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Elecciones: teoría del caos

Jilgueros repiten cantaleta

FMI y la incertidumbre

L

os sectores tradicionales cacarean que la democracia mexicana es casi perfecta, que las instituciones son garantía de que todo marchará bien, que la solidez democrática es tal que el país está preparado para todo. Pero cada que un candidato fuera del circuito oficial adelanta en las encuestas y se perfila como el futuro inquilino de Los Pinos (o de Palacio Nacional), crece la histeria de los democráticos e institucionales y sus advertencias sobre el caos que generaría el triunfo de un ajeno a las prácticas tradicionales.

Tal reacción no es nueva. De hecho, viene a la memoria que en 1994 (cuando los candidatos Ernesto Zedillo, Cuauhtémoc Cárdenas y Diego Fernández de Cevallos) un histérico Roberto Hernández Ramírez, a la sazón presidente de la Asociación de Bancos de México, salió a decir que si el abanderado tricolor no ganaba los comicios el país entraría en crisis. Ganó Zedillo, y de todas maneras la crisis estalló. El tiro les salió por la culata.

Pero repitieron el numerito en la elección de 2006, cuando los jilgueros de Felipe Calderón pregonaban caos, crisis y creciente deuda si el pejecandidato llegaba a Los Pinos. Haiga sido como haiga sido, el Jelipe llegó, pero puntualmente se registraron todos los males que le atribuían al otro, entre ellos la crisis económica más profunda en ocho décadas y el brutal crecimiento de la deuda pública, sin olvidar inseguridad, desapariciones y reguero de cadáveres. Algo similar sucedió en los comicios de 2012, con los mismos resultados.

Lo mismo en el proceso electoral de 2018, en el que el pejecandidato encabeza las encuestas, y por mucho, y por doquier se escucha a los jilgueros repetir la cantaleta, es decir, aquella que advierte que cambiar es un peligro, que alterar el estado de las cosas es retroceder y que, en fin, promover un México más justo es sinónimo de incertidumbre. Cotidianamente se oyen los cánticos sobre el peligro, la devaluación y, en síntesis, el Apocalipsis, porque ya saben quién encabeza las encuestas.

Y en este contexto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) mete su cuchara y subraya la incertidumbre política y la inestabilidad económica de cara a las elecciones en México, cuyo resultado, de no ser satisfactorio, podría frenar la recuperación de la economía. Y la misma píldora se la aplica a Brasil.

Resulta que el organismo financiero internacional divulgó sus Perspectivas económicas regionales: Las Américas, en las que asegura que en México todo va bien, pero se corre el riesgo, según dice, de que el proceso electoral genere incertidumbre en materia económica y de política; el aumento del populismo supone riesgos para la ejecución de reformas muy necesarias en muchos países de la región.

E insiste: pese a las mejores perspectivas (económicas) a corto plazo, aún hay riesgos importantes. Además de los riesgos de un deterioro de las condiciones financieras mundiales y de virajes hacia el populismo en socios económicos de importancia clave, están las elecciones y el creciente sentimiento populista en algunos países, así como los escándalos de corrupción, que podrían generar incertidumbre en torno a la economía y las políticas públicas, y descarrilar la ejecución de reformas muy necesarias.

Entonces, según ellos, la democracia mexicana es perfecta, sólida y resultona, siempre y cuando no cambien las cosas ni se alteren los beneficios cupulares, o lo que es lo mismo: que los ciudadanos no decidan otros caminos, es decir, que ejerzan su derecho de decidir el rumbo que debe tomar el país. Bonita democracia de mentiritas.

Ya entrado en su materia, el FMI señala en su informe que “las perspectivas para México, América Central y el Caribe dependen en buena medida de la evoluciónde Estados Unidos, dados los importantes vínculos comerciales, financieros y migratorios. A corto plazo, la región se beneficiará del mayor crecimiento en Estados Unidos, pero a más largo plazo las incertidumbres derivadas de las políticas estadunidenses ensombrecerán las perspectivas. La política económica debe enfocarse en preservar la estabilidad macroeconómica en medio de un entorno externo complejo –y de incertidumbre en cuanto a las políticas internas debido a las elecciones en Costa Rica y México–, y a la vez en sentar las bases para un crecimiento más fuerte, sostenible e inclusivo. Abordar el problema de la corrupción y reforzar la aplicación de la ley y la seguridad, con el fin de combatir los altos índices de delincuencia en algunos países, sigue siendo una necesidad imperativa para promover la inversión y la participación del sector privado de forma duradera”.

Para el FMI, el giro hacia la aplicación de políticas aislacionistas genera otros riesgos, dado el debilitado respaldo a la globalización en las economías avanzadas al estar renegociándose el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y los acuerdos económicos entre el Reino Unido y el resto de la Unión Europea. La incertidumbre relacionada con la renegociación del TLCAN ya ha hecho mella en la inversión en Canadá y México. Si bien sería conveniente actualizar el acuerdo (por ejemplo, reforzando las disposiciones sobre trabajo y medio ambiente), una renegociación que lleve a imponer mayores restricciones sobre el libre comercio tendría un impacto negativo para todas las partes. Siendo Canadá y México los mayores mercados de exportación para Estados Unidos, un retiro desordenado del TLCAN debilitaría la economía de este último país, causando pérdidas de empleos y un menor crecimiento potencial.

El incremento de las barreras arancelarias y no arancelarias, apunta el organismo, podría descarrilar el actual repunte del comercio mundial, con graves efectos concomitantes para la recuperación en la región. Están en marcha las negociaciones sobre el TLCAN. La propuesta reciente de Estados Unidos de imponer restricciones a las importaciones es un mal augurio para dichas negociaciones y contribuyó a agravar la incertidumbre. México, AméricaCentral y el Caribe, en particular, siguen siendo vulnerables a la evolución macroeconómica y de las políticas en Estados Unidos por vía de los canales del comercio y las remesas. En México las políticas deberían enfocarse en preservar la estabilidad macroeconómica.

Las rebanadas del pastel

Mientras en Los Pinos y áreas dependientes están al borde de un ataque de histeria por el tema TLCAN, el tipo de cambio peso-dólar cerró semana financiera en 19.66 (Bancomer), lo que indica una baja artificial para maquillar esta bella temporada electoral.

Twitter: @cafevega