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México tras un hombre singular
E

n tiempos del México de hoy es válido decir que el inicio de un nuevo año, desde épocas postrevolucionarias, nunca había sido dominado por un sentimiento de desencanto y confusión como el actual. Fueron primero 12 años de frivolidad y desatino con Fox y Calderón, seguidos de los dos primeros de EPN de equívocas ilusiones y los siguientes tres de advertir que las esperanzas por el México anhelado se escurrían por una grieta. Así estamos llegando a un posible sumidero. Es imperativo detener la caída y salir de esa inercia. Es posible imaginar el siguiente semestre, pero, ¿y después?

De la confusión imperante y los previsibles males que son muchos, internos, externos, previsibles y coyunturales, debe rescatarnos y prevenirnos un alguien o un algo que no se ve. Estamos sumidos en una lucha innoble, en la inventiva cretina tripulada por personajes y grupos sin talla, adheridos a patrones que no se compadecen con las exigencias de un país de una problemática complejísima.

Hace ya 30 años, agosto de 1988, Disen, antecedente de Cisen, preparó para el siguiente gobierno un documento en el que anticipaba y analizaba ampliamente los riesgos a la seguridad en su sentido amplio, su estabilidad o dinámica, su predecible calendarización y potencial. No pocos de ellos, aunque matizados por el tiempo, siguen vivos. Se alertaba con detenimiento sobre sus condiciones generales y señaladamente sobre sus actores individuales, grupales, sus propósitos, recursos y vinculaciones, sus prácticas de acción, capacidades de desarrollarse, espacios definidos o indeterminados de su actuación y las posibles consecuencias.

Los rubros eran: 1. Regionales o locales; como: Guerrero, Tamaulipas, Sinaloa, Chihuahua, Chiapas; Reynosa, Matamoros, Ciudad Juárez, La Laguna, el crecimiento desorbitado de municipios como Ecatepec, Acapulco y ciudades/metrópolis como Puebla o Guadalajara. 2. Riesgos estructurales como la debilidad de nuestra democracia y del sistema de seguridad y justicia, pobreza creciente, el SNTE, Pemex, su debilidad industrial y su sindicato, el propio PRI; 3. De legalidad, como la corrupción, presos políticos, desaparecidos, Partido de los Pobres (PdlP), Partido Revolucionario Obrero Campesino Unión del Pueblo (Procup), (bases del actual EPR) inmigraciones ilegales centroamericanas, narcotráfico, flujos ilícitos de capital y armas, clero católico radical, confusión de la autoridades ante conceptos de permisividad, tolerancia e impunidad; 4. Internacionales, como la violencia producida por las guerras internas e inestabilidad política en América Central, debilitamiento del prestigio nacional ante la comunidad internacional, la relación bilateral con EU, Guatemala, Cuba y la URSS; 5. Económicos, que calculadamente no se desarrollaron por el perfil del nuevo gobierno.

A esta advertencia ya treintañera, propia de un trabajo de inteligencia para la seguridad, habría que actualizarla. De aquellos riesgos, los más se han modificado en sentido negativo, otros han desaparecido superficialmente. Sin un examen de carácter histórico, de su evolución y expresión actual, ninguna política de seguridad, programa o acciones, tendrían la horizontalidad y profundidad indispensables para ir más allá del mimetismo. Una visión trivial de gobierno es en sí misma un riesgo nacional.

Ya no estamos para compromisos de coyuntura ni fantasiosos, nuestra respetable comunidad nacional exige lanzar la vista muy adelante, pensar con criterios cósmicos y actuar con justa racionalidad. Se anticipaba la producción de un siguiente documento que adjudicaba los riesgos a las entidades federales responsables, de manera en que fueran considerados formalmente en sus programas sexenales. Ese propósito no se consumó.

La adversidad que nos abruma fue desencadenada por la estupidez, la mediocridad y la ineptitud secuentes de tres administraciones. Hoy se demanda un hombre singular que haga la limpieza de las rebosadas pocilgas y sea capaz de la restauración. Hoy nos abruma un reguero de sangre y despojos políticos. Ese trabajo formidable es el instrumento que se reclama, tal vez su concepción no sea difícil si hay talento y valor, el problema es encontrar a su actor principal y al elenco acompañante.

El problema con nuestro incógnito paladín, es que casi obligadamente está entre los tres contendientes visibles y los tres, por distintas razones, generan aún más incertidumbre y desconfianza. Habrá que abonar el hecho de que es muy pronto para asignar calificaciones, pero por hoy esa es la verdad, un arranque cerrado y preocupante en cuanto a expectativas. Por hoy sólo caben las especulaciones.

De no aparecer nuestro urgido héroe, que tal vez esté evolucionado en alguno de los tres hoy desconcertantes, quedan dos alternativas: 1. Resignarnos a seguir en la decadencia de estas décadas hasta que, por fatiga, se llegue a la violencia o, 2. Que la sociedad organizada, con una visión revolucionaria, muy intensa en sus demandas ante el gobierno, se implique en la formulación, ejecución y control de las políticas públicas con la energía necesaria. ¡Desagradable pero insustituible perspectiva!