Opinión
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Los de abajo

Damián Gallardo

L

uchador social defensor de derechos humanos e indígena no son una buena combinación en México, donde muchos tienen como destino la cárcel, la tumba o la desaparición. Los presos y las presas políticas no son materia de debate de los candidatos presidenciales, no figuran en agendas de diputados ni senadores. La defensa de sus derechos los lleva a prisión, desde donde continúan su rebeldía en estrecha comunicación con sus pueblos.

Damián Gallardo Martínez, profesor mixe de Oaxaca y defensor de los derechos de su pueblo, fue detenido el 18 de mayo de 2013 acusado de formar parte de una banda de secuestradores integrada supuestamente por gente de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, conformada en 2006 al calor de la lucha social. Todas las irregularidades posibles se realizaron con su encarcelamiento, por lo que en 2014 el Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la ONU instó al gobierno de Enrique Peña Nieto a ponerlo en inmediata libertad y dar fin a esta situación de violaciones múltiples.

El maestro Gallardo fue privado de su libertad sin una orden de aprehensión en contra. La Subprocuraduría Especializada en Investigación en Delincuencia Organizada lo acusó de participar en el secuestro de dos menores de edad, mientras los expertos de la ONU advirtieron que su caso tiene serias alegaciones, no solamente de violaciones a los derechos humanos, sino también de la obligación de protección debida a un defensor de derechos humanos, particularmente de los derechos de los pueblos indígenas. Intimidación, amenazas y prácticas repetidas de actos de tortura acompañaron su detención, señaló la ONU, cuyos expertos comprobaron que su arresto y detención fueron arbitrarios.

Cinco años de encarcelamiento han transcurrido en celdas de castigo y represalias por los recursos legales presentados. En 2016 denunció que a él y a otros detenidos los han obligado a bajarse los pantalones y la ropa interior hasta las rodillas, forzándolos a hacer sentadillas mientras sus carceleros los insultan.

Ni la tortura ni la humillación lo han despojado de sus anhelos. El dibujo y la poesía han sido sus alas. Por eso hoy se presenta su libro Fragmentos de un espejo oculto. Palabras y gráficas desde la prisión política, en el que el profesor dibuja su tierra, sus sueños, miedos, esperanzas y desesperanzas. Quien cae atrapado bajo la sombra de este árbol/ ya no seguirá el camino que llevaba,/ ni podrá ser el que era, dice desde la cárcel quien no merece estar en ella.

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