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¿Las torres de la corrupción y la impunidad?
E

n la escuela nos enseñaron que polígono es una figura geométrica, limitada por tres o más rectas y con tres o más ángulos o vértices. Por su parte los ingenieros y arquitectos lo definen como la superficie de un terreno que conforma una unidad urbana destinada a fines industriales, residenciales o de otro tipo. Es el caso de los llamados polígonos de actuación. En las ciudades donde se cuida el paisaje, la calidad de vida de la gente y el crecimiento urbano sustentable, las autoridades exigen a los que lo utilizan cumplir con numerosas leyes. No así en Ciudad de México, donde las instancias gubernamentales lo aprueban para respaldar los intereses de poderosos grupos empresariales que construyen edificios habitacionales, comerciales u oficinas.

El polígono de actuación consiste en fusionar varios predios y, con base en ellos, modificar el uso del suelo a fin de incrementar los niveles de construcción permitidos en una zona determinada. Gracias a esa figura legal se da vía libre a megadesarrollos inmobiliarios que en otras circunstancias no permitiría la normatividad vigente. Esto genera una cadena de corrupción e impunidad en la que participan diversos actores oficiales y privados. Los problemas que se ocasionan son numerosos: desde la dotación de servicios (agua, en primer término), colapso de las vías de comunicación, hasta molestias sin cuento a los vecinos que limitan con dichos polígonos. Son tan negativos sus efectos que la jefa de Gobierno electa, Claudia Sheinbaum, anuncia que los cancelará. El respaldo ciudadano a esa promesa es generalizado.

Néstor Martínez Cristo abundó sobre el tema el jueves pasado en La Jornada, y señala cómo es la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi), del gobierno citadino, la que concede el visto bueno para realizar tales polígonos y de esa manera evadir diversas leyes que buscan alcanzar en lo posible un crecimiento urbano menos anárquico. Señala que en zonas donde máximo se autorizan construcciones de dos o tres pisos, los desarrolladores juntan varios predios y logran que la Seduvi les autorice edificar magnas torres que afectan el entorno y crean problemas diversos.

Larga es la lista de las realizadas bajo ese esquema. Cito algunas: la Torre Mitikah, de 21 niveles en avenida Patriotismo; otra en Paseo de los Laureles 278, Bosques de Las Lomas; los cuatro que han cambiado el paisaje y los modos de vida que regían en el pueblo de Xoco: Agatha, Urbano Park, Ciudad Progresiva y City Towers. O las tres que ahora se construyen en un predio de una hectárea junto a una barranca, en la calzada Desierto de los Leones 5547, delegación Álvaro Obregón. Allí solamente se podían construir 20 viviendas, pero gracias a las componendas entre autoridades y empresarios, serán 233 departamentos de lujo.

Agrego Icon San Ángel, en el otrora tranquilo barrio de Tlacopac. Es de la constructora GDC y se levanta en la lateral del Periférico Sur, entre Las Flores y Barranca del Muerto. A ella me referí aquí el 19 de marzo y el 2 de abril pasados. Originalmente tenía permiso para un edificio de 15 pisos. Como utilizaron el polígono de actuación a su conveniencia, serán 34 con 184 departamentos inteligentes, de superlujo y con salida de emergencia a una estrecha cerrada habitacional que no les pertenece. Presumen en anuncios de que será el edificio más alto del sur. Lograron, además, que les autorizaran construir una cuchilla de entrada al Periférico para agilizar el tráfico del edificio. Tan mal planeada está, que se torna en trampa mortal para los automovilistas que intenten ingresar a dicha vía.

Al lado de Icon San Ángel, y amparado en el polígono de actuación, el Grupo Copri integró varios terrenos en los que levanta ahora dos torres. La primera tendrá 15 pisos con 74 departamentos de lujo. La segunda, 32.Para acceder al Periférico aprovechará la misma peligrosa cuchilla que trazó su vecina, Icon San Ángel.

Cuando leo la elogiosa publicidad que de esas torres hacen sus constructores, recuerdo la inútil y costosa Estela de Luz, que mandó erigir el ex presidente Felipe Calderón. Sí, la Estela de la corrupción.