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Audiencia de la CIDH en EU

Piden a la FBI cotejar ADN para identificar a migrantes
 
Periódico La Jornada
Sábado 6 de octubre de 2018, p. 21

Boulder, Colorado., La mexicana Irma Carrillo perdió a sus dos hijos hace casi 20 años y desde entonces no ha parado de buscarlos. La hondureña Jesús Reyes vive un infierno similar en busca de su única hija. Ambas temen que entre los miles de restos de migrantes sin nombre que se acumulan en morgues y fosas de la frontera sur de Estados Unidos puedan estar sus seres queridos.

Este viernes las dos madres, respaldadas por más de 40 organizaciones sociales, oficiales y académicas latinoamericanas y estadunidenses, pidieron a Estados Unidos durante una audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en Colorado que permitan un cruce masivo de la información genética que tienen porque eso podría llevar a la identificación de sus hijos y de miles de migrantes desaparecidos más.

Ustedes tienen la facultad, tienen el poder, necesitamos que el ADN que nos sacaron en Honduras, en el banco forense, pueda ser (comparado) con los restos en Estados Unidos para saber si nuestros familiares están ahí o si están vivos, suplicó Reyes mientras mostraba una foto de su hija.

La petición se abordó por primera vez en la Comisión, un organismo que forma parte de la Organización de Estados Americanos.

En los pasados 10 años diversos colectivos han puesto en marcha iniciativas conjuntas para localizar e identificar a migrantes desaparecidos y cuentan con datos genéticos de más de 4 mil personas. Las autoridades de Estados Unidos llevan años negándose a permitir una comparación masiva con su principal base de datos de ADN, en poder de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) con el argumento de que las leyes se lo impiden.

No creo que haya ninguna discrepancia sobre lo que hay que hacer, contestó a las madres la representante de la FBI en la audiencia, la abogada Paula Wolff. El único problema es determinar cómo se puede lograr.

Limitación legal

Según Wolff, la FBI está limitada a la hora de compartir sus datos por las directrices de una ley de 1994. Sólo puede hacerlo con entidades de justicia criminal, no con laboratorios privados –que son con los que trabajan los colectivos– ni con ONG, y sólo acepta para comparaciones muestras de ADN tomadas en presencia de un policía, algo que muchas veces no es posible.

Hay soluciones, garantizó Roxanna Altholz, directora del departamento de Derechos Humanos de la Universidad de Berkeley (California). Lo que nos está impidiendo atajar la angustia y la preocupación de miles (de familias de migrantes desaparecidos) es la burocracia federal ... y la falta voluntad política.

No hay razón legal ni técnica para no hacerlo, afirmó más tarde durante la audiencia.

Los colectivos aseguraron que ha habido cruces puntuales de información genética con la FBI, lo que a su juicio demuestra que la negativa estadunidense es política, pero la comparación caso por caso, según explicó la antropóloga forense estadunidense Kate Spradley, que trabaja en Texas, es anticuada, costosa e ineficaz.

La comisionada Margarette May Macaulay, quien presidió la audiencia, ofreció la mediación de la CIDH para facilitar el entendimiento. Tengo fe en que intentarán trabajar para solucionar esta indignante situación y dar paz a esta gente.

Otro miembro de la comisión, Antonia Urrejola, solicitó información a Estados Unidos sobre supuestas prácticas de autoridades de Texas que se deshacen de los cuerpos sin debida identificación previa e incluso los creman, pero los funcionarios dijeron que responderían por escrito a todas las preguntas formuladas.

Proyecto Frontera

El mayor esfuerzo para la identificación de migrantes desaparecidos en la región, según el Comité Internacional de la Cruz Roja, es el denominado Proyecto Frontera, cofundado por el Equipo Argentino de Antropología Forense y en el que participan gobiernos y ONG de EU, México, Honduras, El Salvador y Guatemala. Este proyecto ha recopilado más de 3 mil perfiles genéticos e identificado a a más de 180 migrantes.

El caso de Ana Concepción Ortiz es un ejemplo. Salió de El Salvador en 2006 hacia Nueva York y se perdió en Texas. Su cuerpo fue encontrado cinco años y medio después. Su identidad se determinó pasados otros cuatro años en los que estuvieron recopilando cada pieza del cuerpo de ella porque estaba entre 500 esqueletos. Once años y medio después de su partida fue identificada y repatriada.