Opinión
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Ciudad Perdida

Se acabaron los contratos con el Cusaem // Un ejército de hombres armados desde el Edomex // Lotería Nacional: la suerte para unos cuantos

E

n las oficinas del gobierno federal ha empezado a sonar una noticia que tiene a los integrantes de una agrupación, muy oscura, más que nerviosos. Se trata del Cuerpo de Seguridad Auxiliar del Estado de México, Cusaem, por sus iniciales, que hay quien asegura cuenta con más de 30 mil efectivos y que podría perder sus contratos de vigilancia en las oficinas de gobierno ubicadas en Ciudad de México, por lo pronto.

Se trata de una organización, o mejor dicho una empresa, que vende seguridad como muchas otras en toda la ciudad y el país, pero con ella hay una gran diferencia. Durante el sexenio pasado, y hasta ahora, se encarga de cuidar los edificios públicos que se ubican en Ciudad de México porque es la compañía que desde el estado de México, uno de los más violentos e inseguros del país, creció al amparo y la recomendación de la Presidencia de la República.

Aunque no existen datos precisos, se habla de que el Cusaem logró, en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, contratos por miles de millones de pesos al otorgar seguridad a oficinas de gobierno, empresarios políticos, y todo aquel que pueda pagar el servicio, con lo que ahora es un verdadero ejército de hombres armados.

Habría que decir que los efectivos del Cusaem no pasan inadvertidos para nadie que visita una oficina de gobierno porque visten de negro y usan armas de asalto que no utilizan las fuerzas policiacas de esta ciudad.

Así las cosas, todo parece indicar que el gobierno de Ciudad de México reclamará ser el cuidador y vigilante de los inmuebles que albergan alguna actividad de la administración federal, con lo que el negocio proveniente de alguna parte del llamado Grupo Atlacomulco, que se dice dueño de la idea y su creación, se habrá derrumbado.

Las investigaciones que darán argumentos a las autoridades del gobierno de Ciudad de México para reclamar la salida del Cusaem en tareas de vigilancia que se han mencionado, han llevado a establecer la idea de que la Policía Bancaria e Industrial puede hacerse cargo de las labores que hasta hoy tiene la empresa mexiquense a la que ya se le acabó el sexenio.

De pasadita

Si alguien supone que en la Lotería Nacional sólo juega la suerte, podemos decirle que está absolutamente equivocado y que la institución se convirtió desde hace tiempo en una cueva de ladrones, donde lo de menos era la fortuna.

Para empezar, la nueva administración se halló con que los boletos de la Lotería Nacional que no se vendían eran custodiados por grupos que se dedicaban a esconderlos hasta después de pasado el sorteo para escoger aquellos que tuvieran premio. Los únicos que no se cobraban eran los reintegros, comenta uno de los nuevos directivos de esa institución.

Los funcionarios del organismo cobraban muy buenos dividendos sin arriesgar ni hacer caso a su suerte. Se dice que muy pronto se anunciarán nuevos derroteros para esa institución para la asistencia pública. No sólo las denuncias, sino también el proyecto de fusionar todas las entidades dedicadas al juego en una sola en la que la suerte deberá tener preponderancia.

Hoy, las nuevas autoridades están más que espantadas: también se encontraron con un sindicato que más que proteger al trabajador alimenta a los líderes que, por ejemplo, aunque ya estén jubilados, reciben un jugoso bono de fin de año. En fin, el asunto es que no hay lugar en la administración o en los gobiernos de la República donde la corrupción no exista, donde se pisa salta un hecho de ese tipo y ahora en la Lotería Nacional, a decir verdad aún no se ve el fondo en este teje y maneje de ¿la suerte?