21 de julio de 2018     Número 130

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

No quisiera estar en tus zapatos

Anónimo

Imagina que estas en mis zapatos, imagina que naces en una de las comunidades campesinas más pobres de México, imagina que tienes hambre, frío y cansancio constantes, imagina que 500 años de colonialismo europeo y norteamericano pesan sobre tus hombros. Imagina que por la pobreza no pudiste acabar ni la primaria, imagina que tienes 19 años y que tu lengua madre es una de las 68 lenguas nativas que no es el español, imagina que cuando vas a la ciudad tu lengua no es entendida por los mestizos, ellos te tratan mal y la policía te criminaliza por tu color de piel, rasgos y origen étnico.

Imagina que eres extranjero en tu propia tierra. Imagina que por unos compadres que viven en la cabecera municipal te enteras de la arriesgada opción de viajar a Canadá a trabajar. Imagina que por la marginación y la desesperación de ver a tu familia y comunidad morir de hambre y enfermedades curables, decides migrar al norte del continente americano. Imagina que el ahorro de todo un año de trabajo de tu persona y familia se destina para adquirir tu pasaporte y comprar los boletos de avión. Imagina que, por no tener computadora, ni acceso a internet, ni más dinero, ni saber leer inglés y por la desesperación de ver salir adelante a tus dos hijos, decides irte de ilegal a Canadá, porque a EUA ya es imposible entrar hasta con papeles.

Imagina que caminas todo un día para encontrar un café/internet, hagas trámites y te presten una tarjeta de banco. Imagina que para llegar al Aeropuerto de la Ciudad de México debiste salir tres días antes: medio día caminando de tu comunidad a la cabecera municipal de tu localidad, 6 horas de camión a la capital de tu estado y otras 8 horas a la Ciudad de México. Imagina que cuando llegas a la capital de tu país debiste dormir en la calle, afuera de la estación de autobuses. Imagina que subes al avión sin saber hablar bien español, con apenas 100 dólares para sobrevivir en Canadá. Imagina que llegas al Aeropuerto de Vancouver con la finalidad de trabajar en la pizca de cerezas. Imagina que bajas del avión, desciendes las escaleras y, a cómo pudiste lograste escanear tu pasaporte, te diriges a migración y con apenas verte el oficial te manda a segunda revisión. Te das cuenta que en las oficinas hay pura gente de color como tú: de la India, China y los “latinos”. Imagina que te das cuenta que a los chinos e indios los tratan mejor que a los latinos y mexicanos. Imagina que inclusive hay oficiales indios y chinos. Imagina que el oficial de migración te habla y no entiendes nada, imagina que el oficial pide un traductor al español, imagina que ni el español sabes hablar bien. Imagina que la entrevista se vuelve un interrogatorio y el interrogatorio una amenaza de cárcel. Imagina que te registran, fichan, esposan, encierran, enjuician, vigilan y deportan porque en la opinión del oficial de migración no eres digno de entrar a su país, por no tener el dinero suficiente y no tener reservación de hotel (por ser pobre y tercermundista).

Imagina que durante el regreso vas pensando en la buena suerte que te tocó, porque vas pensando en que no tuviste que viajar de polizón en un tren, ni que tuviste que escapar de las pandillas, las maras y el narco, que para cruzar un pollero no te secuestro ni que tuviste que trasladar droga al otro lado de la frontera, que no tuviste que atravesar un río peligroso ni un desierto lleno de víboras venenosas, migración y racistas armados. Imagina que después de horas de avión, camiones y una larga caminata por la sierra, llegas a casa. Imagina que al llegar sigues más pobre aún, tus hijos, esposa y familia siguen teniendo la misma hambre y desesperación.

Imagina que tus vecinos se siguen muriendo de gripa y diarrea. Imagina que los que tienen dinero y hacen prestamos en tu comunidad son los caciques que te han quitado todo o los narcotraficantes que tienen secuestrada tu región. Imagina que piensas en dedicarte al crimen o ser eternamente pobre en el campo mexicano; imagina que escapas de dicha realidad y opciones y decides dejar a tu familia e irte a la ciudad a trabajar de albañil para mandarles un poco de dinero. Imagina que el racismo, la pobreza, la marginación y los más de 500 años de colonialismo siguen pesando sobre de ti. Imagina. Ningún ser humano es ilegal.

opiniones, comentarios y dudas a
[email protected]