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El violinista en el tejado, una de las obras más vistas en el mundo: Toporek
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▲ Parte del elenco de la puesta en escena, que tendrá dos fechas en Ciudad de México.Foto Notimex
 
Periódico La Jornada
Domingo 14 de octubre de 2018, p. a10

Cuenta Alejandro Toporek que era niño cuando vio en el teatro a Manolo Fábregas dar vida al personaje principal de la puesta en escena El violinista en el tejado, y desde ese momento su vida se volvió teatro.

Años pasaron para que, en 1999, pudiera tener oportunidad de ponerse la piel del lechero Tevye, inoculado en ese lejano 1985 por el llamado Señor Teatro, en el musical que este fin de semana se presenta en Ciudad de México.

Durante casi dos décadas, dice en entrevista, ha interpretado los mismos diálogos y movimientos de ese proyecto escénico, que cuenta con 22 músicos, 30 actores en el escenario y está basado en la novela del autor ruso Sholem Aleijem.

La historia transcurre en la Rusia zarista y plantea de qué manera Tevye trata de mantener sus tradiciones –el judaísmo– en una época cambiante, mientras trata de casar de manera provechosa a sus hijas.

El violinista en el tejado es un montaje que también ha sido llevado al cine, por lo que enfrenta varios retos, y según el actor, el principal es imprimirle su propio sello como histrión, pues es una obra definitivamente muy vista y montada; la más escenificada en muchos países, para lograr que la gente se refleje en ella.

Mi sello es el de la veracidad; llevo 19 años haciendo el protagónico. Empecé en 1999 en el teatro San Rafael, y apunta que fue entre 2004 y 2005 la época en la que alternó con Pedro Armendariz. Imagínate, en 19 años lo que no le he podido encontrar a este papel, afirma.

Entusiasmado con las nuevas presentaciones –13 y 14 octubre en el teatro del Parque Interlomas y el 10 noviembre en el Centro Cultural 1– habla de la transformación que en él ha propiciado hacer el personale: En 1999, cuando empecé a realizar el personaje tenía un año de haberme convertido en papá, por eso tiene más sentido hacerlo. A mí me llena, me hace ser mejor persona, ser mejor papá; entiendo mejor el papel.

Para Toporek, todo lo que dices con música es más bonito; es más fácil de digerir, más fácil de comprender. Te mueve más sentimientos, sensibiliza más tus sentidos; es por eso que espera que “nunca se acaben los musicales, que se vayan transformando.

De alguna forma se han ido transformando, pero es la mejor forma de contar una historia y de transmitirla y verdaderamente acercarte y llegar al corazón del público, afirma.

Sin pensar mucho la respuesta, asegura que El violinista… como muchos otros proyectos de su tipo, seguirán vivos, pues se enriquecen con nuevos ritmos y quizás tecnologías, pero siempre se retorna a “los clásicos, y por eso ves que en Broadway se reponen musicales como Mi bella dama, El Rey y yo y surgen otros nuevos que se van haciendo de películas. Finalmente cuentan una historia nueva”.

Que si los musicales reflejan una realidad, claro, acota, estoy seguro de que sí. Las relaciones interpersonales que se dan en una familia y una vida en comunidad. Cómo manejar los problemas como papá. Es un buen ejercicio de imaginación que el público realiza en cada función y que entiende cómo relacionarlo con su problemática del día a día.

Listo para subirse a las tablas de nuevo en el rol del ruso judío, Alejandro Toporek cuenta que la paternidad lo cambió, como aquella ocasión en que vio a Manuel Sánchez-Navarro, mejor conocido como Manolo Fábregas. Entonces, como ahora, guarda en su memoria lo que lo atrapó del Tevye: Su gran capacidad de amar y de aceptar los cambios ante el amor.