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Zedillo: narco y arrepentimiento // Ocho décadas, permanente fracaso

N

adie sabe de dónde sacó tanta humildad, pero el hecho es que, casi dos décadas después de dejar Los Pinos, el ex presidente Ernesto Zedillo reconoció: durante mi mandato seguí una política equivocada en materia de prohibición, represión y criminalización de drogas, en lugar de elegir una opción que regulara su consumo.

Por si fuera poco, calificó de lamentable que algunos países integrantes de la Organización de las Naciones Unidas pretendan continuar con esta política que ha fracasado rotundamente y en todos los lugares en los que se ha aplicado (La Jornada, José Antonio Román). Obvio es que México está entre ellos. Zedillo participó en la presentación del informe Regulación: el control responsable de las drogas, realizado por la Comisión Global sobre las Políticas de Drogas, y otros ex mandatarios como el colombiano César Gaviria, compartieron el mea culpa y la tesis de que la prohibición, represión y criminalización de las drogas fueron devastadoras para muchos países (les faltó mencionar la corrupción).

Pero al final de cuentas el hoy arrepentido no hizo más que seguir la inercia de sus antecesores (tal cual lo hicieron sus sucesores en la residencia oficial) en materia de combate al narcotráfico (con la línea marcada por los gringos), aunque sin duda dos fueron los alumnos destacados: Calderón y Peña Nieto (el cartón de Helguera, publicado ayer en la edición de La Jornada, resume magistralmente sus exitosos gobiernos), quienes inundaron el territorio nacional de cadáveres.

En sus tiempos como inquilino de Los Pinos, Zedillo presumía que su gobierno seguirá alentando medidas más eficaces a partir del reconocimiento de que en todos los países afectados se dan todos los eslabones de la cadena delictiva del tráfico de drogas; insistiremos también en que cada nación debe mirar primero por cumplir plenamente su propia tarea.

Si se atienden los victoriosos discursos de los ex mandatarios, entonces hace mucho que México erradicó el problema del narcotráfico y ganó la guerra contra el crimen organizado. La realidad es muy distinta, desde luego, pero es documentable que desde, cuando menos, Manuel Ávila Camacho los gobiernos nacionales arrasaron con esas lacras. Y desde entonces el Ejército está en esas labores.

La citada frase de Zedillo es, en el fondo, la misma de todos los demás. Por ejemplo, Miguel Alemán Valdés presumía que México ha venido luchando contra los traficantes nacionales e internacionales de drogas, campaña que continuará desenvolviéndose con igual entereza. Y Adolfo Ruiz Cortines se sentía muy orgulloso de que nuestro Ejército coopera eficazmente en las campañas nacionales contra el tráfico de estupefacientes.

López Portillo aseguraba que los resultados de la campaña permanente contra el narcotráfico no tienen precedente y han merecido el elogio internacional (también el de Arturo Durazo), mientras Salinas de Gortari se vanagloriaba de que combatimos enérgicamente el narcotráfico por razón de Estado y para proteger la salud de las familias mexicanas; siendo este problema de gran preocupación para nuestro vecino del norte, la coincidencia en su combate nos resulta benéfica.

Y el cínico Calderón presumió que la estrategia nacional de seguridad ha revertido la tendencia ascendente de la delincuencia y el narcotráfico, y debilitado las condiciones que hacen posible su reproducción y su ampliación.Entonces, todos se dijeron victoriosos, pero, con arrepentimiento o sin él, a lo largo de los sexenios el supuesto combate al crimen organizado ha sido un rotundo fracaso. Y la cereza la colocaron Calderón y Peña Nieto.

Las rebanadas del pastel

Desbocados, los precios de los energéticos registraron un alza anualizada de 19.32 por ciento al cierre de la primera quincena de septiembre, y los correspondientes a la canasta básica 7.84 por ciento.

Twitter: @cafevega