Opinión
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Desencantos y premoniciones de tiempos electorales
E

l retiro espiritual al que fue confinada Elba Esther Gordillo durante cerca de cinco años por sus antiguos aliados y protectores ha concluido y ahora transita por la etapa de reflexión domiciliaria. Para encarcelarla fue acusada de los delitos de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita. De sobra es conocido quiénes eran sus cómplices más cercanos. Y operadores de los millonarios recursos que disponía el SNTE, así como de otros cuantiosos bienes manejados en secrecía por los más allegados de la otrora poderosa líder política y moral de la agrupación magisterial. Sin embargo y pese al tipo de delitos por los que fue acusada, la profesora entró y salió solitaria de la cárcel; al lado de Elba Esther debieron estar como sus acompañantes y también beneficiarios en este exilio espiritual los charros sindicales elevados por Elba Esther a la dirección del SNTE; herederos y usufructuarios actuales por dictados de Peña Nieto del patrimonio político y sindical que por décadas se había concesionado a la entonces profesora amiga.

Los discípulos y servidores de Gordillo no fueron tocados, bajo la advertencia y amenaza de correr la misma suerte de su dirigente si intentaban oponerse a su expulsión; a cambio de mantener sumisión y colaboración política ante la reforma educativa que se fraguaba con los consorcios y organismos empresariales y todos los partidos políticos institucionales y de quedarse al frente de esa empresa sindical que es el SNTE, cuyas ganancias más redituables son el tráfico y venta del trabajo magisterial y los derechos laborales de los maestros.

El vertiginoso ascenso y la estrepitosa caída política de Elba Esther es demostrativa de una práctica política recurrente en el ajuste de cuentas y cobro de agravios y traiciones políticas dentro del sistema y el partido político del que emergió y se formó Gordillo. Ello ha quedado patentado especialmente mediante la persecución y pérdida del poder político, arrebatado de un plumazo a los caciques de las organizaciones sindicales corporativizadas en el PRI y el Estado, que por regla general han sido impuestos ilegalmente, mediante la arbitraria intervención gubernamental, lo cual demuestra que el poder político del que hacía gala Elba Esther y con el que amenazaba y chantajeaba, en realidad era un poder a préstamo que mantuvo en tanto fue útil al poder estatal. Entre otros ejemplos como el de Gordillo, pueden rememorarse el de Joaquín La Quina del sindicato petrolero; de Napito del sindicato de mineros o de los caciques magisteriales: Jesús Robles Martínez y Carlos Jonguitud, antecesores de la maestra chiapaneca.

La excarcelación de Elba Esther ha sido interpretada de distintos modos, algunos afirman que es resultado de un acuerdo entre instancias gubernamentales y el partido político de color turquesa que fundó la ex líder sindical, y que desde su origen ha sido un aliado permanente de segunda fila del PRI; en tanto el brillante analista Aurelio Nuño la ha ubicado entre las huestes electorales del partido de color guadalupano y como aliada de ya saben quién en la lucha para dar marcha atrás a la reforma educativa, temor que frecuentemente venía externando desde hace tiempo en sus cátedras educativas de los lunes ante la prensa. Sin embargo, el ahora flamante coordinador de la precampaña del candidato ciudadano inventado por el PRI parece olvidar que la reforma educativa dispone de cientos de miles de adversarios y que su permanencia finalmente estará determinada por la acción y batallas de los trabajadores de la educación.

Ante el adormecedor entusiasmo generado por el virtual candidato del anquilosado partido de la delincuencia institucionalizada, durante esa cosa llamada precampaña y ante sus evidentes carencias comunicativas para debatir o cuando menos para emocionar a los acarreados a los actos públicos de su partido; se ha habilitado en su lugar, al ex secretario Nuño para entrar al campo del golpeteo político y las evidentes advertencias y amenazas, de su partido hacia su más querido enemigo de siempre que ya saben quién es, por su parte, el ex secretario de Educación, el más fraternalmente repudiado por el magisterio, ha iniciado su nueva tarea usando metáforas, dichos coloquiales y populacheros para barnizarse de identidad popular y mediante su refinada cultura política, la contienda electoral la ha definido como si fuera un partido de béisbol. De acuerdo con la percepción política de los priístas, López Obrador está a punto de ser ponchado, ya que le han pasado dos strikes por la caja de bateo y le avisan que viene el tercero y último para sacarlo del juego, si uno es algo perspicaz y no es tan creyente y confiado en la democracia y el sistema electoral y el régimen político de nuestro país. Muy posiblemente las señales beisboleras puedan traducirse como la preparación de un tercer gran fraude electoral para asegurar su continuidad a costa de lo que sea. Si esa ha sido la vía que han utilizado en las elecciones de las últimas décadas, ¿alguien puede garantizarnos con plena certidumbre que no volverán a hacerlo?

Un nuevo fraude electoral tendría que ser entendido como un agravio u una violación más a la voluntad y la libertad de la sociedad mexicana y una agresión que no puede ser perdonable, sin embargo es igualmente preocupante que en cierto modo nos hayamos acostumbrado a convivir con elecciones fraudulentas y no tengamos la organización, la voluntad y la disposición política para afrontarlos e impedirlo.