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¿Motivos de júbilo?// ¿Locos de contento?

E

n los círculos financieros del país están locos de contentos, porque el tipo de cambio al menudeo cerró la última semana financiera de junio –en vísperas de la jornada electoral de mañana– con una cotización de hasta 20.40 pesos (Bancomer). Y el júbilo, según dicen, se debe a que días atrás la cotización superó 21 unidades por billete verde.

Qué bueno, pero con todo y la envidiable alegría imperante en dichos círculos no hay que olvidar que seis años atrás, también en vísperas de los comicios del primero de julio de 2012, el dólar al menudeo se vendía a 13.33 pesos, aunque concluyó el año en alrededor de 13 por uno.

Entonces, si se consideran las dos fechas y sus respectivas cotizaciones, nadie entiende el por qué de la citada alegría, pues a lo largo del gobierno peñanietista la devaluación acumulada se aproxima a 57 por ciento (y faltan cinco meses para que el susodicho haga maletas).

Oficialmente, la inflación acumulada durante la estancia de Peña Nieto en Los Pinos (la medición es del Inegi) es de 22.87 por ciento (hasta mayo de 2018), de tal suerte que la devaluación de la moneda nacional ha resultado 2.5 veces mayor en el mismo periodo.

Pero lo anterior no resulta novedoso, porque algo similar sucedió en 2012, cuando a principios de junio de ese año el dólar se vendía a 14.50 pesos y el Banco de México debió mater la mano (y las reservas internacionales) para atemperar la escalada del tipo de cambio.

Mágicamente, en vísperas de las elecciones de aquel año, la cotización del billete verde se redujo a 13.33 pesos, con lo que mejoró la imagen (algo por demás imposible) del gobierno calderonista, de acuerdo con los voceros panistas de la época, y en ese entonces, también, los círculos financieros mostraron su júbilo (inducido, a todas luces).

Cierto es que ello no es novedoso, porque en vísperas de los comicios de 2006 (aquellos del fraudulento haiga sido como haiga sido), el secretario foxista de Hacienda, Francisco Gil, presumía el excelente desempeño económico en el sexenio, y el tipo de cambio era una muestra (por aquellos días se ubicó en 11.48 pesos por dólar).

Y lo mismo en los días previos a los comicios de 2000, cuando Vicente Fox, Francisco Labastida y Cuauhtémoc Cárdenas se peleaban el hueso mayor. La crónica de junio de ese año señala que los mercados financieros mexicanos cerraron en calma, con una recuperación del peso frente al dólar, en vísperas de las reñidas elecciones presidenciales del domingo, indicaron analistas. Tal recuperación ubicó el tipo de cambio en 9.84 pesos por billete verde.

Si se considera el júbilo registrado en cada uno de los cuatro procesos electorales (2000, 2006, 2012 y 2018), la apreciación del dólar acumulada en lo que va del siglo XXI es de 107 por ciento, resultado que ni lejanamente motiva a estar loco de contento por los buenos resultados en materia cambiaria.

Un ejercicio similar se puede hacer con infinidad de indicadores, que dan cuenta de los buenos resultados en los tres gobiernos del siglo XXI (dos panistas, otro del nuevo PRI). Uno de ellos, por ejemplo, es el de la deuda (interna y externa), utilizando para su medición el saldo histórico de los requerimientos financieros del sector público federal.

Cuando Vicente Fox se instaló en Los Pinos (diciembre de 2000), dicho saldo superaba por poco los 2 billones de pesos; cuando se fue al rancho con Martita, ese indicador se había elevado a 3 billones 135 mil millones de pesos, un incremento cercano a 57 por ciento.

A Calderón le dejaron este último monto, pero él lo incrementó a 5 billones 891 mil millones de pesos (88 por ciento de aumento en su sexenio), y Peña Nieto lo elevó a cerca de 10 billones (70 por ciento más que su antecesor).

De ese tamaño son los motivos de júbilo, previos a los comicios de 2018.

Las rebanadas del pastel

Mañana, cita con la historia. No faltes.