Ruptura de protocolo y boato en San Lázaro
Acción Nacional rompió su compromiso de abstenerse de incurrir en escándalos
Domingo 2 de diciembre de 2018, p. 2
Andrés Manuel López Obrador, rindió protesta como presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, resultado de su contundente triunfo en la elección del pasado primero de julio. Salvo la ruptura del compromiso de los panistas por no incurrir en escándalos, la ceremonia solemne de Congreso General se solventó con el atronador coro de los tres ¡Viva México!
que el mandatario enunció el terminar su alocución.
La ruptura del protocolo y boato tejido durante décadas en las administraciones del PRI –a las que dio continuidad el PAN–, y el temor que generaba la ausencia del Estado Mayor Presidencial (EMP) en torno al ceremonial, se despejó por la fuerza y respaldo popular con que López Obrador llegó a San Lázaro.
Desde las 6 de la mañana en el Palacio Legislativo el frenesí y la ansiedad por asistir a la toma de posesión del nuevo Presidente se apoderaron de los ánimos de reporteros, fotógrafos y camarógrafos. Decenas de ellos –quienes habían pernoctado a las afueras del recinto– se instalaron en el balcón de prensa. Afuera, los integrantes del Ejército Mexicano, vestidos de civil, controlaban la seguridad, y dentro los empleados de resguardo garantizaron la integridad de los asistentes, incluidos 25 dignatarios y decenas de representantes diplomáticos.
A las 9 de la mañana con cuatro minutos, con un quórum de 448 de los 500 diputados y 110 de los 128 senadores, se inició la sesión de Congreso General. Dificultosamente el presidente de la mesa directiva, Porfirio Muñoz Ledo, se hacía entender. En contraste con el estilo de reflejar en los accesorios los colores del partido al que se pertenece, el diputado se anudó para la ocasión una corbata amarilla, usual en el perredismo. Los partidos políticos emitieron su respectiva postura en torno al futuro gobierno. Y dos horas después comenzó la transmisión del poder presidencial.
En dos minutos, Andrés Manuel López Obrador se convirtió en el nuevo mandatario. Se comprometió con el juramento al que lo obliga la Constitución, y al cual introdujo el concepto de democracia: Honorable Congreso de la Unión, pueblo de México: protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido de manera democrática, mirando en todo por el bien y la prosperidad de la unión. Y si así no lo hiciere, que la nación me lo demande
.
Se convirtió así en mandatario constitucional y continuó el ceremonial descrito también en la Carta Magna. De inmediato, Enrique Peña Nieto, instalado en el costado izquierdo de la presidencia cameral, se despojó de la banda presidencial, la entregó a Porfirio Muñoz Ledo, quien en un movimiento inusual la sostuvo al frente durante unos segundos –como si se tratara de un objeto de ofrenda– y la entregó al Presidente de la República.
López Obrador la llevó al pecho y, asistido por un cadete del Heroico Colegio Militar, se la ajustó. Extendió los brazos agradecido y los cientos de asistentes le respondieron con aplausos y ovaciones: ¡Presidente, presidente, presidente! ¡Es un honor estar con Obrador!
Sin el EMP, la guardia de honor de las fuerzas armadas estuvo a cargo de tres cadetes, de los heroicos Colegio Militar y del Aire, y de la Heroica Escuela Naval Militar.
En los balcones del primer piso del salón de Plenos ya se habían instalado los invitados especiales. Michael Pence, vicepresidente de Estados Unidos, acompañado de Ivanka Trump, hija del mandatario estadunidense, ocuparon el palco A, junto a los gobernadores de California y de Texas. Al costado, en el palco central, la familia de Andrés Manuel López Obrador, su esposa Beatriz Gutiérrez y sus cuatro hijos.
No obstante, el servicio protocolario de la ceremonia situó a la hija del magnate junto a la esposa del Presidente de la República. Ahí se instalaron Juan Ramón de la Fuente y Alfonso Romo. Se esperaba con expectación el arribo de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, pero a esa hora venía aún en vuelo de Caracas a Ciudad de México.
En el balcón de prensa los reporteros atendían lo que sucedía en el contiguo, destinado a invitados especiales. Antes de que López Obrador asumiera, se observó a un Carlos Slim afable que tomó fotografías del recuerdo a los gobernadores y charló largo con el de Chiapas, Manuel Velasco, y el tabasqueño, Rafael Marín Mollinedo, considerado uno de los hombres de confianza del Presidente de la República.
El poderoso empresario grabó en su teléfono celular todo el discurso presidencial. En ese sitio los gobernadores de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas; el de Oaxaca, Alejandro Murat; del estado de México, Alfredo del Mazo –iniciada la ceremonia– atendieron y aplaudieron los anuncios del mandatario, mientras Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, ni se inmutó por los efectos que producía el mensaje entre los personajes a su alrededor.
A unos días de que la autoridad electoral decida la impugnación del caso Puebla, y como en política la forma es fondo, la única gobernadora electa no invitada fue la esposa de Rafael Moreno Valle, Martha Érika Alonso, y sí, en cambio, se convocó a Miguel Barbosa, ex candidato a gobernador por Morena.
Entre los invitados especiales se encontraban grandes empresarios como Miguel Alemán Velasco, Carlos Hank, Miguel Alemán Magnani, Bosco de la Vega, incluso El Toro de Etchohuaquila, Sonora, Fernando Valenzuela.
Manta y gritos
En su afán de rechazar la presencia de Nicolás Maduro, los panistas, encabezados por Juan Carlos Romero, Josefina Vázquez Mota, Kenia López y Gustavo Madero, llegaron al extremo del ridículo cuando el Presidente mencionó, entre la lista de invitados especiales al mandatario venezolano. De inmediato los panistas desplegaron bajo la tribuna una manta que rezaba ¡Maduro, no eres bienvenido!
Afanosos, voltearon y gritaron hacia las galerías: ¡Dictador, dictador, dictador!
Sólo que el objeto del reclamo panista aún no llegaba a México.
Después de un discurso de una hora y 22 minutos, el presidente salió de la Cámara de Diputados entre aplausos de los diputados y senadores de Morena, PES y PT. Al trasponer la puerta en dirección del vestíbulo, se encontró con la delegación de Estados Unidos. Saludó al vicepresidente Pence y a Ivanka Trump. Acompañado de su esposa, el presidente Andrés Manuel López Obrador dejó San Lázaro, para trasladarse a Palacio Nacional.