Opinión
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Apuntes postsoviéticos

El comediante ante el Kremlin

E

l comediante sin experiencia política Volodymir Zelensky, elegido presidente de Ucrania con respaldo abrumador debido al voto de castigo que sufrió el mandatario saliente, Petro Poroshenko, pronto se dará cuenta que negociar con su poderoso vecino, Rusia, no es cosa de risa y tendrá que hacerlo porque hereda, entre otros problemas de un extenso catálogo, un conflicto armado en el este del país que ha causado ya más de 13 mil muertos.

Zelensky se impuso con amplia mayoría en todas las regiones de Ucrania –salvo una occidental, Lvov, que votó por Poroshenko–, nació en el este del país cuyos habitantes tienen fuertes lazos con Rusia, se identifica más con la ortodoxia que con el catolicismo, habla mejor ruso que ucranio y, para acabar de destruir la tesis de que Kiev era gobernado por unos golpistas de corte nazi, es judío y su legitimidad en las urnas está fuera de toda duda.

Pero el presidente electo de Ucrania no era el candidato de Moscú, igual que Poroshenko aspira a que su país se incorpore a la Unión Europea y no excluye que algún día ingrese en la OTAN y, preguntado por la prensa, no dudó en afirmar que consideraba como enemigo a Vladimir Putin, el titular del Kremlin.

Esto, dicho con seriedad por un cómico, hizo poca gracia en Moscú, que hasta la fecha no lo ha felicitado por su victoria y aún no define cuál será la nueva línea para denostar a Zelensky, quien al hacer caso omiso de la sugerencia del canciller ruso, Serguei Lavrov, de que reconozca a los líderes separatistas de Donietsk y Lugansk y pacte con ellos las condiciones de autonomía para su permanencia en Ucrania, recibió la noticia de que Putin ordenó facilitar la concesión de la ciudadanía rusa a los habitantes de la zona rebelde por razones humanitarias.

A pesar de las controversias que separan a Rusia y Ucrania, el triunfo de Zelensky –apartado Poroshenko– abre una pequeña ventana para intentar fijar nuevas reglas de convivencia de estos dos pueblos hermanos, distanciados para siempre, cansados ya de un conflicto armado que nada resuelve y sólo genera más derramamiento de sangre.

Los presidentes ruso y ucranio tienen ante sí el gran reto de normalizar la relación bilateral, pero ello será imposible si ambos no hacen concesiones, algunas muy difíciles de digerir por sus respectivos electorados.