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Un mal 2017, ¿un peor 2018?
A

l iniciarse 2017 las previsiones indicaban que tras la victoria electoral de Trump el año podía ser desastroso. La posibilidad de que se rompiese el TLCAN era importante, lo que junto con la construcción del muro fronterizo y la amenaza de que tendríamos que pagarlo los mexicanos, configuraban un escenario muy complicado en el que el tipo de cambio resultaba un indicador de la volatilidad existente. El Banco de México estimaba a principios de este año que el crecimiento del PIB se ubicaría entre 1.3 y 2.3 por ciento, en tanto la inflación se ubicaría encima del objetivo histórico de 2 por ciento (+/- uno por ciento) aunque se acercaría a esa meta a finales del año.

2017 termina con negociaciones del TLCAN todavía en curso, aún sin muro, pero con una reforma fiscal en Estados Unidos que tendrá consecuencias muy significativas en nuestra economía. El crecimiento del PIB se ubicará ligeramente por encima de lo esperado a principios de año llegando a 2 por ciento, afectado a la baja por los terremotos de septiembre, con una inflación que se mantuvo cerca de 7 por ciento y sin datos claros que apunten a una recuperación de los niveles de 2-3 por ciento, tipo de cambio que cerrará por arriba de 20 pesos por dólar. Es cierto que las expectativas eran peores que lo que resultó en realidad, pero no es posible plantear que es un buen resulatado. Ningún indicador económico es alentador. Ni el empleo, ni la recuperación salarial lo son. Mucho menos los relativos a la pobreza y desigualdad.

A nivel global se espera que 2018 sea un año en el que se consoliden las tendencias hacia el crecimiento en Estados Unidos y en Europa, en tanto que las economías emergentes mantendrán un desempeño mejor que las economías avanzadas. Sin embargo persisten riesgos importantes: la normalización de la política monetaria en Estados Unidos e incluso en Europa, los impactos de la reforma fiscal en los flujos de capital globales, entre otros. El dato es que el producto global podría crecer a niveles cercanos a 4 por ciento. En nuestro caso la incertidumbre sobre la evolución de la relación con Estados Unidos a nivel comercial y migratorio, junto el riesgo de que una política fiscal expansiva pudiera afectar las condiciones de los flujos de capital, constituyendo un escenario complicado para el año.

El asunto electoral, que en sí mismo es incierto, ha ido decantando posiciones económicas de los contendientes que parecen garantizar que en ningún caso hab⁄a un cambio de estrategia económica. En el caso del PRI su divisa es la continuidad del diseño económico neoliberal. El candidato del Frente PAN-PRD-MC no propone nada novedoso: se trata de la misma propuesta del neoliberalismo panista, idéntica a la del gobierno actual. El otro candidato, pretendidamente situado en la izquierda del espectro político nacional, ha hecho esfuerzos continuados por parecerse a sus críticados contendientes. Los candidatos independientes que consigan su registro no ofrecen un planteamiento económico que indique la intención de alterar el rumbo decidido desde los tiempos de De la Madrid.

De modo que no hay novedad en términos de política económica. Habrá continuidad en las líneas centrales del planteamiento económico que se ha aplicado desde hace más de 35 años. Sin embargo, la contienda generará dificultades. Para quienes verdaderamente deciden en el país es inaceptable la llegada de López Obrador a la Presidencia, pese a su evidente corrimiento a la derecha. En consecuencia, tal y como lo ensayaron exitosamente en las elecciones del estado de México, utilizarán todas las artimañas posibles para que gane alguno de sus candidatos. El proceso electoral estará cargado de escándalos que llegarán al momento final y que hacen previsible una crisis poselectoral importante.

2018 será difícil, aunque desde el punto de vista económico parezca que los escenarios posibles no son peores que lo que se preveían al inicio de 2017. Políticamente, sin embargo, todo indica que los dueños del PRI y del Frente intentarán alterar la decisión soberana de los electores. En consecuencia estamos frente a un deja vu electoral. Lo que podría ser nuevo es la respuesta social.