Opinión
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México SA

Rex Tillerson, golpista

China, ogro de Trump

Allí viene el lobosky

F

iel a la Doctrina Monroe, el secretario estadunidense de Estado, Rex Tillerson, inició, garrote en mano, su gira latinoamericana” con amenazas, promoción de golpes militares, advertencias (América no necesita nuevos poderes imperiales, porque con el de su país es más que suficiente) y la consigna de que aquellas naciones regionales que no se le cuadren serán víctimas de la furia del gobierno gringo (algo así como copelan o cuello, pero en inglés).

El ex presidente de la petrolera Exxon Mobil (consorcio que ya le clavó el colmillo al petróleo mexicano, gracias a la reforma energética, al adjudicarse un área de 3 mil kilómetros cuadrados) se queja de la creciente presencia de China y el alarmante papel de Rusia sobre América Latina (allí viene el lobosky).

De las malévolas intenciones de los rusos ya se sabe, porque la propaganda gringa lleva más de siete décadas explotando el tema y asustando con el petate del muerto, pero, apanicado, Tillerson suda frío al hablar del gran dragón, y en la primera escala de su periplo regional advirtió a los países de América Latina de una dependencia excesiva en sus lazos económicos con China, que usa su poder económico para llevar a la región bajo su órbita, con prácticas comerciales injustas (La Jornada).

Bien, pero ¿por qué los gringos le temen tanto a China? La Comisión Económica para América Latina y el Caribe nos obsequia un paseo temático, que ayuda a comprender el creciente temor gringo. Va pues.

China ha sido uno de los grandes contribuyentes al crecimiento del producto interno bruto del planeta, y su aporte se ha hecho más notable después de la crisis financiera global. En el año 2000, esta nación crecía a una tasa anual de 8.5 por ciento y representaba cerca de 3.6 por ciento del PIB mundial. Con ello, aportaba cerca de 0.3 puntos porcentuales del crecimiento mundial. En 2010, la tasa de crecimiento de China fue de 10.6 por ciento y el país representó cerca de 9.2 por ciento del PIB mundial.

En 2016 China representó más de 15 por ciento del PIB mundial y fue la segunda economía de mayor tamaño después de Estados Unidos. Posee el mayor producto interno bruto industrial del planeta, pues representa 22.5 por ciento del PIB industrial mundial. También es el mayor productor agrícola del mundo, con 30 por ciento del valor agregado de esa actividad a escala internacional. La nación asiática es la segunda economía en términos del consumo final de los hogares, con 9.6 por ciento, después de Estados Unidos, que concentra 28.9 por ciento.

El crecimiento de la economía china se está estabilizando en un rango de entre 6.4 y 6.7 por ciento en el trienio 2016-2018. Aunque este nivel es inferior a las tasas de crecimiento de dos dígitos que el país alcanzó durante los años posteriores a la crisis financiera mundial, sigue siendo uno de los más elevados del planeta. Su economía continúa su proceso de ajuste desde una dinámica sostenida por la inversión y las manufacturas hacia un modelo más basado en el consumo y los servicios.

El mayor dinamismo de los servicios es resultado, en parte, del mayor crecimiento del consumo en comparación con la formación bruta de capital fijo, siendo el primero más intensivo en servicios. El menor crecimiento de la inversión es consecuencia, en cierta medida, del freno de la construcción inmobiliaria, sobre todo en las ciudades pequeñas y medianas, pero dicho crecimiento es todavía muy superior al de otras economías.

En la actualidad China produce muchos insumos que antes debía importar, lo que se refleja en la caída de 9 puntos porcentuales (de 57 a 48 por ciento) de la participación de las partes y componentes en sus importaciones no petroleras a partir del año 2000. Desde hace algunas décadas está en proceso de transformación de su sector manufacturo, transitando hacia industrias de creciente contenido tecnológico y conocimiento. Hoy el país es el mayor productor mundial de acero y muchos otros productos industriales, como los automóviles.

En paralelo, el país sustituye cada vez más insumos de piezas y partes importados de mayor nivel tecnológico y conocimiento. Esta tendencia está impulsada por varias políticas que forman parte del plan Made in China 2025. Este plan fue lanzado en 2015 y uno de sus objetivos es producir en el país 40 por ciento de los componentes y materiales en 2020 y 70 por ciento en 2025.

El renminbi (moneda china) es cada vez más importante como activo de reserva. El primero de octubre de 2016 el FMI la incorporó a la canasta de monedas que formarán los derechos especiales de giro y, por tanto, podrá ser empleado como una de las divisas para otorgar préstamos.

El banco central de China ha anunciado que más de 60 países y regiones cuentan con el renminbi dentro de sus reservas internacionales. De hecho, el Banco Central Europeo invirtió el equivalente a 500 millones de euros de sus reservas en renminbis. En América Latina diversos países han anunciado el uso de esta divisa en sus reservas.

China también es oferente de liquidez en los mercados financieros. Desde 2008, el banco central de China ha firmado al menos 30 acuerdos (canje de monedas) por aproximadamente 474 mil millones de dólares. Dentro de este grupo se incluyen Argentina, Brasil, Chile y Surinam. Estos acuerdos han sido empleados para promover el comercio bilateral y fortalecer posiciones de reserva.

De 2005 a 2016 el monto de los compromisos de préstamos a gobiernos de América Latina y el Caribe financiados por China ascendió a 141 mil millones de dólares. El Banco de Desarrollo y el de Exportaciones e Importaciones de la nación asiática son las instituciones estatales que desde 2005 proveen casi todo el financiamiento chino para el desarrollo latinoamericano.

Los principales países de la región receptores de ese financiamiento cuentan con importantes yacimientos de hidrocarburos, por lo que en algunos de los acuerdos se incluyó como contrapartida el compromiso de venta de productos petroleros dentro de las condiciones de los préstamos conferidos. La distribución de estos créditos por países receptores entre 2005 y 2016 muestra que la mayoría de los montos (93 por ciento) fueron otorgados a Venezuela (44), Brasil (26), Ecuador (12) y Argentina (11).

Las rebanadas del pastel

Entonces, ¿queda claro por qué el promotor de golpes de Estado está apanicado con China?

Twitter: @cafevega