos terrestres, son también objetivos primordiales.

En 1983, los satélites eran grandes y muy caros: sólo había unos 360 en órbita.

Acualmente, nos sobrevuelan 9 mil 312, según las oficina de las Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior.

Alrededor de 2 mil 700 fueron puestos en órbita el año pasado, según Euroconsult.

Muchos son pequeños, baratos y sirven para comunicaciones civiles, investigación y negocios.

Pero cientos, si no miles, tienen usos militares y de inteligencia.

Algunos se lanzan como redes de mini satélites para alertar sobre el lanzamiento de misiles balísticos.

Acosadores espaciales

Pero no sólo sirven para misiones de vigilancia.

Washington, Moscú y Pekín han desarrollado acosadores espaciales: satélites que pueden interferir físicamente con otros.

Con brazos robóticos y garras, pueden acechar al satélite opositor y desplazarlo, o doblar una antena para inutilizarlo, señala Brian Chow, analista independiente de políticas espaciales.

Los expertos dicen que los satélites en desarrollo tendrán armas capaces de disparar contra rivales o hacerlos estallar con cargasexplosivas.

Además, tanto China como Estados Unidos tienen programas ultrasecretos de pequeñas naves aeroespaciales, reutilizables, robóticas y aladas, que podrán ser equipadas para dañar a satélites rivales.

Mientras, las superpotencias tienen la capacidad –que regularmente emplean– de interferir con las señales de satélite, algo que hacen desde el suelo y el espacio.

Los tres países también han demostrado que pueden lanzar desde tierra misiles capaces de destruir satélites en órbita.

El Pentágono afirma que China dispone de estaciones láser terrestres que pueden interferir, si no inutilizar satélites. Es de suponer que Estados Unidos y Rusia tienen o están desarrollando capacidades similares.

El Tratado Nuclear del Espacio Exterior de 1967, firmado por la mayoría de países, prohibió poner armas nucleares en órbita.

Pero hay pocas limitaciones a la competencia espacial.

En abril, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, mencionó que su país renunciará a probar el lanzamiento desde tierra de misiles terrestres antisatélite, con la esperanza de que Rusia y China hagan lo mismo, debido a la cantidad de residuos espaciales que esa práctica deja en la órbita alrededor de la Tierra.

Sin normas claras, nos enfrentamos a riesgos innecesarios en el espacio, afirmó.