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Amplia formación en Estados Unidos

El general Manuel Díaz Escobar, clave en la matanza de Tlatelolco y el halconazo
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▲ Los halcones saludan al paso de los camiones del cuerpo de granaderos, sobre la calzada México-Tacuba, el 10 de junio de 1971.Foto Archivo de Paco Ignacio Taibo II
 
Periódico La Jornada
Lunes 15 de octubre de 2018, p. 18

En la capital del país la historia de represión gubernamental contra los movimientos estudiantiles no concluyó el 2 de octubre. Durante seis años –de 1966 a 1972–, el coronel Manuel Díaz Escobar convirtió el Departamento del Distrito Federal (DDF) en centro de operaciones de grupos de choque auspiciados por los regentes, el general Alfonso Corona del Rosal y Alfonso Martínez Domínguez.

Díaz Escobar, El zorro plateado, fue identificado en reportes de la Dirección Federal de Seguridad y de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS), como hombre clave en las masacres ocurridas el 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971.

En esas fechas ostentaba el grado de coronel del Ejército Mexicano, y falleció siendo general divisionario y sin ser llevado ante los tribunales. El zorro plateado fue –según los documentos oficiales– el líder del grupo de francotiradores que actuó el 2 de octubre en Tlatelolco contra militares y asistentes, y también dirigió a los halcones –grupo de choque que atacó a estudiantes el Jueves de Corpus de 1971, en inmediaciones de la Escuela Nacional de Maestros, en la calzada México-Tacuba.

Guantes blancos y negros

Documentos confidenciales que hoy se encuentran en el Archivo General de la Nación (AGN) establecen que Díaz Escobar dirigía grupos integrados por luchadores, barrenderos, cargadores del mercado de La Merced y hasta trabajadores de panteones capitalinos, quienes se distinguían por utilizar guantes blancos y negros para diferenciarse de sus víctimas durante los actos de represión a estudiantes y obreros.

Los guantes blancos fueron utilizados durante la noche del 2 de octubre y aunque la prenda fue utilizada por miembros del Batallón Olimpia, también hay registros de hombres vestidos de civil que la portaban mientras se reprimía a los asistentes al mitin que concluyó con un número indeterminado de víctimas en la Plaza de las Tres Culturas.

Los hombres de Díaz Escobar, refieren los informes confidenciales de la DGIPS fechados el 5 de julio de 1969, que durante el movimiento estudiantil de 1968 se dedicaron a contratacar a los estudiantes de leyes y otras escuelas, y para identificarse entre ellos, usaban un guante blanco en la mano derecha.

Manuel Díaz Escobar nació en Oaxaca en 1919. Fue de los primeros oficiales mexicanos que recibieron entrenamiento en Estados Unidos (EU); realizó estudios en Bolling Field, Washington, en 1943; formó parte de los escuadrones aéreos estadunidenses, que efectuaron el levantamiento de la carta geográfica de la República Mexicana, y estuvo en el 19 Escuadrón de Aerofotometría del ejército de EU.

Entre los años de 1951 y 1954 fue agregado militar en Washington y luego representante de México ante la Junta Interamericana de Defensa, la cual nació con la idea de constituir un colegio interamericano en la materia que pusiera de relieve la necesidad de concentrarse en la defensa hemisférica, no sólo en la ­nacional.

De 1955 a 1971 estuvo bajo las órdenes del general Alfonso Corona del Rosal, y –dato importante en su trayectoria– en octubre de 1966 fue nombrado subdirector de Servicios Generales del DDF, donde comenzó a formar un grupo paramilitar que se encargaba de reprimir, amenazar, golpear e incluso detener a estudiantes, obreros y activistas políticos o sindicales contrarios al gobierno, según los reportes oficiales que se conservan en el AGN.

Corona del Rosal, gastos

El 4 de octubre de 2009, La Jornada publicó en exclusiva que la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) documentó que Corona del Rosal –quien en 1968 se desempeñó como jefe del DDF y era uno de los aspirantes a suceder a Gustavo Díaz Ordaz en la Presidencia en 1970– financió a los francotiradores que dispararon contra el Ejército en la Plaza de las Tres Culturas, lo que desencadenó la matanza de ­estudiantes.

También difundió que el sucesor de Corona del Rosal en el DDF, Alfonso Martínez Domínguez, continuó financiando a Díaz Escobar y su grupo supuestamente conformado por 20 mil personas.

“Oficios obtenidos también en el AGN refieren que el 4 de febrero de 1960, El zorro plateado, Manuel Díaz Escobar, jefe operativo de De la Lux, los francotiradores del 2 de octubre y los halcones en 1971, adquirió 40 pistolas y 25 revólveres Ruby Extra, calibres 22 al 38, según las relaciones de las armas importadas con permisos del Departamento de la Industria Militar, y certificados expedidos por el consulado general de México en Nueva York”, explicó María de los Ángeles Magdaleno Cárdenas, quien en su momento fue encargada del área documental de la Femospp.

La historia de Díaz Escobar también se cruza con otros militares mexicanos considerados anticomunistas, como el general Mario Ballesteros Prieto, jefe del Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional y el general Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor Presidencial, ambos con Gustavo Díaz Ordaz.

Díaz Escobar y Ballesteros Prieto nacieron en Oaxaca, coincidieron en cursos militares y fueron ayudantes de Alberto Salinas Carranza, agregado militar en la embajada de México en Washington en los años 50, que fueron de intensa presión de Estados Unidos sobre el gobierno mexicano para que aceptara la conformación de una fuerza armada continental.

Entre 1972 y 1973, en Chile, las vidas de Díaz Escobar y Ballesteros se cruzaron de nuevo en el tablero de una negra historia: el golpe de Estado de Augusto Pinochet contra el presidente Salvador Allende.

Ballesteros Prieto murió en enero de 1973, precisamente cuando ostentaba el cargo de agregado militar en la embajada de México en Chile, pero Díaz Escobar, quien lo sucedió en el cargo, vivió el golpe de Pinochet en septiembre de ese año. Los exiliados chilenos lo recuerdan como amigo cercano del general golpista, y como el coronel que siempre vigilaba quién era inscrito en la lista de exiliados.