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Los de abajo

Acompañar a padres y madres de normalistas

S

e confirmó lo que desde hace ocho años se exigió que se reconociera: la desaparición de los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa fue un crimen de Estado. Hay evidencia, rutas, instituciones culpables, y no sólo funcionarios e integrantes del Ejército y de la Marina que actuaron de manera aislada. La posibilidad de que estén sin vida, anunciada también por el gobierno federal, no puede ser valorada hasta que padres y madres fijen su postura. Son sus hijos, y sólo a ellos y ellas corresponde, en medio de un dolor inconcebible, responder al reciente informe de la Comisión para la Verdad y el Acceso a la Justicia en el Caso Ayotzinapa.

Quienes les piden resignación anticipada no los conocen ni han caminado con ellas y ellos. Su dignidad, valentía y coraje han recorrido el mundo entero. Grandes sectores de la sociedad civil hicieron suya su exigencia de verdad y justicia los primeros años, pero algo cambió en quienes, con el actual gobierno, los instaron a no presionar, a gritar menos, a dejar las calles, pues el Palacio Nacional se había abierto. A nada hicieron caso. Son sus hijos, y nadie les pudo ni les puede quitar ese derecho.

Mes con mes vieron cómo, cada día 26, había menos gente en las calles, y en las redes se atrevieron a insultarlos, exigiéndoles que cambiaran su grito de presentación con vida, pues la realidad del tiempo se imponía. Pero estaban preocupados por si durante todo este tiempo sus hijos estaban siendo torturados, si pasaban frío o tenían hambre, pues siempre los pensaron vivos. Por eso, el impacto de la posibilidad de que ya no lo estén fue el más duro de estos 94 meses. Lo cierto es que hoy, a un mes de cumplirse ocho años de la Noche de Iguala, siguen sin saber dónde están y los culpables no están tras las rejas. Lo peor es que no hay nada que les indique que lo estarán. Son avances preliminares y las indagatorias continuarán, les dijeron. Nada.

¿Dónde está la multitudinaria sociedad civil que los acompañó en el periodo peñista? Es hoy el mismo Ejército. La misma Marina. La misma estructura del Estado que se confiesa responsable. Toca estar con las madres y padres. Más que nunca.