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El investigador participó en el ciclo La importancia de Clío, en la UNAM

Adolfo Gilly sugiere contar y vivir la historia como una novela verdadera

Ahí están las claves para comprender nuestro presente, dijo el colaborador de La Jornada

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Hay que dar su lugar a todos, a héroes y villanos, sí, pero eso también significa hacerlo con aquellos que han sido olvidados; al pueblo, los campesinos, esa resistencia invisible, sostuvo Adolfo Gilly en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAMFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Viernes 25 de mayo de 2018, p. 4

Contar y vivir la Historia como una novela verdadera es la premisa que presentó el investigador e historiador Adolfo Gilly durante el ciclo La importancia de Clío: reflexiones en torno a la historia que ayer se realizó en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Si se cuenta o se lee de esta manera van a encontrar el verdadero sentido de la historia, porque ese es el verdadero sentido de nuestro pasado y que da las claves para comprender el sentido de nuestro presente, dijo el colaborador de La Jornada a alumnos de la institución. Al decir que ofrece las claves “no me refiero a los password que usamos en el teléfono. La clave está adentro, es una mirada interior y así la historia nos va a atraer”.

Ficción desde situaciones reales

Adolfo Gilly explicó que novelas como Guerra y paz, Los tres mosqueteros o El conde de Montecristo dan cuenta de cómo se vivía en esas épocas. Es ficción pero contada a partir de situaciones reales.

No quiero hablar de la historia como alguna vez la describió Monsiváis, la de héroes y villanos, sino la de nuestros padres, la de nuestros abuelos, añadió. “Un historiador francés al que aprendí a respetar mucho, decía que la historia debe ser contada como una novela verdadera, el acento está en ‘verdadera’. Por un lado es cómo la cuentas y es lo que pasa con una buena novela o una buena película que te involucra.”

La sociedad de la que debemos ocuparnos cuando escribimos historia no es la de los héroes y los villanos, hay que darles su lugar a todos, sí, pero eso también significa darle su lugar a aquellos que han sido olvidados, la del pueblo, los campesinos, esa resistencia invisible que también se enfrentó a los estadunidenses en 1847, la historia como la cuenta Martín Luis Guzmán.

Cuando uno lee novelas históricas, del siglo XIX o de este siglo, uno vive la historia, aun las que son ficción está construidas en determinadas épocas históricas, y por eso se viven: Martín Luis Guzmán recrea el mundo de la historia. Por eso cuando escribimos historia o ensayos de historia hay que soñarlo, hay que pensar cómo se están viendo estos personajes, estas batallas.

No hay que pensar la historia como una acumulación de hechos. Esta disciplina “es una acumulación de vidas, de sentimientos, de amores. Los estoy invitando a que veamos la historia de esta manera, a leer libros como Introducción a la historia, de Marc Bloch, en la que su hijo le pregunta ¿para qué sirve a historia y él se lo explica”.

Leer la historia como una novela “para imaginar cómo fue el movimiento de los pueblos, de las personas, el movimiento de los individuos e individuas y vamos a encontrar que esa historia tiene una relación muy grande con la nuestra, con cómo somos y esa relación vamos a entenderla más en México porque es un país muy fantástico, los que lo aprendimos después sabemos que es muy fantástico. Aquí la imaginación anda suelta pro todos lados.

La historia como novela es la historia para comprender quiénes y cómo somos, para conocer y pensar la historia, para comprender el intercambio de culturas, conocimientos, para viajar  y movernos por este país nuestro.

Voltear a los sin historia

En esta mesa también participaron los profesores Édgar Urbina Sebastián, quien destacó la necesidad de contar la historia de los sin historia, esos personajes del pueblo que participaron también en los procesos históricos.

Édgar Sámano destacó que esos grandes procesos históricos no pueden ser vistos de manera aislada así, por ejemplo, la crisis de las papas en Irlanda llevó a los irlandeses a migrar hacia Estados Unidos, y esa migración llevó a la expansión del territorio estadunidense y la pérdida de la mitad del territorio mexicano, mientras en Europa la crisis lleva a la primavera de los pueblos de 1848, y la segunda intervención francesa en nuestro país.