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Convierte informe anual de labores en acto de campaña, de cara a comicios del 18 de marzo

Putin se ufana de arsenal nuclear que hace a Rusia invulnerable

Presenta catálogo de armas que ningún país tiene, en respuesta a la expansión de la OTAN

Navalny, el líder de oposición, probablemente pase en la cárcel el día de la elección presidencial

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En una simulación hecha por computadora se muestra el trayecto que puede cubrir el nuevo misil balístico intercontinental ruso Sarmat, el cual se puede apreciar en la imagen de la derechaFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 2 de marzo de 2018, p. 23

Moscú.

El último informe anual del presidente Vladimir Putin en este sexenio a la Asamblea Federal –las dos cámaras que componen el Parlamento de Rusia– se convirtió de hecho en el primer programa de intenciones para la siguiente década de quien se sabe ganador de los comicios que, sin verdaderos rivales al actual mandatario, tendrán lugar dentro de poco más de dos semanas.

En su privilegiado papel de presidente y candidato, Putin dedicó la parte más impactante de su intervención de dos horas a demostrar –con videos inusuales y atractivos– que sus compatriotas pueden dormir tranquilos, ya que ningún enemigo externo está en condiciones de interrumpir su sueño con amenazas nucleares.

Rusia, en palabras de su jefe de Estado, es una potencia nuclear que no quiere agredir a nadie y cuya capacidad de respuesta demoledora desde 2000, cuando asumió el poder, se ha reforzado tanto que su voz, en la arena internacional, debería escucharse y tomarse en cuenta.

Porque, asegura Putin, Rusia ya cuenta con armamento que nadie tiene, incluidos los misiles balísticos intercontinentales Sarmat capaces de alcanzar cualquier punto en el planeta; drones submarinos súper rápidos y de autonomía ilimitada al tener un propulsor atómico; misiles crucero con ojivas nucleares reducidas pero 10 veces más potentes que las normales; un cañón láser móvil, y los temidos sistemas de ataque hipersónico, entre otros que aún no se pueden nombrar.

El inquilino del Kremlin se refirió con detenimiento a esas variedades de armas nuevas –con detalles que si los diera a conocer otro ruso podría ser encarcelado por revelar secretos de Estado– con un claro propósito: subrayar que son invulnerables para el costoso escudo antimisiles que Estados Unidos se empeña en seguir construyendo en el mundo, a pesar de que, en su opinión, es innecesario, así como que pueden considerarse una respuesta adecuada y contundente a la expansión hacia el este de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte).

El resto del discurso de Putin tampoco pretendió explicar qué hizo el presidente durante el ejercicio de rendir cuentas. Más bien, resultó un catálogo de qué promete el candidato Putin hacer en el siguiente decenio, aunque el mandato presidencial por supuesto es de sólo seis años.

Si las intenciones formuladas por Putin este jueves tuvieran sustento para volverse realidad, cualquier ruso –aparte de los invitados especiales que se pusieron de pie después de cada espectacular anuncio– también aplaudiría con fervor: aumentar las pensiones, mejorar la asistencia médica de los jubilados, cuidar y respetar a los ancianos, reducir a la mitad la pobreza, crear puestos de trabajo, recortar el desempleo, subir los salarios, impulsar la natalidad, incrementar la esperanza de vida, financiar la educación y la ciencia, bajar las hipotecas y un largo etcétera de bondades de rigor en estos tiempos electorales ofreció el presidente/candidato.

Este jueves –en la ocasión número 14 desde que Putin, salvo los cuatro años que se desempeñó como primer ministro, cumple la obligación constitucional de presentar un informe anual de labores como jefe de Estado– el escenario se trasladó del Gran Palacio y, luego, de la Sala de San Jorge, en el Kremlin, a la céntrica sala de exhibiciones Manezh, la antigua caballeriza de los zares.

Con mayor aforo, el Manezh dio cabida no sólo a los legisladores, sino a poco más de un millar de invitados, que para los operadores políticos del Kremlin representan la crema y nata de la élite gobernante, y donde se instalaron pantallas gigantes para ilustrar con gráficos y videos las partes medulares del discurso de Putin.

Al cambiar el sitio, a propuesta de Serguei Kiriyenko –primer ministro en los tiempos de Boris Yeltsin y ahora titular adjunto de la poderosa Oficina de la Presidencia a cargo de la política interna–, se quiso transmitir la idea de que el mensaje de Putin tenía como destinatario a la sociedad toda y no sólo a los parlamentarios.

Así, el favorito de todas las encuestas oficiales, que se negó a participar en los debates televisivos con sus rivales nominales, disfrutó este jueves de amplia cobertura en cadena nacional y en posteriores programas especiales sin otro propósito que encomiar lo dicho por el candidato, perdón, presidente, Putin, en tanto que los otros aspirantes se limitan a protagonizar el bochornoso circo de acusaciones recíprocas, insultos y baños con vasos de agua en la cara con que degradaron sus diálogos de propuestas este miércoles en un canal de la TV pública.

Mientras el show electoral continúa, el próximo sábado jubilados y estudiantes están incluidos en las listas de asistencia obligatoria de cien mil personas a un concierto de apoyo a la candidatura de Putin con cantantes y grupos musicales de moda, el único rival de importancia que podría tener, el opositor Aleksei Navalny, tendrá que comparecer ante un juez el próximo lunes.

Navalny conocerá ese día la sentencia por haber convocado la protesta del 28 de enero anterior y, no hay que tener bola de cristal para darlo por hecho, será condenado a 30 días de privación de libertad, con lo cual no podrá empañar la celebración del triunfo de Putin en las elecciones del 18 de marzo.