20 de enero de 2018     Número 124

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


Indio serrano con la Virgen de Guadalupe

Un grupo de zapadores descansando y una mujer entre sus integrantes   FOTOS: Teresa Osorio

Siguiendo los pasos de sus mayores

Huejotzingo, Puebla

El carnaval por excelencia…


Una pareja muy tradicional

Teresa Osorio

El carnaval de Huejotzingo es una de las fiestas más importantes y tradicionales del estado de Puebla. Se lleva a cabo desde hace 149 años de manera ininterrumpida, desde que se organizó por primera vez de manera oficial en el año de 1868, en esa ciudad, ubicada a un costado de la sierra Nevada sobre la carretera libre de México a Puebla. Esta festividad da paso a la cuaresma de la iglesia católica, al iniciar el fin de semana anterior al miércoles de ceniza.

De forma lúdica, este carnaval cuenta tres hechos históricos de Puebla y Huejotzingo, en los que participan todos los integrantes de las familias de los cuatro barrios que la conforman, es decir, unas 20 mil personas. Hombres y mujeres de distintas edades son actores y encargados de darle vida a esta espléndida celebración, en la que usan exquisitos y coloridos trajes, muchos de ellos confeccionados a mano y que pueden ir desde los 10 mil hasta los 50 mil pesos, y que incluyen sombreros, botas, huaraches, túnicas, gaznes, plumas, escudos y fusiles.

Literalmente, la pequeña ciudad de Huejotzingo se vuelve un enorme escenario en donde todo es movimiento, fiesta, alegría y sorpresa. Nadie puede quedarse indiferente. De hecho, hay que plegarse en las paredes de las casas para dar paso a los actores, ya que es estar ahí, en medio de escenas que se yuxtaponen. Las bandas musicales, la pólvora de los mosquetones y el baile envuelven todo.

Las detonaciones de los mosquetones son ensordecedoras y la pólvora que desprenden pica los ojos y la garganta, pero vale la pena: es como viajar en el tiempo y vivir en carne propia un pedacito de la historia de esta comunidad que se vuelve a la vez en una fantasía, un sueño, un recuerdo y un espectáculo. A través de esta fiesta se cuentan tres historias que tienen poca relación entre sí y podrían confundir a los visitantes. La conexión entre ellas es débil, pero se desarrollan al mismo tiempo y en el mismo lugar y son la esencia del carnaval. La primera historia cuenta las aventuras de Agustín


Arte callejero mirando al pasado

Lorenzo, recordado por robarse a la hija del corregidor de Huejotzingo en el siglo XIX, lo cual lo hace ser visto como bandido, héroe o santo. Su personaje llega a caballo echando tiros al Palacio Municipal, acompañado de música y cohetes, y a través de una escalera sube para ayudar a bajar a su amada, quien ya lo esperaba. La novia, vestida de blanco, se va con él, con lo que se inicia la persecución por todo el pueblo. Un segundo relato alude a un matrimonio indígena que simboliza la primera unión en este lugar bajo el rito cristiano.

El tercero relato enmarca a los otros dos, es la recreación de la Batalla de Puebla de 1862, en la que los mexicanos derrotaron en una batalla al ejército francés que invadió México en esos años. Para esta mega representación, los lugareños representan a los cinco grupos que intervienen en la batalla: el primero y más grande, el de los franceses o zuavos, vestidos con turbante, chaquetín azul, botas, talines en el pecho y una caja de madera en la espalda, además de la típica máscara o careta rosada que representa la tez del invasor, misma que contrasta con la piel morena de los defensores. Un segundo grupo son los turcos, también invasores, enviados por el sultán de Egipto a petición de Napoleón III, conformado por solados negros provenientes de Sudán, Nubia y Abisinia.

Un tercer grupo son los zapadores, un escuadrón que tenía una posición ambigua entre los dos bandos, vestían con una mezcla de colores patrios tanto de Inglaterra como de México. El cuarto grupo, ya de defensores, son los zacapoaxtlas, de la Sierra Norte de Puebla, batallón que pertenecía a la segunda división comandada por el general Miguel Negrete. El quinto y último grupo es el conformado por los indios serranos, que se distinguen por usar sombreros con tiras de papel china, listones y moños multicolores, además de que algunos cambiaron los huaraches por tenis con moños de colores.

Es decir, se trata de una invitación a vivir una experiencia alucinante y maravillosa y para muestra estas fotos...


Trajes típicos del carnaval de tres bandos zapadores, zacapoaxtlas y zuavos.

Diferentes formas de representar al indio serrano, unos llevan la imagen de Cristo, otros la de la Virgen de Guadalupe bordada con lentejuelas en su vestimenta

El rostro detrás de la resistencia

Indios serranos con su traje típico

Indio serrano sin máscara, con sombrero y trenzas

Hermosa representación del sincretismo en México

Las bandas y mosquetones son piezas fundamentales del carnaval
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