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Una nueva generación de lectores ejerce gran influencia en autores y editoriales, alerta

Internet empobrece la literatura: Carvalho
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En la imagen, el escritor brasileño en un módulo de la Feria del Libro de LeipzigFoto Dpa
 
Periódico La Jornada
Lunes 9 de abril de 2018, p. 9

Leipzig.

El reconocido escritor brasileño Bernardo Carvalho sostiene que Internet ha hecho surgir una nueva generación de lectores con gran influencia en los autores y en las editoriales, fenómeno que no ve con buenos ojos.

Autor de novelas como Nueve noches, Mongolia y Aberración, Carvalho participó en la reciente Feria del Libro de Leipzig para promocionar la poesía y la literatura de habla portuguesa en Alemania. En entrevista detalla su opinión sobre el poder de Internet y las redes sociales.

–¿Internet creó un nuevo tipo de lector?

–Sí, totalmente. Hay una especie de movimiento de la unión de lectores de Internet que fuerza a los autores a escribir lo que ellos quieren leer. Ahora en Brasil la crítica literaria está muy a la baja; entonces una crítica literaria sobre un libro no tiene ningún efecto sobre las ventas.

“Pero si eres bloguero y haces un video desde el sillón de tu casa en el que muestras un libro y dices ‘¡este libro está bueno!’ o ‘¡este libro es malo!’, esa sentencia será definitiva para su éxito o fracaso.

Es un fenómeno que me remite a un sistema de engranajes que no hace ruido, no se traba, no nada: un lector que sirve para un mercado que también lo utiliza porque, claro, lo mejor para las editoriales es publicar sólo lo que el lector quiere. A mí ese lector no me interesa.

–¿Es una especie de tiranía del lector?

–Creo que sí, y es culpa de Internet.

–Pero muchos dicen que Internet democratizó el acceso a ciertas cuestiones.

–Sí, tal vez. Pero esa es una democracia que a mí no me interesa. Estoy en favor de la democracia, pero no de una democracia de la hegemonía de las mayorías. Me interesan las minorías. Y la literatura para mí, la buena literatura, es la que va en contra de las cosas, por eso siempre es la excepción y nunca es la regla.

Y el problema de Internet es que tiende a la regla, y si eres excepción las personas jamás te verán en Internet, porque será imposible buscarte. Hay una reproducción de lo mismo, porque cuando busco algo en Internet, no busco lo que no conozco, sino lo que ya conozco.

–Si no es en Internet, ¿dónde halla cosas nuevas o desconocidas?

–Muchas cosas nuevas las encuentro por casualidad. A veces entro a una librería y veo un libro que jamás se me cruzaría por la cabeza comprar, pero observo la portada y hay un título interesante, algo que me llama la atención, entonces lo empiezo a leer ahí mismo. Esa es la función de las librerías pequeñitas, de barrio, y me encanta, porque al comprar esa obra hay un mundo totalmente diferente que se abre ante mí.

Claro que Internet tiene un papel muy democrático, por ejemplo para los movimientos de resistencia en países como Irán, que no podrían existir si no fuera por las redes sociales. Pero en los países democráticos, occidentales, hay un papel de estandarización y uniformización de la literatura, y no sólo de eso sino también de los gustos, que para mí y para la literatura que yo quiero leer y escribir me parece muy empobrecedor.

–La idea de la literatura como excepción podría remitir a algo restringido a las élites. ¿Es así?

–Puede ser, tal vez. Pero yo creo honestamente esto: la buena literatura es siempre excepción, donde sea. Por ejemplo, ahora en Brasil se acaba de publicar una colección de cuentos de Geovani Martins, de 26 años, quien nació en los suburbios en Río de Janeiro y vivió toda su vida en la Rocinha, favela importante de la ciudad.

“Y él por iniciativa propia empezó a leer muchísimo cuando era niño, no sé por qué; supongo que tenía un talento personal, y escribió 13 cuentos que se publicaron con el nombre de Con el sol en la cabeza, y que pasan de un lenguaje ‘joyceano’ a una forma de lenguaje de la favela. Es algo dificilísimo de leer, pero tiene mucho valor porque es como si fuera una nueva lengua brasileña.

