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Muchas piezas han sido devueltas, pero falta trabajar más, sobre todo en lo diplomático, dice

Crece la repatriación de tesoros únicos de México: Diego Prieto

Miles de vestigios arqueológicos e históricos aguardan ser recuperados

Gran cantidad salió del país de manera ilegal, sostiene el titular del INAH en entrevista con La Jornada

Celebra la restitución del Bajorrelieve de Xoc, que fue exhibido en el Museo Nacional de Antropología

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El INAH ha recibido objetos que no son mexicanos y, en reciprocidad y cumplimiento de tratados internacionales, los devuelve a su país de origen, como estas piezas que se entregaron a PerúFoto Héctor Montaño/ INAH
 
Periódico La Jornada
Viernes 23 de febrero de 2018, p. 3

Investigadores independientes calculan en unas 9 mil las piezas arqueológicas e históricas, tesoros únicos y valiosos originarios de México, que están fuera del país.

En el mejor de los casos, los objetos son considerados propiedad de museos o forman parte de colecciones privadas de prestigio, pero también son muchos los que han salido de manera ilegal.

Aunque en los recientes años algunas naciones han devuelto piezas, aún queda mucho trabajo por hacer, sobre todo diplomático, dice el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto, en entrevista con La Jornada.

Considera que joyas como el Penacho de Moctezuma, que está en Viena; los códices mayas repartidos en bibliotecas europeas o la serpiente mexica de dos cabezas, hecha con mosaicos de turquesa, en poder del Museo Británico, sin duda, estarían mejor en casa, porque pertenecen a la nación, así lo disponen nuestras leyes y así es.

Se trajo el Bajorrelieve de Xoc

En 2016 la Procuraduría General de la República entregó al INAH 22 piezas arqueológicas rescatadas del tráfico ilegal, mientras la Secretaría de Relaciones Exteriores, los recientes dos años, recuperó 56 objetos.

Hay países en los cuales basta con señalar que nuestros bienes salieron de manera ilegal para que sea relativamente sencillo que los devuelvan, pero hay otros donde la acreditación de pruebas la imponen al país demandante, lo cual es un poquito difícil y tardado, pero no imposible, explica Prieto.

Por ejemplo, añade, durante varios años se gestionó en Francia la devolución del bajorrelieve olmeca de Xoc, que fue exhibido en el Museo Nacional de Antropología: Sabíamos dónde y cómo estaba; hay fotos. Finalmente se logró traerlo gracias a que la propia descendiente del último comprador denunció de buena fe.

Más complicada aún es la repatriación de bienes que salieron en la época virreinal; algunos se obsequiaron a los conquistadores españoles o fueron intercambios.

Como sea, todos esos objetos son mexicanos y la única respuesta que puede tener el gobierno es que deben estar aquí, insiste Prieto, quien asegura que el INAH reivindica que esos bienes regresen, por supuesto, siempre muy cuidadosos respecto de la forma en que se solicita su retorno y de las leyes de otras naciones.

“Si un objeto salió en el periodo virreinal y se acredita que fue un obsequio de Hernán Cortés, eso es mexicano y debería estar aquí, pero afuera dicen que cuando eso sucedió no había legislación.

“Esas cuestiones suponen un esfuerzo de convencimiento. Son muchos los museos que tienen colecciones mexicanas, por supuesto para nada comparadas con las que poseen de las culturas egipcia, griega o babilónica. Cuando miramos esos acervos advertimos que las potencias colonialistas afianzaban su poder y prestigio acumulando gran cantidad de objetos.

“Es cierto, tienen muchas piezas mesoamericanas, pero no en dimensiones de culturas de otros países porque afortunadamente desde el siglo XIX y un poco antes hubo aquí disposiciones jurídicas que regularon la salida de bienes.

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Diego Prieto, titular del Instituto Nacional de Antropología e Historia, durante la entrevista con La JornadaFoto José Antonio López

Durante ese siglo hubo célebres debates por ejemplo respecto de si era válido que un explorador viniera, excavara y se distribuyeran a mitades los bienes arqueológicos hallados. La mayoría de los legisladores de la época convinieron en que no. Claro, no faltaron quienes opinaban que sí, pues así avanzaría el conocimiento de nuestras culturas a cambio de dar algo a los extranjeros, pero el consenso fue: no. Pensaron que se abriría una puerta por donde perderíamos nuestro patrimonio; tenían razón.

Durante las gestiones para recuperar piezas el INAH ha recibido objetos que no son mexicanos y para honrar los criterios jurídicos que defendemos, los devolvemos a sus países de origen, afirma Prieto. Es el caso del lote que el año pasado se entregó a Perú, de 168 objetos muy hermosos e interesantes, de estilos chicha, chimú, moche, wari, nazca, lambayeque o sicán, y chancay, los cuales abarcan del 200 dC al siglo XVI. Todos fueron saqueados de contextos funerarios y rituales.

Diplomacia y gestión

Diego Prieto reitera que en el INAH desarrollan mucho trabajo de diplomacia, promoción y gestión ante organismos internacionales en Europa, “donde se han ido perfeccionando los tratados para evitar el tráfico ilícito de bienes culturales. Nos complace que el presidente francés, Emmanuel Macron, ha planteado una política de devolución masiva de piezas africanas. Ojalá a partir de esto encontremos un espacio de diálogo para que objetos mexicanos que están en Francia regresen al país.

“El investigador Miguel Gleason –prosigue Prieto– se ha dedicado a documentar en los recientes años cuáles son las piezas importantes que están fuera; por ejemplo, mostró el llamado penacho de Cuauhtémoc que está en el Museo Quai de Branly de París. Es decir, no sólo el INAH, sino otros mexicanos hacen un esfuerzo para estudiar y localizar lo que está fuera, que es mucho; sería bonito que todo estuviera aquí.

“No se trata de desconocer los esfuerzos de los países para que se conozca la cultura mexicana, como la exposición que ahora se presenta en San Francisco acerca de Teotihuacán, con acervos de museos estadunidenses.

“Lo que sí les pedimos es que no incluyeran piezas de colecciones privadas, porque a veces sucede que cuando los particulares intentan mostrar sus objetos en instituciones museísticas, en realidad pretenden una limpieza o validación de los vestigios.

“De ellos nunca serán las piezas, jamás, mientras rija nuestra ley, que se puede perfeccionar. Otro ejemplo: aquí está el Códice Tonalámatl de Aubin, que forma parte del acervo de la Biblioteca Nacional de Francia, pero que por razones jurídicas de nuestro país no puede volver a salir. Sin embargo, siempre damos los créditos cuando se hacen ediciones facsimilares. No nos lamentamos de que algunas piezas, como los códices, estén en el extranjero, pero sí ejercemos y ejerceremos siempre nuestro marco jurídico.”