Opinión
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TLCAN: capricho de Trump

Peña Nieto: al precio que sea

TPP: plan B deslactosado

Q

ueda claro que si finalmente se moderniza el TLCAN será en los términos y con el caprichoso alcance que determine el esquizoide de la Casa Blanca. Quién sabe si el gobierno canadiense acepte la imposición, pero todo indica que el peñanietista sí lo hará sin importar que deje atado de manos a su sucesor.

El problema es que ambas economías –la nuestra y la de la hoja de arce– dependen en grado sumo del mercado estadunidense, mientras su capacidad de decidir soberanamente se reduce día tras día.

El gobierno de EPN está aferrado a sacar adelante dicho mecanismo comercial, y estaría dispuesto a pagar cualquier precio. Pero en vía de mientras intenta desviar la mirada con lo que denomina plan B, que no es otra cosa que el nuevo esquema de asociación con otras 10 naciones.

Se trata del ambicioso mecanismo comercial (así lo cacarearon antes y ahora) entre 11 naciones (originalmente sumaban 12, pero Trump, al tercer día de su mandato, los mando a paseo), por lo que ahora se conoce como Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés), que supliría, por decirlo así, al original Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, firmado dos años atrás).

En aquel entonces se presumía que los paí-ses firmantes del TPP (ahora CPTPP) representaban alrededor de 40 por ciento del PIB mundial, 25 por ciento del comercio global y 28 por ciento de la inversión extranjera directa mundial, lo que para efectos nacionales es la herramienta que pone México a la vanguardia del comercio internacional en el siglo XXI (Ildefonso Guajardo dixit; sin embargo, se trataba de un instrumento al servicio de los intereses de Estados Unidos en tiempos de Obama).

Allá por 2015, en este espacio documentamos que en el TPP de entonces había de participantes a participantes, lo que sin duda alguna marcaba la diferencia. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que sólo el producto interno bruto de Estados Unidos representa 62 por ciento del producto interno bruto (PIB) conjunto de las 12 naciones firmantes del TPP (la información es del Fondo Monetario Internacional, con cifras de 2013).

Si se suman los números de Japón, entonces la proporción conjunta crece a 79 por ciento del PIB, y 21 por ciento restante resto se diluye (de forma no proporcional, desde luego) entre los otros 10 países firmantes del moderno acuerdo.

De hecho, en ese universo, México a duras penas representa 1.3 por ciento del PIB del total de naciones en el TPP y depende en grado sumo del comercio exterior con un solo país: Estados Unidos.

El primer bloque de naciones, como se anota, se conforma por Estados Unidos y, muy debajo de él, Japón. Pero otras naciones desarrolladas también son firmantes del mecanismo comercial, aunque con una distancia enorme con respecto al par citado.

Canadá, Australia y Nueva Zelanda, con un PIB representativo de 6.2, 5.1 y 0.65 por ciento, respectivamente, del total del PIB de las naciones integrantes del acuerdo.

En el último escalón se encuentran las siete naciones subdesarrolladas, que en el lenguaje moderno las disfrazan de economías emergentes, las cuales en conjunto (México incluido) representan 9 por ciento, en número cerrados, del PIB involucrado en el TPP.

En el balance, los países desarrollados concentran 91 por ciento del pastel y los emergentes 9 por ciento restante. Y estos últimos deberán competir en igualdad de condiciones.

El bloque latinoamericano se conforma con México, Chile y Perú, representativos de 1.3, uno y 0.7 por ciento, respectivamente, del PIB grupal. En conjunto, 3 por ciento del PIB del TPP, o si se prefiere 20 veces menos que el estadunidense y seis tantos por debajo del japonés. De entrada, pues, existe una diferencia abismal.

En aquel entonces comentamos que la participación de México y el resto de las naciones subdesarrolladas sería una suerte de encuentro entre David y Goliat, pero sin honda ni piedra. Más bien, todos dispuestos a defender al patrón de las barras y las estrellas para que los chinos no se lo coman, aunque en esto los del dragón van más que avanzados.

Pues bien, progresista o no, a estas alturas el nuevo esquema (léase el CPTPP) quedó exactamente igual al cacareado por el gobierno peñanietista desde 2015, aunque con un agravante: los 11 países firmantes se quedaron sin madre, padre ni mercado gringo, que en los hechos era el único objetivo de todos los signatarios, porque para todos la tirada era incrementar su participación en él. Trump, sin embargo, los mandó muy lejos.

A lo largo de los años, México ha firmado más de 40 tratados comerciales con distintas naciones y bloques comerciales, pero ni lejanamente ha dejado atrás la creciente dependencia con el vecino del norte. Ahora firma el nuevo CPTPP y la historia no cambia, de tal suerte que el plan B del gobierno de EPN no es otro más que el plan A, es decir, la modernización del TLCAN a cualquier precio. Total, él ya se va y deja la papa caliente a su sucesor en Los Pinos.

Como bien lo advirtió el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, al igual que en el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la principal competencia para México en el TPP será el país que no es integrante del mismo, China. Básicamente porque los integrantes del TPP tienen una relación comercial más intensa con China que con México, la competencia será muy fuerte.

El problema que enfrentarán los firmantes de dicho mecanismo, apuntaba el IDIC en 2015, es que China domina el mercado de las 12 naciones que integran el acuerdo, la preponderancia de la economía asiática es clara incluso en el área del TLCAN. Aun sin tratados directos, China avasalló a otras naciones que intentaron crecer bajo un modelo de exportaciones incompleto. Lograron desplazar a los países que carecen de una política industrial activa y efectiva. Uno de ellos es México

Nuestro país tiene acuerdos y tratados comerciales con casi todos los integrantes del TPP, el resto representa muy poco. Las oportunidades que agrega el nuevo acuerdo son pocas. Se debe ser claro: México participa marginalmente en Brunéi, Vietnam, Malasia, Australia y Nueva Zelanda.

Pero tranquilos, que se firmó el nuevo acuerdo, por mucho que en los hechos no sirva para mayor cosa.

Las rebanadas del pastel

Sin pena ni gloria caminaron los tres tristes candidatos al hueso mayor por la pasarela de los barones del dinero. Ahora que comiencen las campañas, dicen.

Twitter: @cafevega