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El municipio más pobre de Nayarit

Improvisan coras clínica en poblado remoto de El Nayar

Brigadistas de Salud y del IMSS-Prospera cooperan para comprar medicinas y ayudan a hacer dispensario

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▲ Un médico muestra a los habitantes del municipio indígena de El Nayar, Nayarit, cómo explorarse para detectar a tiempo el cáncer de mama.Foto cortesía de Arianna Carrillo
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▲ Un niño es vacunado durante una visita de las Caravanas de Salud.Foto cortesía de Arianna Carrillo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 14 de junio de 2018, p. 28

El Nayar, Nay.

En los pequeños poblados y rancherías del municipio de El Nayar, el más pobre de Nayarit, no hay médicos ni hospitales. El centro de salud más cercano se encuentra en el poblado de Jesús María, pero el camino está inconcluso y es muy accidentado. Por ello, indígenas de El Capomo se organizaron para crear un dispensario. En aproximadamente un mes construyeron una pequeña casa con sala de espera, área de exploración para mujeres y un baño.

El Nayar tiene 44 mil 282 habitantes, principalmente coras y huicholes, de los cuales 23 mil 916 se encuentran en pobreza extrema y 14 mil 556 en pobreza moderada, lo que contrasta drásticamente con el sector de ‘‘población no pobre y no vulnerable’’, formado por apenas 296 personas, según el Informe anual sobre la situación de pobreza y rezago social 2018, que publicó la Subsecretaría de Planeación, Evaluación y Desarrollo Regional de la Secretaría de Desarrollo Social.

El hospital de Jesús María dispone de un espacio para practicantes de medicina tradicional, y otro para médicos enviados por la Secretaría de Salud de Nayarit, quienes promueven hábitos de higiene, la autoexploración para prevenir el cáncer de mama y aplicar pruebas de Papanicolau, además del uso de preservativos.

Si bien existe una carretera pavimentada que va desde el municipio de Ruiz y casi llega al poblado de Jesús María, el resto de los caminos de este municipio son de difícil acceso. Este hospital atiende a pacientes de otros estados, principalmente de Zacatecas, ya que la carretera que cruza este municipio proviene de las zonas serranas de ese estado.

El Capomo es una localidad de alta marginación. En 2010 tenía 90 habitantes, entre ellos una pareja de ancianos. Sin contratiempos, un vehículo tarda cinco horas en llegar desde Tepic, la capital del estado. En época de lluvia los caminos se vuelven casi intransitables y los prestadores de servicios de salud deben dejar sus autos en algún lugar cercano y caminar y usar remudas para llegar a éste y a otros poblados.

En ocasiones los trabajadores del programa de Unidades Médicas Móviles de la Secretaría de Salud se encuentran en el camino enormes rocas o tienen que circular al filo de profundos abismos.

En abril pasado, Ángel de la Cruz Díaz, empleado de las también llamadas Caravanas de la Salud, narró que en ocasiones él y sus compañeros viajan a lomo de animales o caminan durante horas.

Otros empleados señalan que, además de las dificultades de acceso, los medicamentos escasean y ellos mismos suelen cooperar para comprar las más necesarias.

Arianna Carrillo, médica del programa Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)-Prospera y promotora de la salud entre indígenas, mostró en videos que la organización de los coras que habitan en este pequeño poblado rindió frutos.

En aproximadamente un mes, habitantes de El Capomo crearon su propio espacio de atención médica. Con materiales de la región, construyeron una casita con sala de espera, un área de exploración para mujeres y un sanitario.

Con varas de otate (una especie de mimbre) armaron una camilla a la cual le adaptaron una colchoneta, donde recuestan a los pacientes para explorarlos.

La clínica improvisada está hecha de ladrillo y barro; su techo, de madera y lámina. La mano de obra la aportaron los indígenas. En ese espacio no solamente trabajará personal del programa IMSS-Prospera, sino también empleados de la Secretaría de Salud que llegan en las caravanas de esa dependencia.

En entrevista telefónica, Carrillo dijo sentirse ‘‘feliz y orgullosa, porque muchas veces nosotros impulsamos a los indígenas a realizar este tipo de tareas y no los dejamos solos. Cooperamos también con trabajo. Muchos desconocen que nosotros ayudamos a cargar tierra, a pegar ladrillos. Trabajamos con corazón y compromiso con nuestros pueblos’’, apuntó.

De acuerdo con el Censo General de Población y Vivienda 2010, El Nayar se encontraba en primer lugar entre las localidades del estado con piso de tierra (mil 779), sin excusado (4 mil 360), sin drenaje (4 mil 755) y sin servicio de energía eléctrica (3 mil 703).

En julio de 2014, un año después de haberse puesto en marcha La Cruzada Nacional contra el Hambre, la entonces titular de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Nuvia Mayorga, señaló que 37 mil indígenas de Nayarit se habían beneficiado con obras de electrificación, caminos, drenaje y agua potable.