Opinión
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Ciudad perdida

Morena: ¿corromper para ganar?

L

os portadores del virus que mató al PRD, aunque lo nieguen, parecen no entender que fueron los acuerdos que forman mayorías ficticias y traicionan fundamentos los que se convierten en rémoras que sobreviven alimentadas por los despojos del poder.

Es entendible que en Morena se busque apoyar todas y cada una de las ideas que propone el presidente López Obrador, pero lo que no se puede entender es que para ese fin se traicione al propio López Obrador.

Vamos por partes: muy pocos –cada vez menos– militantes del PRD suponen que su partido hoy obedece a una filosofía de izquierda, y por ello no ven en su labor ninguna intención política que les indique cuál será el derrotero partidista, pero saben que siempre hay que tener en el clóset el uniforme de algún otro organismo político con el que la cúpula construya acuerdos.

Así las cosas, hoy pueden ser azules, mañana tricolores, o naranjas o morenos, eso sin dejar de lado a cualquier sigla de derecha que sostenga una buena oferta para mantenerse en circulación, es decir, con las prerrogativas que les den oxígeno.

Pero hoy se sabe dentro del mismo partido que los dineros no alcanzan para todos, y mientras unos suponen que podrán repartirse lo que ahora se recibe institucionalmente, otros han puesto a la venta su fuerza legislativa, o mejor dicho, las migajas políticas que inclinan la balanza.

Así la historia, hay un puñado de votos en oferta que Morena pretende allegarse consciente, tal vez, de que la mayoría que aprobará sus proyectos de ley es falsa, y por ello no podrá contar con la legitimidad que requiere el gobierno del cambio.

¿Legales?. sí. ¿Legítimas?, quién sabe, diría ya saben quien, pero lo peor es que terminaríamos igual que en el pasado inmediato: corrompiendo para ganar batallas, y eso no debe ser aceptado de ninguna manera en Morena, que debe cuidar la legitimidad que se ganó en la elección pasada.

Morena tiene de su lado a la gran mayoría de la población, así que tal vez por lo que debe luchar junto con sus electores es crear una opción a los atorones legislativos que pueden dañar los diseños de gobierno.

La idea sería que cuando en las cámaras no se pueda llegar a un acuerdo para que transiten algunos cambios a la ley, se consulte a la gente y con resultados vinculatorios se dé cauce o se rechacen los proyectos de ley que se hubieran atorado.

Mediante esa idea se impediría el mercado de votos legislativos que hoy se da en las cámaras. Claro que sería difícil adaptarse a una forma limpia de construir leyes, pero seguramente la Cuarta Transformación lo merece. Es más, adoptar una forma de legislar con la gente en cierto tipo de circunstancias podría ponerle pies sólidos al gobierno.

El asunto es que el virus de los acuerdos malsanos, como el Pacto por México, no debería repetirse, y no sólo porque mata partidos (PRI y PRD), sino porque hieren profundamente al país y a sus habitantes.

Las leyes que provengan de acuerdos poco probos, que cobren legalidad en las cámaras pero que sean cuestionadas por la población nunca serán adoptadas por la mayoría. En pocas palabras: no servirán. Y en cuestiones como las que hoy se discuten se requiere, de todas, todas, el apoyo no de un puñado de legisladores, sino de comprensión y el respaldo de la gente. Lo demás, aunque se pretexte como por el bien de la patria, siempre será falso. Aguas.

De pasadita

Tiene razón el senador Monreal, él no es diputado, como escribí, y por ello ofrezco disculpas.