Sociedad y Justicia
Ver día anteriorViernes 23 de noviembre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Daños irreversibles si no se frena ya la emisión de GEI, advierte ONU
Foto
▲ El CO2 persiste durante siglos en la atmósfera y todavía más tiempo en los océanos; el metanol, el segundo gas más resistente, estableció nuevo récord en 2017.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Viernes 23 de noviembre de 2018, p. 36

Ginebra. Los gases de efecto invernadero (GEI), una de las principales causas del calentamiento global que aquejan a la humanidad, alcanzaron niveles récord de concentración en la atmósfera en 2017, informó este jueves la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que urgió a actuar para invertir esta tendencia.

Los datos científicos son inequívocos. Si no se reducen rápido las emisiones de GEI, y en particular de CO2 (dióxido de carbono), los cambios climáticos tendrán consecuencias irreversibles y cada vez más destructoras para la vida en la Tierra, advirtió Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

El periodo propicio para actuar está a punto de acabarse, advirtió, pocos días antes de la COP 24 sobre el clima, que se celebrará en diciembre en la ciudad polaca de Katowice.

Durante esta cumbre, la comunidad internacional tiene que finalizar el Acuerdo de París para alcanzar el objetivo de limitar el calentamiento climático a menos de 2 °C, o 1.5 °C, respecto de la era preindustrial. El acuerdo insta a los países a revisar al alza sus compromisos que, por ahora, llevan a un calentamiento por encima de los 3 °C.

Calentamiento mortal

La tendencia es preocupante. Hay una diferencia entre la ambición y la realidad, reconoció Pavel Kabat, director del Departamento de Investigación de la OMM, en rueda de prensa.

No podemos tener personas sanas, con acceso a alimentos, a agua potable y a un aire limpio sin ocuparse del cambio climático, explicó la secretaria general adjunta de la misma OMM, Elena Manaenkova, quien señaló que el calentamiento del planeta es claro.

En una carta abierta enviada este jueves a los estados antes de la COP 24, la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, exhortó a la comunidad internacional a tomar medidas eficaces, ambiciosas y urgentes para combatir el calentamiento global. Naciones enteras, ecosistemas, pueblos y modos de vida podrían simplemente dejar de existir, observó.

Según la OMM, las concentraciones en la atmósfera de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), tres gases de efecto invernadero, volvieron a aumentar el año pasado para establecer nuevos récords a escala global.

Y nada indica una inversión de esta tendencia que, sin embargo, es el factor determinante del cambio climático, de la elevación del nivel del mar, de la acidificación de los océanos y de un aumento del número y de la intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos, señala la OMM.

No hay varita mágica

Los gases de efecto invernadero captan una parte de la radiación solar que atraviesa la atmósfera, que de este modo se calienta. Este fenómeno aumentó 41 por ciento desde 1990. Y el CO2 es de lejos el principal responsable de este calentamiento en la Tierra.

El CO2 persiste durante siglos en la atmósfera y todavía más tiempo en el océano. No tenemos una varita mágica para hacer desaparecer la totalidad de este excedente de CO2 atmosférico, reconoció Elena Manaenkova.

Su concentración en la atmósfera alcanzó 405.5 partes por millón (ppm) en 2017, un alza de 2.2 ppm inferior a la registrada en 2016 (+3.2 ppm), periodo durante el cual se observó un potente episodio de El Niño, que causó sequías en regiones tropicales y redujo la capacidad de los bosques y la vegetación para absorber el CO2.

La última vez que el planeta conoció un nivel de CO2 comparable fue hace entre 3 y 5 millones de años: la temperatura era de 2 a 3°C más elevada y el nivel del agua era superior en 10 a 20 metros, respecto del nivel actual, recordó Taalas.

El metano, que figura en segundo lugar entre los GEI más resistentes, estableció un nuevo récord en 2017, representando 257 por ciento del nivel de la era preindustrial.

Los especialistas también observaron el año pasado un recrudecimiento inesperado de un poderoso gas de efecto invernadero que daña en forma sensible la capa de ozono, el CFC-11 (triclorofluorometano), cuya producción hoy se rige por un acuerdo internacional.

Las concentraciones de GEI en la atmósfera dependen de las cantidades emitidas, pero también de las complejas interacciones que se producen entre la atmósfera, la biósfera, la litósfera, la criósfera y los océanos.

El océano absorbe actualmente cerca de un cuarto de las emisiones totales y la biósfera otro tanto.