Opinión
Ver día anteriorViernes 5 de enero de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
De nuestras Jornadas

Aumentos y engaños

M

ueven a indignación, más que a confianza o seguridad, las declaraciones de algunos funcionarios porque, si bien su trabajo consiste en proteger la economía de la población, su actuación está marcada por la falta de credibilidad y la ineficacia.

El delegado de Transportes en Acapulco, Juan Barrios Hernández, declaró que no permitirá que los transportistas eleven sus tarifas argumentando el incremento a los precios de los combustibles, porque ningún aumento ha sido autorizado.

Gobiernos vienen y gobiernos pasan y los transportistas nunca han requerido autorización para subir sus tarifas. Cuando lo creen conveniente, las incrementan sin que los usuarios se quejen porque saben que Transportes no actúa. Hasta hace poco sus inspectores no tenían asignado salario y se han dedicado a atracar a los conductores que incurren en faltas.

La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) aseguró que no permitirá alzas al precio de la tortilla, promesa que puede tomarse como burla o engaño, pues hace tiempo que la dependencia dejó de controlar el costo del producto, limitándose a vigilar el peso, lo que tampoco cumple.

Rogelio Cerda, titular de la Profeco, reconoció que el precio de este alimento está liberado; en consecuencia, puede ser determinado a criterio de los productores.

El colmo ocurre cuando los llamados industriales de la masa y la tortilla no solamente suben el precio, sino que también roban en el pesaje.

Es un hecho que el incremento al salario mínimo en ocho pesos (cifra histórica), a 88.36 pesos, lo mismo que los aumentos a las gasolinas, tendrán repercusiones negativas en todos los rubros.

Los sectores productivos se apoyarán en estas decisiones gubernamentales para trasladar las alzas a sus respectivos productos, servicios y tarifas, porque, desde luego, ninguno de ellos estará dispuesto a absorber los aumentos.

Los prestadores de servicios, comerciantes y demás no sumarán los incrementos a sus ingresos y no hay autoridad que defienda a usuarios y consumidores; lo más práctico es que éstos busquen la manera de incrementar sus percepciones y cuidar sus gastos si quieren sobrellevar sanamente su situación.