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Desde el otro lado

México en la encrucijada

D

e nuevo, México está en una encrucijada con Estados Unidos. El intento de por lo menos 2 mil ciudadanos hondureños de llegar a ese país a través del nuestro es motivo de un airado reclamo del presidente Trump para que el gobierno detenga esa caravana de migrantes en la frontera con Guatemala. Otra vez, Washington compromete la soberanía de México al obligarlo a hacer funciones de la patrulla fronteriza estadunidense en territorio nacional. Trump amenazó con cerrar la frontera entre ambos países y militarizarla si el gobierno mexicano no se compromete a detener a los hondureños. No paró ahí, y con su acostumbrado desparpajo, insinuó la posibilidad de enmendar el tratado comercial. (The Washington Post 19/X/18.)

En la nota de La Jornada aparecida el pasado viernes se da cuenta de la zacapela entre los elementos de la Policía Federal y un numeroso grupo de hondureños que intentaron cruzar la frontera por la fuerza. Como apunta el editorial del viernes en este diario: Si bien puede censurarse el ingreso violento de algunos miembros de la caravana, nada puede justificar el uso de la fuerza y el lanzamiento de gases lacrimógenos contra una multitud en la que se encuentran niños y niñas, algunos incluso en su primera infancia.

Llama la atención que, en este contexto, el presidente Trump agradeciera al mandatario mexicano haber cerrado el paso a los migrantes centroamericanos y el canciller mexicano recurriera a Perogrullo para aclarar que la política migratoria de México la deciden los mexicanos. La tensión entre migrantes y Policía Federal no augura nada bueno, pese a que algunos hondureños esperan paciente y ordenadamente recibir el visado de entrada al país. No está clara aún la forma en que se resolverá este asunto, en el que parece no haber soluciones a la medida y donde es evidente que excede, con mucho, el trámite burocrático de un visado.

Era de esperarse que Trump aprovechara el suceso para reiterar el discurso xenófobo y racista que le permitió ganar millones de adeptos y su llegada a la presidencia. Lo inesperado y lamentable es que algunos mexicanos lo hagan suyo y exijan un comportamiento similar.