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Nosotros ya no somos los mismos

Cotidiana embestida contra la Universidad // Historia de un copista // La rebelión feminista

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▲ Algunas escuelas y facultades de la UNAM han sido ocupadas de forma violenta por embozados, a pesar de que profesores y alumnos las han defendido.Foto Pablo Ramos
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entro de los temas pendientes que había anotado para las siguientes columnetas, luego de que el ínclito jurisconsulto don Eduardo Medina Mora me dejara en paz, estaban, en primerísimo lugar, la bestial aunque explicable y rutinaria embestida contra nuestra gran casa común: la Universidad de la Nación, la cual ha ido in crescendo desde la aciaga fecha en la que tomó el mando del país un egresado del Instituto de Altos Estudios, avalado por los doctos evangelistas ubicados en los portales de Santo Domingo. Esta benemérita institución, que ha logrado encabezar durante décadas los más prestigiados y productivos centros de educación superior de México, ocupa el primer lugar en rendimiento y productividad: está plenamente comprobado que el claustro académico de los llamados Evangelistas de Santo Domingo, es el que, merced a la profunda vocación formativa que los distingue y a su entusiasmo desmedido por la transmisión del conocimiento, es la comunidad educativa que a mayor número de jóvenes anualmente (a veces a la semana), titula, extiende cédulas, certificados, diplomas, maestrías y doctorados.

Bueno, con decirles que el egresado más distinguido de todos los surgidos de esta institución con su solo título de abogado y un aplaudido doctorado en copy paste, logró algunas otras constancias de mayoría (aún más irreales) en las elecciones de gobernador y presidente de la República, en las que resultó virtualmente ganador. Dice Wikipedia: La realidad virtual es un entorno de escenas u objetos que sólo existen de forma aparente, pero que no son la realidad. Así vivimos seis años y ahora todavía hacemos esfuerzos por entender nuestra ceguera o estupidez.

Es por todos sabido que los créditos escolares que necesitó él para su aprobación profesional siguen rindiendo beneficios como créditos financieros a los eméritos académicos que le otorgaron los imprescindibles likes para su titulación. Los créditos que contrajo este fundamental funcionario, ya dijimos, doctor en copy paste, el licenciado don Enrique Peña Nieto, como presidente de la República, los seguirán pagando nuestros bisnietos aún antes de nacidos.

Se me han atravesado demasiadas cuestiones importantes y, además, urgentes para conversar. Sin embargo, no puedo dejar de expresar mi opinión en torno a la tan impresionante como justificada rebelión feminista en defensa de sus derechos fundamentales como seres humanos, esencialmente igualitarios a los humanos del sexo masculino.

Me confieso un feminista radical e intransigente. Tengo causas, razones de todo tipo que avalan o simplemente explican mi postura. En mis elucubraciones he llegado a preguntar: si como los sabios historiadores, antropólogos más reputados consideran que el momento en el que el ser humano logró oponer su dedo pulgar a los otros cuatro nació el origen de la civilización yo, ignaro elemental, me pregunto: ¿Y quién puede afirmar que ese pulgar no estaba integrado a una mano femenina?

Recién me entero de la decisión, muy personal, de Jorge Alcocer, actual coordinador de asesores de la Secretaría de Gobernación, para participar en el proceso de elección de los cuatro ciudadanos que deben integrar el Consejo General del Instituto Nacional Electoral. Si amistosamente no hubo tiempo al comentario personal, me hace entender que fue algo muy íntimo y personal. Que no se trató de una simple decisión de participar en una competencia en la que se sopesan estrictamente conocimientos y referencias esencialmente jurídicas. Alcocer ha sido desde hace años y tiempos políticos un colegislador sin derecho a iniciativa y, sin embargo, promotor de iniciativas que solían ser aprobadas por las distintas bancadas por su racionalidad, necesidad y eficacia. Una libre votación incluiría a Alcocer, no sólo por sus saberes, fuera de toda duda, sino por su independencia de criterio muchas veces demostrada.

También votaría por Carla, no sólo por ser hija de un paisano de mi afecto, sino porque, además de conocedora, estudiosa y honorable, fue capaz de optar en favor de una vida digna y libertaria, frente a la crónica de ¡Hola! que la luciría, por bella, que lo es, como una modelito de esposa sumisa y ejemplar.

Debo demasiado a la multitud. Si me queda tiempo, lo pagaré.

Twitter: @ortiztejeda