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Reubican en la Galería Belvedere el lienzo del artista austriaco, cuyo centenario luctuoso se cumplió ayer

Con cristal antibalas, protegen El beso de Klimt
 
Periódico La Jornada
Miércoles 7 de febrero de 2018, p. 5

Viena.

El pintor austriaco Gustav Klimt fue a la vez respetado y controvertido en vida. Tras su muerte, de la que ayer se cumplieron 100 años, fue olvidado durante décadas. Pero ahora es un imán para el público. Una de sus obras más conocidas, El beso, está de mundanza desde el ala oeste al ala este de la Galería Belvedere de Viena.

Es emocionante, dijo uno de los responsables de las exposiciones del museo. La pintura, que muestra a Klimt y a su novia Emilie Flöge abrazados, se exhibirá en una vitrina de acero protegida por un cristal antibalas, en una sala más cómoda para los visitantes. El traslado se enmarca en la nueva presentación de la colección de la Belvedere, que cuenta con 24 pinturas de Klimt, más que ninguna otra pinacoteca del mundo.

Serio y parco en palabras, Klimt entró en la historia del arte como cabeza visible de la Secesión vienesa, estilo adscrito normalmente al modernismo. Sus obras desataron a menudo el escándalo y su vida fue un ejemplo de valentía artística. Algunos estudios recientes muestran al pintor desde otro ángulo. Su comportamiento con las mujeres estaba marcado por un gran aprecio mutuo, apunta la historiadora del arte Mona Horncastle, quien publica una nueva biografía de Klimt, junto con Alfred Weidinge.

Klimt era un amante de las mujeres y las entendía, pero no era un mujeriego, explica. Ninguna de sus amantes ni de sus modelos –con alguna de las cuales tuvo hijos– dijo o escribió jamás algo negativo sobre él, añade. Una de las claves de esa teoría son las series de dibujos de mujeres dándose placer a sí mismas. En una época en la que la masturbación se castigaba incluso con operaciones quirúrgicas, Klimt hizo un monumento al deseo femenino, opina Horncastle. Aunque el pintor jamás expuso esos dibujos.

Foto
El beso (detalle), 1907-1908, óleo sobre lienzo de Gustav Klimt (1862-1918), reporta Dpa, fue trasladado a una sala más cómoda en la Galería Belvedere de Viena, capital donde el pintor es un imán para el turismo cultural
Foto tomada del libro Gustav Klimt: obras
completas,
publicado por Taschen

Convertirse en alma libre

Gustav Klimt nació en Viena, en 1862, en una familia muy humilde, y logró convertirse en alma libre. Con 21 años y buena formación, fundó una compañía artística –junto con su hermano Ernst– y Franz Matsch. Los negocios les iban bien en el imperio austrohúngaro gracias a los encargos públicos. El trío se adaptó al gusto de la época, Klimt se convirtió en retratista y mostró su maestría en el cuadro casi hiperrealista Sitzendes junges Mädchen (Chica joven sentada), de 1894.

Ese año tuvo lugar su punto de inflexión con el encargo de tres cuadros para la Universidad de Viena. Esas pinturas sobre la Filosofía, la Medicina y la ”Jurisprudencia”. dejaron en shock a los que las había encargado. Klimt abandonó su camino habitual y descubrió un simbolismo casi surrealista.

Klimt murió el 6 de febrero de 1918. Pronto cayó en el olvido, pero en los años 80 volvió a cobrar relevancia, en parte por el debate sobre el arte expoliado por los nazis, como el caso del retrato Goldene Adele, robado a la familia Blocher, coleccionistas judíos.

Los años de disputa entre el Estado austriaco y la heredera, en Estados Unidos, llegaron a los periódicos en el mundo. En 2006, el cuadro fue entregado a la heredera y poco después se vendió por 135 millones de dólares. Klimt se convirtió en el artista más caro del mundo y hoy sigue siendo un imán para quienes visitan Viena.