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Derecho de picaporte
E

l presidente electo, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), anunció recientemente que desaparecerá la Coordinación de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Oficina de la Presidencia (en lo sucesivo, Coordinación CTI). La razón fue la siguiente: Vamos a ahorrar. Esta es la austeridad republicana. Este argumento se enfoca en la reducción del gasto. No hay una elaboración o justificación técnica. De 11 coordinaciones con que contaba esa oficina sobrevivieron siete. En la lógica de los ciudadanos de a pie, se ahorra conservando lo que se considera indispensable y se elimina lo que juzga poco útil.

Como quiera que sea, este episodio permite examinar un experimento en la gobernanza del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología. La Coordinación CTI tuvo una vida breve. Nació formalmente el 4 de abril de 2013 con la publicación en el Diario Oficial de la Federación del Reglamento de la Oficina de la Presidencia, donde se le asignan diversas funciones, pero tiene como su principal antecedente la decisión tomada meses antes por el entonces presidente electo Enrique Peña Nieto, como respuesta a una iniciativa surgida en el medio científico para crear una Secretaría de Ciencia y Tecnología.

Uno de los argumentos para la creación de la nueva secretaría era que, dada la importancia de las tareas científicas para el desarrollo del país, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) no contaba con jerarquía suficiente dentro de la estructura de la administración pública federal, lo que lo ponía en gran desventaja frente al peso de las secretarías de Estado, las cuales, además, manejaban parte muy importante del presupuesto para ciencia.

Para eludir ese tema y dar una señal de atención a las demandas de este sector, Peña Nieto decidió crear, como parte de la estructura de la Presidencia (lo que suponía una especie de ascenso en la jerarquía), la nueva coordinación, que además estaría encabezada por un científico de alto nivel: el doctor Francisco Bolívar Zapata, lo que en general fue muy bien recibido por la comunidad científica.

De acuerdo con el reglamento publicado en el Diario Oficial, las funciones de la Coordinación podrían ubicarse en tres grandes áreas: una de carácter diagnóstico, mediante el análisis global del sector de ciencia y tecnología y su relación con la Presidencia de la República. En segundo término una actividad propiamente de coordinación con las diferentes instancias relacionadas con CTI. Todo lo anterior, no por encima, sino conjuntamente con el Conacyt. Un tercer aspecto importante es la función de asesoría a la Presidencia, mediante la realización de estudios de instituciones de investigación y la integración de expertos en proyectos específicos.

En el contexto de estas atribuciones, Bolívar emprendió una intensa actividad recabando información de las distintas secretarías y dependencias del gobierno participantes en el ejercicio del gasto del gobierno en CTI, que abrió un amplio camino para precisar el destino de estos recursos. También trabajó en diferentes iniciativas de manera muy estrecha con el Conacyt, encabezado por Enrique Cabrero, y con organismos que por ley fungen como asesores del Ejecutivo, entre ellos el Foro Consultivo Científico y Tecnológico coordinado por José Franco. Bolívar, investigador emérito del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México, dejó la Coordinación CTI en septiembre de 2015 para participar como candidato en el proceso para elegir al rector de esa institución.

La estafeta fue tomada por Elías Micha Zaga, doctor en matemáticas por la Universidad Oxford e investigador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, quien había colaborado ya con Peña Nieto desde el Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología. Micha se dedicó a impulsar la dimensión regional del desarrollo de CTI, y continuó el trabajo de Bolívar Zapata para que los recursos realmente se dirigieran a estas actividades. Profundizó en la relación con otras instancias y pugnó por una mayor participación de los gobiernos estatales en el financiamiento de la ciencia. Cumplió con su responsabilidad con caballerosidad y prudencia, y dio claridad al elemento que a mi juicio fue el más importante en la Coordinación CTI: acompañar las políticas y acciones en ciencia y tecnología otorgándoles el aval de la Presidencia.

Me parece que fue un experimento interesante, con una vida muy corta, que hace inútil hablar de su posible evolución. Regresamos así al punto en que estábamos en el terreno de la gobernanza al final del gobierno de Felipe Calderón.

Ahora, AMLO ha depositado toda su confianza en la doctora Elena Álvarez-Buylla para que se haga cargo de las tareas que desempeñaba la Coordinación CTI. Ojalá que la nueva directora general del Conacyt pueda contar con un efectivo derecho de picaporte, para servir como enlace real entre la Presidencia y el resto del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología.