Opinión
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Astillero

Jugadores definidos, pero mismo juego

Proyectos desnaturalizados

El sistema, (casi) a salvo

Cosmética; nada profundo

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CONSTRUYEN COALICIÓN PRI-NUEVA ALIANZA. La secretaria general de Nueva Alianza, Evelia Sandoval; Luis Castro Obregón, presidente de ese partido político; Enrique Ochoa Reza, líder del Partido Revolucionario Institucional, y Aurelio Nuño, coordinador de campaña del precandidato a la Presidencia de la República José Antonio Meade, se reunieron para avanzar en la construcción de una alianza para las elecciones presidenciales de 2018Foto La Jornada
E

s un nuevo escenario. Pero no sólo porque ya están definidos los contendientes expresamente partidistas (López Obrador, Meade y, ahora, Ricardo Anaya, aunque todavía falten fases procesales para darlos como candidatos oficiales). Hay algo más importante que las personalidades de esos precandidatos no independientes y sus incidencias anecdóticas: con ellos tres se profundiza la desnaturalización de los proyectos partidistas e ideológicos originales de los que ahora se valen, se acelera el reclutamiento y rediseño absolutamente pragmático de las tropas políticas de cada cual y, aunque hoy las apariencias quisieran engañar, se garantiza la continuidad de un sistema político y económico que, estando justamente en uno de sus peores momentos, con una clamorosa exigencia social de cambios profundos, se apresta a cumplir un ritual más en urnas, a cuyo final no se vislumbra ninguna propuesta organizada más que para la cosmética y, si acaso, la alternancia, que no transición alguna.

La constitución del ente coaligado que se hace llamar Por México al Frente, derivación del Frente Ciudadano por México, es la más evidente demostración del quebranto de las ideologías que durante décadas rigieron la conducta, siempre zigzagueante, pero nunca tan abandonada como ahora, de dos partidos que fueron emblemáticos: Acción Nacional como formación expresa del derechismo (sólo llegó a destacar en esa ubicación de geometría política el Partido Demócrata Mexicano, vertebración del movimiento sinarquista) y el de la Revolución Democrática que, antes de la escisión que devino en Morena, era la máxima expresión de la izquierda electoral.

Anaya ha consumado un meticuloso plan a la vista que buscaba hacerlo candidato presidencial. El queretano es un especialista en descabezar a sus adversarios, pero también a sus aliados: dejó en el camino a quien parecía su progenitor político, Gustavo Madero; resistió los embates descuadrados de Felipe Calderón, con sus recursos económicos, mediáticos y humanos (algunos de ellos derivados de sus prestaciones como ex ocupante de Los Pinos) en busca de allanar el camino a Margarita Zavala; ha mantenido a raya las ambiciones de Rafael Moreno Valle (quien busca continuidad política personal, como senador, y, al estilo Calderón, que la esposa Martha Erika Alonso sea candidata a gobernar Puebla); y, finalmente, doblegó a Miguel Ángel Mancera, quien hubo de retornar al gobierno chilango con todo y maletas, luego del frentazo que le dieron su anterior aliada, Alejandra Barrales, y el impío Anaya.

Mancera no queda totalmente desprotegido: colocó a un propio, Manuel Granados, en la gerencia provisional del fideicomiso de liquidación del sol azteca, a título de presidente del comité nacional, e intentará decidir candidaturas a diputaciones federales y senadurías para los propios, en este rubro de los escaños, en especial a su operador principal, Héctor Serrano. En Acción Nacional, el nuevo presidente del partido es Damián Zepeda, quien fungía de secretario general, aliado durante años del propio Ricardo Anaya y beneficiario político y defensor del ex gobernador de Sonora, Guillermo Padrés, actualmente en la cárcel.

El revoltillo frentista supone que izquierdistas votarán por derechistas para presidir la República, específicamente por el partido al que en 2006 acusaron de robarse las elecciones, con Felipe Calderón como indiciado. Y supone que derechistas votarán por izquierdistas en la capital del país, a reserva de los arreglos que se darán en otros estados y distritos electorales. El PAN y el PRD están en un proceso de desfiguración que no es superficial: la brújula, los parámetros de esas organizaciones se han desajustado, con consecuencias más allá de estas elecciones inmediatas. Un PAN ya sin calderonistas, dominado por el anayismo pragmático; un PRD desdibujado, contrario a lo que le quedara de decoro ideológico.

En el Partido Revolucionario Institucional hay también un proceso de autodegradación. Para imponer a José Antonio Meade hubo modificaciones estatutarias pero, sobre todo, un cambio de ánimo y perspectivas, que se han confirmado sin atenuantes con la designación de otro tecnócrata ajeno al priísmo, Mikel Arriola (ex director del Seguro Social), como abanderado para la capital del país: para ser candidato a cargos importantes, en el PRI el nuevo requisito es no ser priísta; militar en el tricolor significa apoyar las designaciones de quienes, para tratar de ganar, deben ser ajenos al propio partido postulante.

En Morena se ha dado un proceso sostenido de alejamiento de los postulados originales. Ya no se trata de la regeneración nacional, sino del reciclamiento de cuadros de diverso nivel de la clase política tradicional y originalmente repudiada (tal vez el ex perredista y testigo de la firma del Pacto por México, Miguel Barbosa, sea un caso emblemático, pero no único ni el peor).

Y, en aras de una ingenua creencia de que a los fríos factores de poder se les puede engañar con conversiones de última hora, el plan alternativo de nación (cuya redacción final corrió por cuenta del equipo del derechista Alfonso Romo) y ciertas ofertas a la clase empresarial han significado un corrimiento hacia la derecha que, en esencia, constituyen compromisos políticos de continuidad mejorada del actual sistema, nada de cambios verdaderos, de fondo.

Astillas

Avanza la versión de que la candidatura priísta a gobernar Yucatán quedará en el actual diputado federal Pablo Gamboa Miner, hijo del jefe senatorial e influyente y aerotransportado jugador de golf con Peña Nieto, Emilio Gamboa Patrón… La presidenta estatal del DIF de Veracruz, Leticia Márquez, jocosa, ha comentado a periodistas que tendrá dos hijos gobernadores. En 2018, uno de ellos podría recibir el mando de parte de su padre, Miguel Ángel Yunes Linares. Y, según la señora Márquez de Yunes, en 2024 podría llegar al cargo otro miembro de esa dinastía… Y, mientras Emilio Álvarez Icaza y la agrupación Ahora negocian candidaturas con Ricardo Anaya, ¡hasta mañana!

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