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Año 2018: esperar contra toda esperanza
E

ste año que inicia es año de esperar contra toda esperanza. Déjenme señalar algunas de las razones. Así sean limitadas al ámbito de la energía.

En 2018 el mundo consumirá un volumen diario de energía primaria equivalente al orden de 271 millones de barriles de petróleo (MBPE). A veces se indica un volumen ligeramente mayor. ¿Por qué? Porque –como lo hace la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés)– se incorporan ciertas estimaciones de energía no comercial, consumida preferentemente en áreas rurales.

Algunos organismos gustan presentar este volumen de energía equivalente en términos de millones de tonelada de petróleo (MTEP). Este año correspondería a 13 mil 528 millones de MTEP. Y en términos de calor primario equivalente –como lo presentan casi todos los organismos internacionales– el volumen representa 568.2 millones de terajulios (MTJ). Es necesario conocer la estructura de esta energía para estimar de manera inmediata –y en términos de los acuerdos aprobados por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en ingles)– el volumen de emisiones equivalentes de dióxido de carbono (CO2).

De manera global –y un tanto simplificada, por no especificar los volúmenes de biomasa– me permití utilizar las siguientes equivalencias. Para el petróleo, que representará 33.5 por ciento de la energía primaria total, un equivalente de 73 toneladas de emisiones efectivas de CO2 por terajulio. Para el gas natural que representará 24 por ciento de esa misma energía primaria que se consumirá este 2018, un equivalente de 56 toneladas de emisiones efectivas de CO2 por terajulio.

Finalmente, para el carbón que representará 29 por ciento, un equivalente de 95 toneladas de emisiones efectivas de CO2 por terajulio.

Sí, concluyó usted bien. En orden de gravedad contaminante lo más terrible es el carbón. Le sigue el petróleo. Finalmente el gas natural. En la generación eléctrica esta diferencia es más contundente. ¿Por qué? Por las sorprendentes eficiencias que alcanzan los nuevos equipos de generación eléctrica a gas natural. Ya rondan –incluso superan– 60 por ciento.

En esta versión simplificada estos estos tres fósiles representarán 86 por ciento de los requerimientos mundiales de energía primaria. Y las limpias solamente 14 por ciento. Número dramáticamente bajo. Más dramático será el número de lo que representarán las renovables, es decir, las limpias sin la nuclear. Sólo 10 por ciento de la energía primaria total requerida por este mundo será renovable. ¿Es un dato esperanzador, después de aparentemente tantos esfuerzos internacionales? No del todo. ¿Por qué? Precisamente por las emisiones asociadas. ¡Grave asunto! Más en este mundo de dirigentes miopes y oportunistas. De consorcios y empresas que –ante todo– buscan sus beneficios y sus rentas financieras. Y de muchos grupos sociales que no quieren asumir las consecuencias de una vida energéticamente más limpia. En parte –sin duda es cierto– por la incapacidad de impulsos de transformación más firmes en los sectores de la energía. Asimismo, por la falta de voluntad firme para instaurar procesos mineros e industriales y formas de transporte que sustituyan masivamente a las tradicionales. Por un lado ineficientes y altamente contaminantes, y por el otro individualistas y de fuerte concentración en consumo de fósiles.

Con base en los datos del destino de la energía primaria y según estimaciones del World Resources Institute (WRI), es muy probable que en 2018 –como ha venido aconteciendo recientemente– el sector energía sea responsable de 67 por ciento de las emisiones de CO2 en el mundo (25 por ciento por la electricidad, 15 por ciento por la industria, 14 por ciento por el transporte y 13 por ciento por otras actividades). Y el resto de actividades humanas (agricultura, cambios en la naturaleza, procesos industriales y desperdicios) del otro 13 por ciento.

También es muy probable que en términos de países y regiones, los responsables de la mitad de las emisiones de CO2 serán China (28 por ciento), Estados Unidos (16 por ciento) y la India (7 por ciento). Alternativamente, cerca de 150 países –como también lo han sido recientemente– causan la otra mitad de emisiones de gases de efecto invernadero. Por eso, justamente por eso, la responsabilidad y la gravedad de las decisiones de esos tres grandes de la energía y de las emisiones es mayor. Mucho mayor. ¡Y eso sin depreciar lo que a cada quien corresponde! ¡Sin duda! Por eso, al desear lo mejor para todos en este 2018, no puedo dejar de reconocer que la esperanza de cambio hay que tenerla –justamente– contra toda esperanza. De veras.