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El azar devela un misterio de 152 años; la identidad de la modelo de El origen del mundo, de Courbet

Se llamaba Constance Quéniaux y era bailarina de la Ópera de París, sostiene el experto Claude Schopp

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El origen del mundo, 1866, lienzo de Gustave Courbet.Foto Wikimedia commons
 
Periódico La Jornada
Miércoles 26 de septiembre de 2018, p. 4

París. ¿Quién era la modelo de El origen del mundo, célebre y provocador cuadro del pintor francés Gustave Courbet? Ahora, 152 años después de su creación, el azar permitió resolver el misterio.

Se llamaba Constance Quéniaux y era bailarina de la Ópera de París, según el libro L’origine du monde, vie du modèle, que se publicará en Francia el 4 de octubre.

Su autor, Claude Schopp, reconocido con el prestigioso Premio Goncourt de Biografía en 2017, dio fortuitamente con su identidad mientras examinaba la correspondencia entre los escritores Alexandre Dumas hijo y George Sand.

El objetivo de este investigador literario no era indagar sobre El origen del mundo, desnudo sin rostro pintado por el realista Courbet en 1866 y expuesto en el Museo de Orsay de París desde 1995. Su cometido era analizar las ‘‘alusiones’’ presentes en los intercambios escritos entre ambos autores con la finalidad de ‘‘aclararlos’’.

Pero Schopp dio con una inesperada errata de dos palabras que se escriben parecido en francés, interview e intérieur (entrevista e interior), en la transcripción de una carta de Dumas a Sand fechada en junio de 1871. El remitente, hostil a la Comuna –movimiento de insurrección que tomó brevemente el poder en París–, despotrica contra uno de sus apoyos, Courbet. ‘‘No se puede pintar con el pincel más delicado y sonoro la entrevista (interview en francés) de la señorita Quéniaux de la Ópera’’, escribió Dumas.

‘‘¿La entrevista? Eso no quería decir nada’’, explica Schopp.

El experto decide confrontar la transcripción con el manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional de Francia. No está escrito ‘‘entrevista’’ sino ‘‘interior’’ (intérieur)

Fue una iluminación

‘‘Fue una iluminación’’, recuerda Schopp. ‘‘Normalmente, debo trabajar mucho para realizar un hallazgo, esta vez fue sin buscarlo. Era injusto.’’

‘‘Este testimonio de época descubierto por Claude me permite decir que hay 99 por ciento de posibilidades de que la modelo de Courbet fuera Constance Quéniaux’’, confía Sylvie Aubenas, directora del departamento de estampas y fotografía de esa biblioteca.

Hasta ahora, se sabía que la obra había sido encargada por el diplomático turco-egipcio Jalil-Bey y que Courbet la había pintado durante el verano de 1866.

Antes del descubrimiento de Schopp, habían circulado varios nombres en relación con la identidad de la modelo, como Joanna Hiffernan, amante de Courbet durante esos meses, pero su pelo caoba y su tez blanca no correspondían a lo que muestra la obra, en cuyo primer plano aparece un sexo femenino velloso.

También se barajaba la amante del diplomático otomano Jeanne de Tourbey, pero era una figura demasiado destacada en la sociedad para servir de modelo.

El cabello negro de Constance y sus ‘‘bellas cejas negras’’, elogiadas por la crítica cuando bailaba en la Ópera, concuerdan más con la vellosidad de la modelo, explica Aubenas, cuyo departamento conserva varias fotografías de la bailarina.