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Destitución anticipada
E

l Espacio Estatal en Defensa del Maíz Nativo de Oaxaca, conformado por 20 organizaciones indígenas y campesinas, publicó el 12 de julio un pronunciamiento exigiendo la destitución anticipada de Víctor Villalobos, anunciado secretario de Agricultura del próximo sexenio. (https://tinyurl.com/y9wrhrdm)

Su nombramiento ha despertado alarma entre muchas organizaciones del campo y ambientalistas, porque como dice el pronunciamiento, Villalobos ha trabajado en los anteriores sexenios para “el modelo impulsado por empresas trasnacionales y apoyado por los gobiernos del PRIAN, que bajo la lógica de despojo neoliberal ha expulsado a millones de campesinos en los pasados 40 años”. Villalobos no ha tenido problema en trabajar para diferentes gobiernos, porque siempre ha actuado como operador de los intereses de Monsanto y otras trasnacionales, promoviendo transgénicos y agricultura industrial.

Las organizaciones destacan que durante su cargo como subsecretario de Sagarpa en 2001 se encontró la contaminación transgénica de maíces nativos oaxaqueños, pero su institución no realizó ni una sola acción para atender el tema. Al contrario, poco después Villalobos impulsó el llamado TLC transgénico, que permitió que la importación de maíz a México tuviera hasta un 5 por ciento de transgénicos como presencia accidental. Este acuerdo tuvo un enorme efecto facilitador para aumentar el dumping de maíz industrial, mayoritariamente transgénico, a México.

En entrevistas a Villalobos luego del anuncio de su nombramiento, afirmó que la importación de maíz es un hecho vergonzoso, porque México es centro de origen del maíz pero hoy importa millones de toneladas del grano. ( La Jornada del Campo, marzo 2018)

Como es obvio, no menciona que él fue pieza clave para que esto pudiera suceder. Fue Villalobos quien firmó el referido TLCAN transgénico. México podía rechazar la importación de maíz transgénico, como parte del Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad y podía reclamar que el maíz que entraba no fuera transgénico o como mínimo, que lo etiquetaran. En lugar de ello, firmó un acuerdo que permitía hasta 5 por ciento de transgénicos por cargamento sin tener que declararlo (lo cual sobra para contaminar los maíces mexicanos en el trasiego, transporte, mezcla en depósitos, etcétera), pero además acordó que el exportador no tuviera que identificar el cargamento ni siquiera con puede contener transgénicos y agregó –sin ninguna necesidad, salvo favorecer a Monsanto, Cargill, etcétera– que si la contaminación del cargamento no era intencional, el exportador no sería responsable por no etiquetar (obviamente siempre dirían que fue accidental). En caso de declarar que podía contener transgénicos, bastaría indicarlo en factura comercial, no en notificación específica para bioseguridad. Así quedaría en trámite de otras administraciones y nadie pediría evaluación de riesgo. Como la mayor parte del maíz que se importaba contenía transgénicos, sin este acuerdo no hubieran podido seguir las importaciones.

En paralelo, la Sagarpa acordó eliminar aranceles a la importación de maíz, contra lo que estaba previsto en el TLCAN, compitiendo deslealmente con productores nacionales, que en años posteriores no pudieron vender su cosecha o tuvieron que vender el maíz nacional no transgénico a otros países.

Lo vergonzoso es que México podía haberse protegido de la contaminación transgénica y haber estimulado en lugar de importación la producción nacional de maíz, pero Villalobos fue clave para facilitar lo contrario. México producía y sigue produciendo todo el maíz que necesita para el consumo de la población; todo lo que se importa es para favorecer principalmente el negocio de otras trasnacionales en el país y eso fue lo que apoyó.

El pronunciamiento señala que Villalobos declaró que los transgénicos van de salida, hoy hay tecnología de otra índole que está superando a los transgénicos y cuestiona que esas tecnologías podrían ser impulsores genéticos (armas biológicas para extinguir especies (https://tinyurl.com/y8q6raas) o biología sintética. Ambas son formas de ingeniería genética.

En efecto, Villalobos ha declarado que es favorable a usar cultivos de edición genómica, como si no fueran transgénicos o no implicaran riesgos. Otra vez, asume el discurso con que la industria biotecnológica quiere engañar al público, para tratar de distanciar los nuevos organismos modificados genéticamente de la amplia resistencia contra los transgénicos. (https://tinyurl.com/ycvp3j3m)

Al contrario de lo que afirma Villalobos, que no hay riesgos porque se trata de apenas silenciar o activar genes, artículos científicos recientes indican que CRISPR y otras nuevas formas de manipulación genética podrían ser incluso peores que los transgénicos que conocemos: causan cambios inesperados en los genomas, con consecuencias potenciales muy graves, incluso ser carcinogénicos.

Hay mucho que cambiar para que México sea un país con soberanía alimentaria y que apoye la producción sana, pero debe partir, como plantean las organizaciones de Oaxaca, por la probada experiencia y sistemas biodiversos de los pueblos indios y campesinos. Instituir a un personaje como Víctor Villalobos definitivamente es un paso en sentido contrario.