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Los rojos y Los ardillos pelean por la zona

Pobladores de Zitlala resisten a grupos armados

Tras un ataque en 2016, la mayoría huyó al norte

Alcalde sugiere abandonar comunidad

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Alrededor de 16 familias de la comunidad de Quetzalcoatlán, municipio de Zitlala, en la Montaña baja de Guerrero, viven con temor debido a la violencia, que se ha incrementado en meses recientesFoto Sergio Ocampo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 6 de abril de 2018, p. 28

Zitlala, Gro.

Indígenas nahuas de la comunidad de Quetzalcoatlán, municipio de Zitlala, en la Montaña baja de Guerrero, viven en la zozobra desde hace más de dos años, a raíz de que un comando procedente del poblado de Tlaltempanapa –presuntamente controlado por el grupo criminal Los ardillos– mató a seis personas.

Los habitantes huyeron. Seis días después algunos regresaron luego de que el gobierno estatal aplicó medidas cautelares. Sin embargo, la mayoría se marchó a Sonora y Sinaloa para emplearse de jornaleros agrícolas y no ha vuelto.

Zitlala está a unos 200 kilómetros de Chilpancingo. Hay una ruta más corta que pasa por Chilapa, pero desde hace dos años no se utiliza debido a la violencia.

En esta zona Los ardillos y Los rojos se disputan el cultivo y trasiego de droga. Quetzalcoatlán de las Palmas es un punto estratégico, por ser la vía para llegar a Morelos y Puebla.

Salomón Lara Tlatempa, cuyo abuelo fue miliciano zapatista, recuerda que la agresión fue cometida el 6 de enero de 2016; el poblado tenía cerca de 300 habitantes, pero hoy quedan como 62. La mayoría hablan náhuatl; pocos hablan español, las señoras puro náhuatl.

Los habitantes que siguen en la comunidad aún padecen violencia. El 24 de marzo pasado 10 mujeres y dos hombres pasaron por Tlaltempanapa hacia Zitlala. Los varones iban a pedir información sobre la convocatoria del programa Procampo; seis señoras llevaban a sus hijos a vacunar y cuatro a vender palma y cintas de palma. Una de ellas era la esposa del comisario municipal, pero hombres armados la bajaron (de un vehículo), la interrogaron y no la dejaban pasar.

Don Salomón, como le dicen sus vecinos, mencionó que obtienen alimentos de los policías estatales que se encuentran en el poblado para hacer cumplir las medidas cautelares. Ellos nos compran la despensa. Los pistoleros ya nos dijeron que si no corremos a los policías entonces vendrán a sacarnos a balazos.

Manifestó que el alcalde de Zitlala les propuso dejar su pueblo. Dicen que nos van a comprar un terreno, pero la mayoría decimos que no nos vamos. Hace un año el alcalde sólo nos trajo despensas. Nos prometieron que arreglarían las tuberías, pero no cumplieron. Traemos el agua desde unos cinco kilómetros.

Demandó al gobierno estatal que nos arreglen las casas, que haya seguridad y que mande médicos, porque desde 2015 ya no tenemos y hay que ir a Zitlala para atender a los enfermos.

En cuanto al proceso electoral, dijo que ni los capacitadores del Instituto Nacional Electoral ni los candidatos se han presentado en el pueblo. Apenas vino un señor de Morena, pero no pasó nada.

Lara recordó que el 12 de julio de 2017 los atacaron por segunda vez en la cabecera municipal, como a la una de la tarde. Fuimos a recibir los recursos del Procampo. Me dispararon y tengo esquirlas en la mejilla, en el brazo derecho y en otra parte del cuerpo, no me las quitaron.

Narró que los pistoleros atravesaron una camioneta. Uno bajó y me preguntaron de dónde era. Le dije que de la misma comunidad, pero un chamaco que estaba arriba de una camioneta empezó a disparar y mató a Benigno Marave Tlatempa. A mí me dejaron herido.

En esa ocasión el Ejército detuvo a los agresores. Salomón los identificó y fueron llevados al auditorio de Zitlala, pero no al Ministerio Público. La gente de Tlaltempanapa los rescató. Los militares los dejaron escapar.

Mencionó que los pobladores viven de hacer artesanías de palma que traen de los cerros. Sin embargo, vamos a empezar a sembrar calabaza, frijol y maíz. No tenemos yuntas, pero nos la alquilan a 200 pesos el día.

Una representante del Centro de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón comentó que el acompañamiento jurídico apenas va a empezar. La gente no ha querido presentar denuncias; no ha querido declarar.

Salomón remata: Ya platicamos y decidimos que no nos vamos de nuestro pueblo, como proponen las autoridades municipales. Nuestras señoras no saben leer ni escribir. ¿A dónde iremos? Aquí nos vamos a quedar.