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Tumbando caña

Rubén González, en el centenario de su nacimiento // III y última

P

ese a la artrosis reumática que afectaba sus manos, don Rubén González nunca abandonó a su viejo amigo. Él aprovechaba cualquier lugar donde hubiera un instrumento de 88 teclas para desahogar sus emociones musicales. “Es curioso –nos decía– cuando me acerco al teclado desaparece la artrosis.”

Simpático, risueño y con una empatía a prueba de todo, el viejo maestro supo tolerar y superar el padecimiento. Aunque nadie lo llamaba ni lo requerían para trabajo alguno, él empleaba su tiempo de inactividad profesional disfrutando la libertad que experimentaba frente al piano. A veces se reunía con algunos amigos de la infancia para descargar. Tras el afortunado encuentro regresaba a casa caminando con una amplia sonrisa. Su mujer siempre lo esperaba con un vaso de leche, su bebida preferida.

BVSC

La manera en que nos contaba el milagro de su reinstalación en la escena musical gracias al proyecto Buena Vista Social Club era de asombro: “Yo nunca pensé que iba a vivir todo esto. Me imaginaba que esas cosas sólo sucedían en el cine o la televisión… ¡Los resucitaron del mundo de los muertos!”, decía sin contener la risa, refiriéndose a la pila de viejos que conformaban el BVSC. Mira todo esto, comentaba mientras señalaba a un grupo de entusiastas que lo vitoreaban a las afueras del restaurante donde se llevaba a cabo la entrevista. Esto nunca me pasó en mi juventud, ni cuando estuve con Jorrín, contaba y reía, contagiosamente.

Nos decía don Rubén que a lo largo de su historia musical como pianista de orquesta y pianista acompañante le había gustado trabajar con muchos músicos, comenzando por su maestro Arsenio Rodríguez; Miguelito Cuni, quien a pesar de su carácter lo consideraba una voz inigualable; Mongo Santamaría que era un monstruo en las tumbadoras; al igual que con su gran amigo el contrabajista, Fabián García, quien le compuso y dedicó la descarguita Suena el piano Rubén (que yo te estoy escuchando). Pero se sentía especialmente a gusto cuando trabajaba con el Buenavista y acompañaba a Omara Portuondo, Ibrahim Ferrer con quienes trabajaba de memoria.

La última vez que lo vimos tocando en un escenario fue en aquel concierto en el Zócalo capitalino organizado por Discos Corason. El reconocimiento del público que llenó la enorme plancha fue muy estimulante para todos. Don Rubén recibió las muestras de cariño con contenida emoción. Llegó acompañado de un extraordinario conjunto de músicos, la mayoría procedentes del Buena Vista Social Club y de los Afrocuban All Stars: Ibrahim Ferrer, Guajiro Mirabal, Amadito Valdés, Cachaito López, Aguaje Ramos… dirigidos por Juan de Marcos, con quienes repasó algunas piezas incluidas en su primer álbum personal (Helio Orovio habla de un lp instrumental que le precede grabado en fecha incierta) Introducing Rubén González y Chanchullo, que en ese momento estaba por salir al mercado.

Luego habría de regresar dos veces más a la Ciudad de México (2001 y 2002) con el Buena Vista al Auditorio Nacional. Pero no tocó, sólo fue presentado en el escenario para que el público le aplaudiera y se despidiera, ya que el maestro había decidido abandonar la escena para no hacer un papelón. Se sentía malito y pensaba pasar los últimos años de su vida tranquilo, sin el ajetreo de los viajes, en compañía de la familia. Su hijo Rubén lo llevó a Mérida, Yucatán (donde reside), y de ahí lo trasladó a La Habana donde falleció el 8 de diciembre de 2003.

Su deceso conmovió al mundo del espectáculo y de la cultura en general. Se había ido uno de los más ilustres músicos populares y con ello se apagaba una luz guía, como nos dijera recientemente Chucho Valdés, alumno y admirador del maestro, a quien considera una catedral de la música cubana, por lo que ahora, nos dice queda estudiar su música, su técnica y seguir sonando su obra.

Por eso, el 31 de mayo, público y músicos afines, como los pianistas Irving Lara y su hijo Rubén González Jr., se reunirán para brindarle un homenaje festivo por el centenario de su nacimiento. Además, participarán los veracruzanísimos Pregoneros del Recuerdo y la Nueva Nostalgia. La cita es en el salón Los Ángeles a partir de las 20 horas.