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Elisabeth Revol es la primera mujer en subir al Nanga Parbat en invierno y sin sherpa

Tras rescate, alpinista narra calvario para sobrevivir la cima de la montaña asesina

La gran aventura devino en tragedia, su compañero de cuerda Tomasz Mackiewicz no volvió

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Revol recuerda que al llegar a la cima, de 8 mil 126 metros de altitud, su compañero se quedó ciego, por lo que emprendieron el descenso. Envió una alerta de rescate, pero no llegaron y tuvo que regresar solaFoto Afp
 
Periódico La Jornada
Viernes 2 de febrero de 2018, p. a12

Sallanches, Francia.

Una gran aventura y después un drama, son las palabras que eligió la alpinista francesa Elisabeth Revol para contar su haza-ña de conquistar la novena montaña más alta del mundo, viaje del cual su compañero de cuerda, el polaco Tomasz Mackiewicz, nunca volvió.

Revol, mujer menuda de 43 kilos, relata sobriamente su ascenso al Nanga Parbat, cima de 8 mil 126 metros en Pakistán, que la convirtió en la primera mujer que lo logra en invierno, sin oxígeno y sin la ayuda de un sherpa.

Como himalayistas experimentados, se enfrentaban sin aprensión a esta cumbre, conocida como la montaña asesina, aceptando los riesgos.

Revol y Mackiewicz dejaron Francia el 15 de diciembre y el 20 de enero se lanzaron a la aventura. Pocos días después, a más de 7 mil metros de altitud, se acercaron a su meta, pero el placer duró poco.

Cumbre y la huida hacia abajo

“Tomek me dijo ‘no veo nada’”, recuerda. Debido a la baja visibilidad, el polaco no había usado máscara durante el día y cuando cayó la noche tuvo una inflamación en el globo ocular. No pudimos tomarnos ni un segundo en la cumbre. Fue la huida hacia abajo, relata.

En un momento, él ya no podía respirar, se quitó la protección que tenía sobre la boca y comenzó a congelarse. Su nariz se volvía blanca y después las manos y los pies, rememora.

Decidieron protegerse del viento en una grieta, pero Tomek ya no tenía fuerzas, la sangre brotaba de su boca. Estos síntomas de edemas son el último estadio de un mal agudo de montaña, son fatales si el paciente no es tratado rápidamente.

Mandé una alerta, porque Tomek no podía bajar solo, explica Revol. Me dijeron: si bajas a 6 mil metros podemos rescatarte y podemos salvar a Tomek a 7 mil 200 (en helicóptero). Fue así como pasó. No fue una decisión que yo eligiera, se me impuso, asegura.

Envió su localización de GPS, protegió a su compañero lo mejor que pudo y, persuadida de que todo tendría un final feliz y los helicópteros llegarían, salió sin nada. Sin embargo, los rescatistas no llegaron y después de dos días tuvo que descender sola.

El final ya es conocido, fue evacuada hacia Islamabad el domingo y volvió a Francia el martes en la noche. El futuro es algo que piensa paso a paso. Recuperarme al máximo, evitar tal vez la amputación de mi pierna y sobre todo ir a ver a los niños de Tomek.