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Los logros de Meade
D

ado que Meade presume como uno de sus principales atributos su experiencia como funcionario público es necesario revisar los resultados de su gestión. Su currículum lo presenta como un funcionario público que comenzó su carrera como analista en la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas; después estudió el doctorado en Economía en Yale. Regresó a hacerse cargo del saneamiento financiero de Banrural, institución ocupada durante muchos años del financiamiento a los productores agrícolas; ya siendo su director general lo eliminó constituyendo la Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero. En 2008 fue nombrado subsecretario de Ingresos de Hacienda y en 2011 Calderón lo designó secretario de Energía y luego de Hacienda. Su historia con Peña Nieto es conocida: secretario de Relaciones Exteriores, de Desarrollo Social, de Hacienda y, finalmente, candidato.

Es un funcionario público con importantes responsabilidades en cuatro gobiernos, en los que sus gestiones se caracterizaron por la instrumentación del proyecto neoliberal en el país. Desmanteló un gran banco de desarrollo, fundamental en el funcionamiento del campo mexicano; en sus responsabilidades siguientes, ya en el primer nivel gubernamental, participó en la conducción de las tareas de gobiernos que, sin lugar a dudas, fracasaron en su encomienda fundamental: elevar el bienestar de los habitantes del país. El naufragio de estos gobiernos es, por supuesto, constatación fehaciente de la incapacidad del modelo económico neoliberal. Pero es claramente también el fallo de quienes lo instrumentaron, es decir, de Meade y los funcionarios públicos de ese periodo.

La propuesta económica que Meade ha presentado en su campaña como candidato a la Presidencia plantea que en este modelo todo va bien. Por tanto debiéramos mantener el mismo rumbo y, de esa manera, nuestra economía seguiría funcionando como lo ha hecho hasta ahora. Lo que todo el mundo sabe es que la economía mexicana ha mantenido un desempeño absolutamente mediocre desde que se implementaron las reformas de mercado hace ya 36 años. En sus primeros tiempos los neoliberales culparon de sus malos resultados a la terrible herencia que habían dejado al país los gobiernos populistas de Echeverría y López Portillo.

Con el planteamiento de que los culpables de la falta de resultados esperados eran sus antecesores populistas y no el modelo neoliberal, en los años 90 se ampliaron y profundizaron las reformas neoliberales, se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En estos tiempos la economía mantuvo la mediocridad en su desempeño. En los primeros ocho años América Latina vivió un auge económico sustentado en el aumento del precio de las materias primas, en el impresionante monto de las remesas enviadas por los migrantes y en la reducción de las tasas de interés internacionales. México no aprovechó estas condiciones excepcionalmente ventajosas.

Mientras los países latinoamericanos crecían rápidamente, manteniendo bajo control sus finanzas públicas y la inflación, al tiempo que mejoraban la distribución del ingreso, nuestro país creció en el sexenio de Fox a una tasa cercana a 2 por ciento y luego con Calderón, ya con Meade participando en las grandes decisiones económicas, crecimos en promedio también a 2 por ciento. El auge latinoamericano no fue compartido por México en virtud de la obstinación de la dirección económica del gobierno federal. Con la llegada de quienes presumieron que ellos sí sabían hacer las cosas y que mantuvieron a funcionarios como Meade en posiciones de alta responsabilidad, el desempeño económico ha seguido igual: 2 por ciento. La misma mediocridad.

Esta pobreza de resultados es parte de la explicación de que el PRI haya decidido impulsar a Meade. Pretendiendo que con un candidato externo el inocultable fracaso gubernamental pudiera esconderse. En la primera semana de campañas abiertas, el candidato postulado por el tricolor propone continuar lo que ha hecho el gobierno de ese partido y el propio aspirante en este sexenio, y lo que realizaron los gobiernos panistas los 12 años anteriores. Sólo los priístas pueden pretender que 2 por ciento de crecimiento es un éxito. Por esto sus pretendidos logros serán la explicación de su fracaso.