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Jesús Simental, ecos del 68
J

esús Simental Banderas, dirigente estudiantil durante el movimiento del 68 en el Politénico, murió este 22 de noviembre en Chihuahua.

Nació en Camargo, Chihuahua el 8 de abril de 1947. Cuando tenía siete años la familia se mudó a Ciudad Juárez donde conoció a los hermanos José María y Eligio Calderón, hijos de un cirujano oculista muy culto. En 1965, después de concluir la preparatoria se fueron los tres a la Ciudad de México, ellos se inscribieron en la UNAM y Jesús en el Politécnico, primero en la Escuela de Química y después en Fisicomatemáticas, donde había mucha actividad política. Raúl Álvarez, de la juventud comunista, controlaba la sociedad de alumnos. Año tras año ellos ganaban, entonces Jesús organizó a los estudiantes de provincia y en 1967 ganaron las elecciones de la sociedad. Ya como dirigente le tocó organizar el apoyo a la huelga de la Escuela de Agricultura de Ciudad Juárez.

En marzo de 1968, Eli de Gortari participó en un ciclo de conferencias y en algún momento dijo a los jóvenes que tenían que agradecer al presidente Díaz Ordaz que les había dado la ciudadanía a los 18 años, Jesús se puso de pie y dijo: “Oiga maestro, con todo respeto, usted será matemático, filósofo y todo lo que quiera, pero está muy equivocado. Este cabrón nos está dando la ciudadanía a los 18 años para meternos al bote antes de cumplir los 21. ¡Qué votar ni qué votar, pa’ qué chingados queremos votar si siempre gana el PRI!”

Con estos antecedentes, la Escuela de Fisicomatemáticas se colocó en la vanguardia de la huelga, de aquí surgieron las primeras iniciativas de organización. Después de iniciarse la huelga el 30 de julio de 1968, Jesús asumió la responsabilidad de organizar la vigilancia del Consejo Nacional de Huelga junto con Jorge Poo y varios compañeros formaron un comando que también se dedicó a limpiar las vocacionales de porros. Otra de las acciones fue que Poo ubicó el lugar donde se guardaban los camiones del Politécnico y a mediados de agosto Simental planeó la estrategia para tomarlos, prepararon choferes voluntarios entre los estudiantes y sacaron más de 20 camiones que repartieron en todas las escuelas.

Después del 27 de agosto Jesús se trasladó a Ciudad Juárez y organizó la huelga. Los agentes de la Dirección Federal de Seguridad ubicaron a Jesús como la cabeza intelectual y el 16 de noviembre lo secuestraron, se lo llevaron a Casas Grandes, lo amarraron a las vías del ferrocarril y le hicieron simulacro de que lo dejarían para que lo hiciera pedazos el tren. Después los soldados lo llevaron a la ciudad de México directamente con el secretario de la Defensa, García Barragán. Los estudiantes de Ciudad Juárez se levantaron hasta que lo dejaron en libertad en marzo de 1969. Saliendo de la cárcel se incorporó a la actividad del movimiento estudiantil. Jesús se convirtió en el líder del Politécnico más inteligente y audaz. Algunos de los dirigentes emblemáticos del CNH presos en Lecumberri intentaron imponerle jerarquías, ellos asumían que podían dirigir desde la cárcel; no comprendían –y nunca comprendieron– que había surgido una nueva generación que los había rebasado.

En julio de 1970 se integró al movimiento campesino del norte de Durango, pero las cosas no salieron bien y en octubre de ese año se regresó a México. En 1972 fue aprehendido por la Dirección Federal de Seguridad. La vida de Jesús en Lecumberri fue un infierno: el director del penal, Arcaute Franco, se la sentenció de que le iban a aplicar lo mismo que a Pablo Alvarado que había sido asesinado meses antes: intento de fuga. Jesús salió de la cárcel muy lastimado, pero nunca perdió el talento como profesor de matemáticas y como estratega político, poseía una inteligencia poco común.

Murió conservando la lucidez absoluta, pero muy deteriorado físicamente. Nunca escuché de su parte ninguna muestra de frustración, menos de arrepentimiento por haber dedicado lo mejor de su juventud a la causa del pueblo, no obstante que estaba plenamente consciente de sus enormes capacidades para haberse convertido en un eminente hombre de ciencia.

Marco Santillán, estudiante en 1968, recuerda: “la capacidad política del Flaco y la reflexión sistemática de los acontecimientos del 68 le llevaron ver la necesidad de dar brújula al movimiento, de sacarlo de las acciones inmediatas, sin rumbo y ver más allá de la lucha por excarcelar a los presos del 68. Jesús es una muestra de pensamiento a la acción, el Flaco hablaba de plantear estratégicamente el papel de los estudiantes, su lucidez resolvió el problema en la línea política Unifiquémonos, documento en el que mostró su capacidad analítica; semejante al enunciado de un teorema, breve y con precisión matemática, expone el quehacer estratégico del movimiento estudiantil, en mi opinión aún vigente. Quizá la característica más humana del Flaco se manifestó en el amor y respeto por sus amigos, su gusto por la poesía, su admiración por personajes como León Felipe y su posición firme y confiada en el devenir.

*Historiador