Sociedad y Justicia
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Hay 10 empleadas en situación similar, denuncia secretaria

Trabajadora administrativa acusa a directora del CUEC de acoso laboral
 
Periódico La Jornada
Lunes 14 de mayo de 2018, p. 36

Desde hace 22 años, Catalina Cruz Hernández es secretaria en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Comenzó su trabajo en la Dirección de Publicaciones y Fomento Editorial; a partir de 1999 estuvo adscrita a la Facultad de Psicología, y hace un año y medio se cambió al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC).

A partir de entonces, su vida dio un vuelco. Sin titubeos, aunque con miedo, afirma: La directora del CUEC, María del Carmen de Lara, me ha destrozado la existencia. Tengo problemas de ansiedad, me dijo que vestía como prostituta y me acusa de que tuve sexo oral con mi pareja en el estacionamiento de ese centro.

Cruz Hernández recuerda: “En 2016, a unos meses de la permuta al CUEC, me señalaron por el robo de una medalla. A mi presunta vinculación con el hurto, respondí que se tenía que levantar una denuncia ante el departamento jurídico, pero nunca se realizó. Posteriormente, mi entonces jefa inmediata, Liliana Cordero, me pidió: ‘Me informas todo lo que se diga de la dirección y de la secretaria académica en los demás departamentos del CUEC’. Le aclaré que esas no eran mis funciones.

La respuesta fue que comenzó a acosarme hasta aislarme. Pedí mi cambio a la unidad administrativa dentro del mismo CUEC, pero me aislaron, me dan trabajo a cuentagotas, me prohíben abandonar mi lugar y salir a fumar, no puedo recibir visitas y me ponen una cámara enfrente. En fin, es acoso laboral ordenado por la directora.

Agrega: “En enero de 2017, regresando de vacaciones, el jefe de servicios, Javier Fernández Molina, me dijo que quería ‘hablar algo delicado conmigo’. Me llevó a la oficina de Hugo César González Ramírez, jefe de departamento de servicios generales, y expresó: ‘La directora (María del Carmen de Lara) está muy molesta con tu comportamiento porque vistes como prostituta y tuviste sexo oral con tu pareja en el estacionamiento, del cual bajaste muy ebria’”.

La primera impresión de Cruz Hernández fue temor. Agrega: A Fernández Molina y a González Ramírez les contesté que eso me parecía una acusación muy grave, que deberían tener un poco más de cuidado con lo que me decían, porque me lo tenían que comprobar con las cámaras que hay en el estacionamiento, al igual que en los pasillos y en las oficinas. Como no me pueden probar la acusación, levanté un acta de hechos ante el abogado general de la Unidad para la Atención y Seguimiento de la Denuncia dentro de la UNAM y ante la licenciada Mary Carmen Larralde Hurtado, secretaria de acción para la mujer, del Sindicato de Trabajadores de la UNAM. De ahí me canalizaron con la licenciada Rosaura Ramírez Zamudio, jefa del departamento de la Unidad de Atención a Casos de Violencia de Género; ella realizó el escrito de los hechos que narro, pero la respuesta que recibí fue que no procedía.

Después de estos hechos, Cruz Hernández pensó que la violencia de género, sicológica y el acoso hacia mi persona iban a terminar; sin embargo, al contrario, se han intensificado al grado de que mi salud física y mental han sido afectadas; estoy en tratamiento sicológico por depresión y estrés.

Para Cruz Hernández, la directora del CUEC, María del Carmen de Lara, tiene dos discursos: “No puede ser que acuse de misoginia a los académicos, y de ladrones y acosadores a otros compañeros, cuando ella sí envía a su personal a que me acosen. Esto no lo entiendo, porque para mí eso es doble moral. Yo seré una simple secretaria e ignorante, pero lo que De Lara hace tiene doble cara, porque es responsable de ejercer violencia hacia una mujer. Además, mi caso no es aislado, pues hay alrededor de 10 compañeras que han vivido acoso y misoginia desde que llegó. Yo me atreví a hablar por lo que se publicó en La Jornada sobre ella. Total, peor no puedo estar”.

Finalmente, Cruz Hernández dice: Sí soy una simple secretaria, pero así me tenga que tirar de un edificio, alguien tiene que hacerme caso.