Opinión
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México SA

Desempleo real: 12.3 por ciento

Enojo, ¿irracional?

Cisen, espías en aprietos

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l inquilino de Los Pinos insiste en que si los logros de su gobierno se difunden mejor, el efecto inmediato podría desterrar el irracional enojo social, por lo que exige a los mexicanos reconocer cuánto hemos avanzado en su administración. Y de remate, el susodicho asegura ser autocrítico, pero hay que tener memoria de dónde nos encontrábamos hace seis años.

Pues bien, en las entregas recientes de México SA se ha abordado el tema laboral, y el autocrítico gobierno de Enrique Peña Nieto no sale bien librado. Las fuentes de información utilizadas son diversas, aunque todas coincidentes en que, tratándose de generación de empleo, si bien se registra una mejoría cuantitativa, resulta contundente el deterioro cualitativo, aunque de cualquier suerte EPN no deja de confundir la gimnasia con la magnesia.

Así, toca el turno al Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM, de cuyo más reciente análisis Los empleos que no requieren las familias mexicanas: el Presidente del empleo precario se toman los siguientes pasajes. Va, pues. La generación de empleo es una de las banderas que más enarbola el sexenio actual, a pesar de que se trate de plazas con salarios de hambre, con nulas prestaciones laborales, sin acceso a instituciones de salud y/o con extensas jornadas de trabajo; empleo precario que en desvergonzadas declaraciones el presidente Peña Nieto ha señalado que son los que requieren las familias mexicanas. En sus propias palabras nos dice: el fortalecimiento del empleo inició en noviembre de 2012 con la reforma laboral, que sentó las bases de un mercado de trabajo más dinámico, flexible e incluyente.

Han pasado más de cinco años desde que se aprobó tal reforma y la precarización laboral continúa su marcha implacablemente. Si bien los niveles de desempleo han bajado –en parte gracias a cambios metodológicos que habremos de señalar– los niveles de ingreso continúan mostrando un empobrecimiento general para gran parte de la población ocupada; de igual manera, aumenta rápidamente la tendencia de trabajar más horas.

En el cuadro 1 que se adjunta se muestra la población ocupada por niveles de ingreso de 2012 a 2017. A cinco años de la reforma laboral la población que recibe de cero a tres salarios mínimos ha aumentado en más de 3 millones 242 mil personas, un incremento de 66.2 a 67.8 por ciento respecto del total de la población ocupada.

La tendencia es contraria si se observa a quienes ganan más de tres salarios mínimos: en 2012 eran 11.33 millones de personas, y para 2017 se habían reducido a 9.4 millones, es decir, pasó de 23.2 a 18 por ciento respecto del total de ocupados. Los trabajadores mexicanos no sólo han visto disminuir su poder adquisitivo 13.42 por ciento en términos reales durante el sexenio de Peña Nieto, sino que la tendencia es la disminución de su salario nominal.

Mientras los salarios nominales disminuyen, las jornadas de trabajo se incrementan. Si se considera a la población ocupada y se divide en dos segmentos de acuerdo con la duración de la jornada laboral, de 2012 a 2017 la que trabaja menos de 35 horas a la semana disminuyó en más de 500 mil personas, pasó de 25 a 22.3 por ciento en el periodo referido. Por otro lado, la que labora 35 horas o más aumentó 3.5 millones (pasó de 72.6 a 74.3 por ciento), y este aumento es entendible si se recuerda que para conseguir la canasta alimentaria recomendable es necesario destinar 24 horas 31 minutos (el ingreso de más de tres jornadas de ocho horas). Así es: cada vez deben trabajar más tiempo para adquirir, contradictoriamente, menos alimentos para poner en la mesa familiar.

Por otra parte, es necesario entender la diferencia entre desempleo y desocupación. La medición de ésta es responsabilidad del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), institución que detalla: la desocupación abierta no es, ni pretende ser, la magnitud que exprese cuánta gente necesita trabajar en un lugar y momento determinados o la medida de cuán grande es el déficit de oportunidades laborales; en realidad lo que la desocupación abierta indica es la magnitud de la población que se comporta como buscadora de trabajo (esto es, cuántos individuos apuestan a su inserción en un mercado laboral) ante un déficit dado de oportunidades.

En cambio, en el CAM seguimos las recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo para medir el desempleo, y con base en ellas tenemos que para el tercer trimestre de 2017 la tasa de desempleo fue de 12.3 por ciento. Como se observa en el cuadro 3, el desempleo, al igual que la desocupación, ha disminuido, pero claramente a costa de generar empleo precario.

Un elemento adicional a considerar: en 2015 se decidió modificar la edad mínima de la población (de 14 a 15 años) para trabajar, con el argumento de proteger a los niños del trabajo en condiciones precarias. Con este cambio, el Inegi procedió a hacer cambios en la presentación de los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo. Entonces, si por un lado la reducción de la desocupación se debe a la creación de empleos precarios, también se explicaría por el aumento en la edad para trabajar. Con la modificación referida se puede llegar a confundir una disminución en las tasas de desempleo y desocupación con una baja real del problema crónico al que se enfrentan millones de personas a diario en México.

Dado lo anterior, la tasa oficial de desocupación para el tercer trimestre de 2017 encubre 75 por ciento del desempleo actual, frente a un gobierno que presenta sus programas de fomento al empleo como un éxito, cuando en realidad la disminución en las mediciones es en parte debido al cambio en la edad mínima para trabajar de la población, lo que al principio parece un cambio pequeño, aunque en realidad es un cambio con el fin de disminuir los números actuales en el contexto económico actual de nuestro país.

Para este mismo periodo, usando los datos de Inegi, pero siguiendo la metodología que se usa en el CAM para medir la escasez de fuentes laborales, se tiene que a escala nacional la tasa de desempleo es de 12.3 por ciento, siendo Veracruz, con 16.49 por ciento; Tabasco, con 16, y Tlaxcala con 15.97, los estados con la tasa más alta de desempleo, mientras Hidalgo, con 7.63 por ciento; Yucatán, con 7.59, y Guerrero, con 5.35 por ciento, los estados con menor tasa de desocupación del país.

Las rebanadas del pastel

Serenos, mexicanos crédulos, que gracias al nuevo inquilino de Bucareli, Alfonso Navarrete Prida, queda claro de qué se trata: el Cisen no espía a los políticos, sólo les da seguimiento. ¡Olé!