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Instalación revela los secretos del desierto de Atacama, en Chile
 
Periódico La Jornada
Lunes 13 de mayo de 2019, p. a12

El filme Nostalgia de la luz (2010), del documentalista chileno Patricio Guzmán, sirvió de inspiración a la ceramista Aurora Suárez (Ciudad de México, 1939) para su instalación Desierto de Atacama, montada en el Museo de Arte Indígena Contemporáneo (MAIC), en Cuernavaca, Morelos.

El documental describe mediante imágenes y entrevistas el trabajo de los astrónomos en el desierto de Atacama, Chile, a 3 mil metros de altura. Suárez retomó algunas de las gráficas y las plasmó con el barro, así como algunos de los textos. No puedo dejar pasar algunas coincidencias entre lo que Atacama guarda en el fondo y lo que en este momento vivimos en nuestro país, que a diario nos confronta con las desapariciones forzadas, las muertes y las fosas donde se encuentran los restos, expresa.

Suárez ilustra su exposición con citas tomadas de la película que se refieren al desierto de Atacama como esa tierra dulce del vino y los mariscos, de la poesía y de tantos cadáveres y desaparecidos. Las estrellas se podían tocar con las manos en Atacama. Ni un gramo de humedad en el aire. En el brillo de la noche, los astros nos observan y en el fondo de los lagos de arena el desierto nos revela un secreto.

A la pregunta, ¿qué hay bajo el desierto de Atacama?, contesta: los restos de cuerpos de hombres antiguos, sus textiles los cubren, también están los de los mineros y más arriba los huesos de las víctimas de 17 años de dictadura de Augusto Pinochet.

Restos de una dictadura

Sobre el desierto de Atacama, ¿qué hay? Abunda: los astrónomos, que con sus telescopios estudian el universo, nos dicen que éste y sus estrellas están formados por calcio, igual que nosotros, los seres humanos. Afirman que el presente no existe, que éste es una puerta al pasado.

Los arqueólogos que investigan a los antepasados nos hablan de la importancia de la memoria al afirmar que los que la tienen son capaces de vivir donde sea, los que no, no viven en ninguna parte. Luego, las mujeres que caminan sobre su superficie en busca de los restos de sus familiares desaparecidos, no lo van a dejar de hacer por aquello de la memoria.

También en el MAIC fue abierta Máquinas del tiempo, exposición de Tatiana Montoya (Colombia, 1961) de obra gráfica y monotipos. Al respecto la artista radicada aquí desde 1991, naturalizada mexicana, dice: “porque el tiempo no es la duración, la medición del primero debe considerar el disfrute de la segunda. Mientras que el primero se puede medir en segundos o en siglos, la segunda sólo se mide a través de instantes e intensidades.

De ahí que se invita al espectador a tomarse unos minutos para dejar desplegar la intensidad de esta obra llena de secretos, movimientos y compases que conectan lo infinitamente pequeño con lo inmensamente grande, hoy día que vivimos en un planeta en que ni los tiempos ni las duraciones son iguales, pues mientras en unos lugares el primero vuela, en otros parece que en realidad no pasa.

Ambas exposiciones estarán hasta el 25 de mayo en el MAIC, avenida Morelos 275, colonia Centro, Cuernavaca, Morelos.