“Es increíble, porque de ese lenguaje vulgar o popular pasa a un registro muy clásico, muy formal, una literatura muy educada. Logra dominar todos los registros. Y ahí surge la pregunta: ¿Es que Martins escribe para sus colegas? No, es curioso, pero no escribe para las personas de las favelas; él es una excepción, y eso es encantador y es terrible al mismo tiempo.”

–¿Y la élite brasileña sí podría leerlo?

–No, tampoco. El problema en Brasil, a diferencia de países como Argentina, es que las élites son muy iletradas, maleducadas, muy brutas. Son horribles. Está la idea de que si tú trabajas eres un esclavo. Entonces no necesitas educarte si tu familia tiene dinero. Es una mentalidad muy profunda y muy antigua que hace que los brasileños ricos no lean. La lectura está restringida casi por completo a una clase media educada, que es pequeña en contraste con la población brasileña que es gigantesca.

Temer, bandido increíble

–Hablando de Brasil, este año hay elecciones. ¿Cómo ve la situación actual?

–La veo terrible. El Estado en Brasil siempre fue muy precario, pero cada vez es peor. Y sobre esa ausencia se fortalecieron las iglesias evangélicas, asumiendo el papel del Estado. Si ingresas en la Iglesia y pagas lo que sería un impuesto tendrás trabajo, salud y ellos estarán ahí para protegerte del crimen y de la policía también.

“Son como un estado, pero también como una familia, son protectores. Si naces en la favela, por ejemplo, tus opciones son muy limitadas: estás entre los poderes del crimen y los de la policía, que también es criminal. Estás perdido. Por eso hoy el verdadero poder en el país está en sus manos, las de los evangélicos y también en las de los católicos, aunque en menor medida. Y sus enemigos son los derechos individuales, los derechos de las mujeres, de los homosexuales, etcétera. Ese es el gran peligro en Brasil.”

–¿Y a través de qué candidatos jugará la Iglesia evangélica en las próximas elecciones?

–El problema es que la izquierda y la derecha hicieron, y siguen haciendo, contactos con ellos. Cuando Lula asumió como presidente se encontró con un Congreso repleto de bandidos. Y como él es un tipo muy inteligente, muy ‘malandro’, comenzó a hacer contactos y acuerdos con esa gente, diputados y senadores que están ahí porque representan a este país, que es un país de mierda. Cuando Lula se dio cuenta de que iba a tener que empezar a pagar a esa gente para gobernar fue el principio del fin.

Es un hombre muy inteligente, pero también mucho más flexible y, por tanto, corrupto. Contrariamente a Dilma Rousseff que es una burra, pero honesta. Ella viene de la guerrilla de izquierda, entonces trabaja, obedece las órdenes y no puede negociar con esa gente.

–¿Y Michel Temer?

–Temer es un bandido increíble, pero estaba ahí, y ¡sigue ahí todavía! ¡No cayó! Es como un vampiro. Tienen todas las pruebas de sus tratos sucios y todavía permanece.

–Y ahora está subiendo mucho en las encuestas Jair Bolsonaro, el candidato de la derecha.

–Sí, y la gente sigue repitiendo que es imposible que Bolsonaro gane. Yo creo que no; y pienso que es muy posible que gane. Y el riesgo es que para seducir a los ricos dice que va a hacer un gobierno económicamente desregulado, al extremo. Y políticamente será un fascismo, que contará con un Congreso muy probablemente dominado por los evangélicos. Por eso es terrible lo que sucede, y es un proceso que cuenta con el oportunismo de las élites económicas, listas para hacer acuerdos con el fascismo más imbécil y brutal.

Bernardo Carvalho nació en 1960, en Río de Janeiro. Su carrera de periodista y escritor lo llevó a trabajar en Mongolia, San Petersburgo, París y Nueva York. Sus novelas, inspiradas en muchos casos en esos paisajes, fueron traducidas a más de 10 idiomas y le valieron varios premios. Nueve noches, Teatro e Hijo de mala madre son algunas de sus obras más premiadas publicadas en español.